El domingo pasado, un rato después de que Bayern Munich se coronora campeón de la Champions League, Elche le ganó 1-0 a Girona y ascendió a la Liga, primera división de España. Girona es uno de los nueve clubes que el City Group de capitales de Emiratos Árabes adquirió por el mundo. En la táctica y estrategia de poner fichas celestes, la principal se ubica en Manchester City, destino posible de Lionel Messi. Pero Elche, aun con mucho menos presupuesto que Girona, no se quedó atrás: Christian Bragarnik, el empresario más poderoso del fútbol argentino, es el dueño del 99% de las acciones, por las que pagó 24 millones de euros. Al día siguiente del ascenso, Bragarnik echó a Pacheta, entrenador con el que Elche ascendió de la tercera a la primera división en dos años y medio, y contrató al argentino Jorge Almirón, de su escudería de representados. Los hinchas pusieron el grito en el cielo. Temen ahora que jubile a Nino, máximo goleador histórico del Elche, que a los 40 años sueña con jugar en la Liga. “Es santo y seña de la afición”, dijo Carlos San José, presidente del partido Contigo Elche, que pide llamar Nino a una calle contigua al estadio Martínez Valero. Lo concreto: en la Liga, sale Messi y entra Bragarnik.

Defensa y Justicia no es una sociedad anónima deportiva, como Elche. Pero es el club argentino en el que Bragarnik aplica un gerenciamiento encubierto. “Felicitamos al @ElcheFC por su regreso a La Liga tras 5 años”, tuiteó Defensa y Justicia, club en el que también dirigió Almirón. En enero de 2018, Bragarnik le había dicho a la revista Planeta Defensa: “El club es como mi novia”. Entró en 2009 desde el fútbol mexicano, donde estrechó vínculos con los dineros sucios del narcotráfico, y dos décadas después, además de Defensa y Elche, administra directa e indirectamente clubes de Argentina, México y Chile, y ampliará los negocios a Uruguay y Bolivia. Como marca su historia, Bragarnik aterrizó en el club de Alicante a través de la intermediación en la venta de un futbolista: el paraguayo Danilo Ortiz, que jugó en Godoy Cruz, Racing y Dorados de Sinaloa, clubes de su influencia. Ahora, sólo de ingresos de la TV en la Liga, Elche embolsará más de 45 millones de euros.

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En el regreso de los privatizadores argentinos de clubes a España, acentuado tras el revés electoral de Mauricio Macri, Antonio Caselli compró al Burgos, Hugo Issa al Lorca y Rubén Alejandro Bouza a El Ejido, todos del ascenso. En el Elche, amante europea de Bragarnik, trabaja desde principios de agosto Jorge “Coqui” Raffo. Es el coordinador de las divisiones inferiores, cargo que ocupó en Boca entre 2012 y 2016, bajo la presidencia de Daniel Angelici. En septiembre, en plena negociación de la compra, Bragarnik se sentó en el palco del estadio del Elche con Angelici y Augusto Di Giovanni, exdirigente con lazos fluidos con la barra brava de Boca. Angelici es su “amigo personal”. Bragarnik recibió el aporte de los hermanos Sebastián y Ricardo Pini, socios argentinos en el manejo de Unión La Calera, de Chile. Y en octubre, mediante su gestión, la Selección Argentina jugó un amistoso ante Ecuador en el Martínez Valero. Recién después compró Elche, un club que cumplirá cien años en 2022, y que nunca había sido manejado por capitales extranjeros.

“Bragarnik tomó el control del club en diciembre y acumula ya ocho meses sin dirigirse a la hinchada del Elche, ayer eufórica y hoy desconcertada, para contarle las líneas maestras de un proyecto. Es lo que tiene dirigir la entidad con el mando a distancia”, escribió José Emilio Munera en el diario Información. El lunes, Mauricio Pellegrino explicó ciertas diferencias entre asociaciones civiles y sociedades anónimas deportivas en su presentación como entrenador de Vélez, club del que Bragarnik es hincha. “El club es de la gente, y de los socios, y del hincha –dijo Pellegrino–. Eso es algo muy poderoso. Imagínense que acá venga una persona de un país lejano y ponga una bandera que diga: ‘Este club es mío’”. Pellegrino sabía de lo que hablaba: Valencia, el club español en el que ganó cinco títulos como futbolista y al que dirigió, pertenece desde 2014 al singapurense Peter Lim. Y atraviesa hoy un caos financiero y deportivo, con deudas por 560 millones de euros y manifestaciones de hinchas que piden la salida de Lim. Valencia competirá con Elche en la Liga.