La presentación del presidente Mauricio Macri en la ciudad petrolera de Houston, primera escala de su gira por Estados Unidos, se realizó en el mismo día en que se hizo pública la autorización a la empresa estatal Enarsa para que exporte gas natural a Uruguay.

Esta operación se da al mismo tiempo que se mantiene la importación de gas, la que según los últimos cálculos oficiales satisface el 25% del consumo nacional diario.

Las empresas gasíferas han reclamado siempre la posibilidad de disponer con libertad del gas que extraen, sea para dirigirlo al mercado interno o para exportarlo en caso de que se considere que existen excedentes.

Según las dos normas que autorizaron la exportación de gas a Uruguay (una del martes 25 y la otra de este miércoles 26), el abastecimiento del mercado interno queda asegurado ya que se obliga a Enarsa a importar los mismos volúmenes de gas que exporte, para lo cual dispone de un plazo de un año.

Se trata de la primera operación de este tipo desde que el gobierno lanzó el decreto 893, en julio del año pasado, por el que se facultó al Ministerio de Energía, que conduce Juan José Aranguren, a otorgar las autorizaciones de exportaciones a las empresas que lo soliciten, pero bajo condiciones particulares.

Con todo, el decreto 289, del martes 25, admite que esta exportación de gas a Uruguay “no se ubica dentro de los supuestos específicamente mencionados en el Decreto N° 893/16”, y pone como consideración para autorizar esa venta externa que existen “similares propósitos a aquellos previstos en dicho decreto” y que el sistema energético de Uruguay “se encuentra estrechamente ligado” al argentino.

Las exportaciones de gas fueron el motor de la explotación gasífera durante el menemismo. Las ventas externas tomaron vuelo hacia 1996, cuando representaban alrededor del 8% del consumo interno y llegaron a ubicarse en torno del 25% de ese mismo consumo en 2004, cuando comenzaron a flaquear con la primera crisis interna de abastecimiento de gas en ese invierno.

Durante este proceso, las reservas cayeron abruptamente, carcomidas por la doble presión del consumo interno más las exportaciones, de un lado, y, del otro, la falta de inversiones para reponerlas.

Cuando se hizo necesaria la importación de gas porque la producción local no daba abasto, se la hizo a precios muy superiores a los de exportación. En el largo plazo, la Argentina perdió tanto reservas como divisas.

La apertura de las exportaciones gasíferas es un aliciente más para las empresas que son invitadas a participar en la explotación de Vaca Muerta, como sucede en estos días en Houston.