En abril pasado, Tucker Carlson fue despedido intempestivamente de la cadena Fox News y la noticia causó sorpresa en el medio que bancaba a rajatabla a Donald Trump. Porque el presentador que más audiencia la aportaba al canal que había fundado el magnate australiano Rupert Murdoch no dejó de ser un ferviente seguidor de las ideas conservadoras que sustenta el 45º presidente estadounidense. ¿Sería por eso? La sospecha de Tucker, hijo de otro presentador de noticias, Richard Warner Carlson -quien dirigió la radio Voz de América durante gran parte del período de la Guerra Fría y también Radio Martí, de propaganda contra el gobierno cubano, ambas financiadas por EEUU- es que su despido tiene que ver con su posición sobre Rusia y en especial sobre la guerra en Ucrania.

“Estados Unidos podría forzar la paz esta noche. Ellos podrían. Es singular que tengan ese poder y siguen permitiendo que maten a ucranianos y que ese país quede devastado”, dijo en un podcast con su colega Russell Brand. “La guerra es una línea roja para mucha gente en los negocios y la política”, agregó. “¿Por qué tengo que odiar a (Vladimir) Putin?”, se preguntó entonces. “Porque los demócratas en Washington nos han dicho que es un deber patriótico; no es una sugerencia odiarle, es un mandato”, detalló. También Trump se opone a la estrategia de la administración Biden con Rusia y en especial con Putin, quién le hizo un guiño (ver aparte) sobre los problemas judiciales que preocupan al aspirante a regresar a la Casa Blanca por el partido republicano.

El caso es que Tucker Carlson es un notorio y muy difundido conservador, cultor de esa tendencia llamada “alt-right”, la derecha alternativa que en todo el mundo está causando estragos alentando ideológicamente a personajes como Jair Bolsonaro en Brasil, Marine Le Pen en Francia, José Antonio Kast en Chile, por mencionar a algunos. Era de manual que el periodista estrella de Estados Unidos, que luego de su salida precipitada de Fox exhibe sus entrevistas en su cuenta de X (la exTwitter), quisiera hablar con el libertario argentino Javier Milei, luego de su triunfo en las PASO de agosto. Ya lo había visitado a Viktor Orban, el primer ministro de Hungría que dentro de la UE y la Otan sostiene posiciones contrarias a la guerra en Ucrania, mal que les pese a sus socios regionales.  Y había debutado en ese novedoso medio para él, con el propio Trump. No se lo iba a perder al argentino.

Milei estuvo efusivo como siempre en la entrevista que se hizo pública este jueves. Respondió, en español, a todos los centros que le tiró Carlson, que recorrió las cuevas de Buenos Aires para mostrar la realidad con la compra-venta ilegal de dólares y registró para su audiencia –unas 300 millones de reproducciones en las primeras 24 horas- las consecuencias de la alta inflación. Nada que no haga cualquier visitante foráneo cuando llega a la Argentina actual.

La charla giró mayormente sobre la línea ultraconservadora de Milei, algo tampoco diferente a lo que suele expresar ante comunicadores locales. No faltaron los gestos iracundos del candidato de La Libertad Avanza, que hasta se diría que fueron recibidos con beneplácito por el conductor televisivo nacido en San Francisco hace 54 años. Milei se mostró cercano argumentó con soltura sobre cómo es que un hombre que defiende la libertad individual está en contra del aborto, sobre su posición extrema acerca de la igualdad a todo nivel y culpó de la situación en que se encuentra el país a “los 100 años de ideas socialistas” de la dirigencia política. Hasta la arquitectura “brutalista” de algunos edificios mereció la crítica del candidato, que la calificó también de formar parte de una concepción del mundo izquierdista. Algo que especialistas en el tema se encargaron luego de desmentir.

La furia anticomunista de Milei incluso agrada a Carlson, que lo dejó extenderse sobre la supuesta afinidad del papa Francisco con el socialismo y su defensa de la justicia social –una “aberración que va contra los 10 mandamientos», insistió- y la presunta cercanía de Jorge Bergoglio con Fidel y Raúl Castro y Nicolás Maduro. Prometió el líder libertariano, como se definió para aclarar los tantos para un país donde liberal quiere decir progresista, que en su gobierno “no habrá lugar para ningún comunista”. Aclaró que no tendrá inconvenientes si cualquier argentino quiere comerciar con China o Brasil, pero que si él gana la presidencia, “los chinos no entran ahí, Lula no entra ahí, Putin no entra ahí”. Carlson lo miró con cara de póker y pasó de tema,sin pasar por Ucrania.  Por lo que se sabe, Carlson pidió una entrevista con Putin y espera de una respuesta del Kremlin.