La política brasileña no deja de dar sorpresas. Ahora, a medida que los escándalos por corrupción se esparcen sobre los mismos que dieron el golpe contra Dilma Rousseff, el Senado de Brasil estará presidido por el senador del Partido de los Trabajadores (PT) Jorge Viana, que hasta ahora era vicepresidente y asume después de que el Tribunal Supremo Federal apartara este lunes a Renan Calheiros por el tribunal Supremo al considerar que, como está en la línea sucesoria del gobierno, se corría el riesgo de que eventualmente un procesado asumiera la primera magistratura del Brasil.


Viana fue gobernador del estado amazónico de Acre y alcalde de su capital, Rio Branco, y es el primer político de la formación izquierdista que accede a un cargo institucional de importancia desde que se produjo el «impeachment» contra Dilma Rousseff y Michel Temer tomó la presidencia del país.


El senador Romero Jucá (Partido del Movimiento Democrático de Brasil), representante del partido oficialista en el Congreso Nacional, destacó que no habrá grandes diferencias en la conducción que Viana pueda hacer en el Senado si finalmente Calheiros no vuelve a la presidencia.


«El senador Jorge Viana es un senador íntegro, trabajador y comprometido con el país», se atajó ante la prensa, poco después de conocerse la decisión.


Sin embargo, otros senadores no veían con tan buenos ojos el acceso de un opositor a Temer al frente del Senado, sobre todo cuando esta casa está a punto de votar la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC) 55, que es el pilar de la política económica de ajustes del gobierno.

«La pauta en el Senado se mantiene, pero está claro que no es una situación buena, es una situación inestable, porque de hecho se trata de una decisión provisional», recordaba el senador Aloysio Nunes, del conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), aliado de Temer.


La decisión del magistrado del Supremo Marco Aurélio Mello es provisional y tiene vigencia hasta que se reúna el plenario del tribunal y la ratifique, por lo que senadores como Nunes pidieron que los magistrados se reúnan cuanto antes.


Otros políticos, como el senador del Partido de los Trabajadores (PT) Lindbergh Farias, celebraron la decisión de apartar a Calheiros y remarcaron que ahora mismo, con la actual crisis institucional, el Senado «no tiene condiciones» de votar una medida tan importante como la PEC 55.


La PEC 55 es la principal medida económica de Temer y ha sido rechazada por la izquierda porque congela los gastos públicos durante los próximos 20 años, al vincular su crecimiento al de la inflación.

«Coronel» en desgracia

El senador Renan Calheiros, un hábil «cacique» de la política brasileña, esquivaba desde hacía años las denuncias de corrupción, hasta verse acorralado por una guerra de poderes con la justicia y por la presión popular.

La semana pasada, la Corte suprema decidió juzgar a Calheiros, de 61 años, oriundo de Alagoas, un estado del noreste brasileño y de tradiciones patriarcales, por malversación de fondos públicos.

El senador usaba ese dinero para pagar la pensión alimenticia de una hija nacida de una relación extraconyugal.

La causa se arrastraba desde 2007 y fue la primera admitida de una docena que se acumulan en su contra, muchas de ellas relacionadas con el gigantesco escándalo de corrupción de Petrobras.

El asunto de las pensiones alimenticias le había obligado a renunciar a la presidencia del Senado en 2007.

El escándalo cobró proporciones de folletín cuando la madre de su hija, una periodista, posó desnuda para la revista Playboy.

Nada de ello le impidió al siempre imperturbable Calheiros ser reelecto y volver a ocupar el sillón de presidente de la cámara alta. Desde allí fue clave para llevar adelante el golpe institucional contra Dilma, que terminó destituida en un juicio político en agosto acusada de haber cometido falta grave con las cuentas públicas del presupuesto.

Calheiros, miembro del centroderechista PMDB, el mismo partido del presidente Michel Temer, supo volverse indispensable para gobiernos de todos los colores. Había sido un aliado de Lula da Silva, el fundador del PT y presidente entre 2003 y 2010. Y logró mantenerse a flote en una era marcada por el «mensalao» (pago de alianzas en el Congreso por parte del PT) y por el «petrolao» (los sobornos en Petrobras), entre otros escándalos, pero su nombre acabó por convertirse para muchos brasileños en sinónimo de corrupción.

El domingo, decenas de miles de personas salieron a la calle al grito de «¡Fora Renan!».

La gota que desbordó el vaso fue su frustrada tentativa de hacer votar a toda prisa las polémicas enmiendas que la Cámara de Diputados aprobó la semana pasada a un paquete anticorrupción, propuesto inicialmente por los fiscales del caso Petrobras. Unas enmiendas que abrirían la posibilidad de acusar a jueces y fiscales de «abuso de autoridad», en caso de fallos que fuesen luego revertidos por instancias superiores.

Obviamente, el Poder Judicial reaccionó con vehemencia.

La Corte suprema acabó por suspenderlo este lunes de su cargo, alegando que un acusado no podía figurar en la línea sucesoria de la presidencia.

Calheiros era el segundo, después del presidente de la Cámara de Diputados.

Calheiros es considerado uno de los últimos «coroneles» de la política brasileña, caciques de grandes familias arraigadas sobre un fuerte poder regional. 

«En el poder desde el gobierno de Fernando Collor de Mello [1990-92]», otro hijo de Alagoas, «Renan Calheiros se volvió un legítimo representante del coronelismo en el país. Ahora trabaja para mantenerse al mando del Senado pese a estar involucrado en el ‘Petrolao'», perfiló hace unos meses la revista Istoé.