La escena podría ser en Hollywood, en Nueva York o en el barrio porteño de Palermo. El hombre famoso, influyente y con mucho poder en los medios, se toma atribuciones no consentidas con la joven que espera conseguir un trabajo, crecer en su carrera o mantener el cargo. Ella, al principio, calla por temor o por la sorpresa. Pero luego se entera de que no fue la única, que otras callaron y un día alguien saca su historia a la luz y ese pequeño imperio se desmorona ante decenas de evidencias. Así entraron en picada el productor cinematográfico Harvey Weinstein y el conductor radial Ari Paluch. Y desde ese lunes la Corte Suprema de Justicia neoyorquina podría poner contra la pared al presidente Donald Trump, también envuelto en escándalos de abusos sexuales que fueron callados durante la campaña presidencial y que ahora vuelven a salir a la luz porque los magistrados exigen que presente la documentación sobre el caso de Summer Zervos.

Zervos denunció a fines del año pasado que sufrió un abuso cuando participaba en el programa El Aprendiz, que Trump conducía en la cadena NBC de televisión. Era el año 2007 y la joven le fue a pedir trabajo luego de haber tenido una intervención en ese reality show. Así define ese momento:

-La primera vez me besó en la boca pero yo pensé que podía ser una costumbre de él. La segunda vez que lo vi, me agarró del hombro y empezó a besarme de forma muy agresiva. Luego puso su mano en mi pecho. Yo me aparté y me fui a otra parte de la habitación. Él insistió y trató de llevarme a un dormitorio. Yo le empujé el pecho para poner distancia entre nosotros y le dije: “Vamos hombre, compórtate”. Él empezó a repetir mis palabras: “Compórtate…” mientras se tocaba los genitales.

Durante la campaña electoral del año pasado, había trascendido una cinta filmada en 2005 en la que Trump se jactaba de hacer lo que quería con las mujeres que se le acercaban.

– Estoy automáticamente atraído a las mujeres bellas y las empiezo a besar. Es como un imán. Cuando uno es una estrella, ellas te dejan hacerlo. Podés hacer cualquier cosa, hasta agarrarlas por su vagina.

Considerando que competía con Hillary Clinton, se generó un importante escándalo que Trump pudo frenar en ese momento argumentando que sus palabras habían sido “una conversación de vestuario” y que no reflejaban la verdad de sus actos.

Sin embargo, a esa altura ya llevaba sobre sus espaldas una denuncia –oportunamente desmentida luego de algunas instancias judiciales- de su primera esposa, Ivana, quien lo acuso de haberla violado cuando estaban tramitando el divorcio, en 1989.

Pero hubo otros casos que fueron siendo conocidos por el gran público.

Trump fue el dueño del certamen Miss Usa desde 1997 y allí comenzaron las primeras revelaciones sobre su conducta abusiva. En ese año Temple Taggart, que entonces tenía 21 años, recordó ante el New York Times que en una ocasión también la tomó de los hombros y la besó en la boca. Luego la invitó a verlo en su oficina. “Con otro beso inoportuno en los labios” dijo la mujer, que relató que Trump ingresaba a los camarines cuando las competidoras aún se estaban vistiendo.

-Tengo permitido entrar, porque soy el propietario del concurso y, por lo tanto, lo estoy inspeccionando- le explicó una vez al conductor televisivo Howard Stern- Y ves a estas mujeres de aspecto increíble, así que me salgo con la mía con cosas así.

Según la ex modelo Kristin Anderson, tuvo un encuentro similar con el empresario en 1990, en un club nocturno donde ella trabajaba.

-Metió la mano bajo mi falda. «Tocó mi vagina sobre mi ropa interior, claramente. No fue un cortejo sexual. No sé por qué lo hizo. Fue como si simplemente quisiese probar que podía hacerlo- dijo al Washington Post.

En todos los casos, la defensa de Trump fue negar los hechos y afirmar que se trataba de jóvenes en busca de fama que querían lograrla a cuesta de acusarlo públicamente.

Pero las denuncias fueron floreciendo durante todos estos años sin que eso impidiera que el magnate inmobiliario llegara a la presidencia de la potencia militar más grande del planeta.

Hay una abogada de derechos civiles, Lisa Bloom, que como apunta Anna North en el portal Vox une en forma inesperada al productor Weinstein con Trump.

Es que la letrada representa a cuatro mujeres que denunciaron haber sido víctimas del desenfreno del actual inquilino de la Casa Blanca. Pero también fue contratada por Weistein, a quien le aconsejó que reconociera sus excesos –

-«Todos mis clientes dan una respuesta igual- declaró Bloom, para luego cuestionar- ¿Por qué estos tipos no lo admiten y se disculpan? Eso marcaría una gran diferencia en mi vida.

Fue lo que logró con Weisntein luego de que la historia de sus acciones pasadas quedara totalmente expuesta. “Eso fue muy grande para mí”, dijo la abogada, que escribió un libro sobre el caso de Trayvor Martin, el adolescente negro de 17 años asesinado por un policía blanco que desató una ola de protestas en Florida en febrero de 2012.

En marzo pasado, la corte neoyorquina emitió una notificación al equipo de campaña del presidente para que le entreguen documentos relacionados con la denuncia de Zervos, y de cualquier otra mujer que afirmara “que Trump la tocó inapropiadamente”.

Los abogados del mandatario habían replicado con una demanda por difamación y alegaron que la acusación tenía una intención política.

La fecha tope para que los asesores del empresario lleven la documentación es este lunes, 31 de octubre.

Weistein tuvo que renunciar a su puesto en la productora, no se cree que Trump vaya a dejar la Oficina Oval, escenario de otras conductas inapropiadas en la presidencia de Bill Clinton.