A un mes del inicio de clases presenciales pautado por el Gobierno de la Ciudad, los sindicatos docentes dijeron que no están dadas las condiciones para regresar a las aulas el 17 de febrero. Tras la reunión con representantes del Ministerio de Educación porteño el viernes pasado, los gremios indicaron que no hay un plan definido y calificaron la situación sanitaria como “rojo fuego”. Tiempo Argentino habló con dirigentes y especialistas para conocer cuáles son las condiciones necesarias para volver a las escuelas durante la pandemia.

“El 17 las clases no arrancan porque todavía no sabemos cuál es la propuesta del Gobierno. No sabemos qué obras hicieron. La reunión fue una estrategia de marketing más”, le dijo la secretaria general de UTE Ctera, Angélica Graciano, a este diario.

En el mismo sentido se expresó Mariana Scayola, secretaria general del Ademys. “Presentaron un escenario de presencialidad completo, casi pre pandemia, saben que es una propuesta intransitable en esta situación sanitaria. Es una propuesta impracticable y buscan que sean los gremios los que digan que no están las condiciones”, dijo la dirigenta a Tiempo.

El referente de UDA, Sergio Romero, indicó que el 17 arrancarán “si están dadas las condiciones sanitarias, epidemiológicas y se logra un gran consenso social entre todos los actores”.

UTE- CTERA le presentó al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta un índice para la apertura de edificios escolares similar al utilizado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Tiene tres variables: la cantidad de contagios diarios en un promedio de 14 días, el porcentaje de positividad y el movimiento de la curva. Se considera rojo, es decir alto riesgo, 200 casos cada 100 mil habitantes cada 14 días y/o una positividad mayor al 10 por ciento. Amarillo implica 50 a 200 casos nuevos cada 100 mil y una positividad de entre el 8 y el 10% y verde con menos de 50 casos y una positividad menor al 8 por ciento. “Hoy, con los números que tenemos, estamos en un súper rojo, rojo fuego. Tendrían que descender muchísimo los niveles de positividad, que son muy altos”, alertó Graciano.

Una propuesta similar plantearon los investigadores del CONICET, Rodrigo Quiroga y Sol Minoldo. “La Capital está absolutamente en rojo.  Incluso en el amarillo hay que pensarlo. No es tan simple abrir sin riesgo, esa apertura debería ser monitoreada muy de cerca. Todo depende de otros factores, el transporte, por ejemplo,  influye sobre la circulación viral o los contagios. El ejemplo más impactante es Inglaterra, en las últimas semanas veía que era hasta siete veces más probable que la primera persona infectada de cada hogar fuera menor de 18. Es claro que las escuelas estaban llevando adelante los ciclos de transmisión viral. El principal riesgo no es la salud de docentes ni de alumnos, sino que aumente la transmisión comunitaria y que la situación se vuelva rápidamente descontrolada”, afirmó Quiroga a este medio.

La secretaria del Comité Nacional de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, Gabriela Ensinck, indicó que “la intención es que las clases puedan comenzar” pero hay que evaluar la situación epidemiológica. “Somos tendientes a querer que los chicos vuelvan lo más rápidamente a esa normalidad que podamos adaptar, pero hay que evaluar si estamos en un momento  de una segunda ola con una gran cantidad de casos y con un porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva muy alto”, explicó. “Si estamos en una situación estable, con un porcentaje de camas de Terapia Intensiva ocupadas por debajo del 60%, podemos evaluar comenzar las clases con protocolos. Teniendo en cuenta que siempre por encima de los 6 años se tiene que utilizar las máscaras faciales, el barbijo, el distanciamiento del metro y medio, el lavado de manos, el poder tener aulas bien ventiladas, el contar con piletas y canillas para el lavado de manos. Tener los espacios de acuerdo a las dimensiones de los salones y a partir de eso ver qué porcentaje del alumnado permitir”, detalló la pediatra e infectóloga.

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(Foto: Imagen capturada con Motorola One Fusion)

La representante de Ademys, por su parte, afirmó que están de acuerdo con volver a la presencialidad pero con condiciones. “Hoy exigimos una mayor cantidad de auxiliares de limpieza en las escuelas, cuestión que viene siendo recortada en los últimos años. Más docentes para poder encarar un sistema mixto para sostener la virtualidad y la presencialidad. Exigimos obras de infraestructura para adecuar espacios escolares que no estaban pensados para una pandemia. Muchas escuelas requieren adecuar los espacios para la ventilación. Otro problema que alertamos es el del transporte para los estudiantes. El gobierno no presenta ninguna propuesta. El funcionamiento completo de las escuelas representa un millón de personas circulando. En este escenario es muy difícil pensar que esto no vaya a generar una explosión de los casos. Vemos un inicio muy conflictivo”, indicó Scayola.

En ese sentido también se expresó Graciano: “Si el transporte escolar no está, no se puede empezar a hablar. El gobierno debería garantizar el transporte escolar para no usar el público”.

Ensinck explicó que el traslado es uno de los puntos a evaluar: “Desde la SAP escribimos un documento donde se determinan las condiciones a tener en cuenta, desde la ventilación hasta el transporte. Es necesario pensar en cómo llegan los niños. Si uno tiene una escuela barrial y los niños van caminando sin usar el transporte público, se favorece a la apertura de esa escuela. Hay muchos aspectos que se evalúan para abrir. Un día puede ir un grupo de alumnos, otro día puede ir otro. También dar clases virtuales y considerar a aquellos niños y niñas que tengan factores de riesgo y que no puedan iniciar”.

Desde la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), el médico Martín Hojman indicó que “hoy el escenario es complicado» aunque advirtió que falta un mes y se pueden producir cambios. “Habría que ver cómo es la situación. Pero hay que pensar, ¿cómo evitamos aglomeraciones?, ¿cómo mantenemos la distancia?, ¿aseguramos la ventilación? Tal vez, comenzar con pocos chicos en la escuela y complementar con clases virtuales, que concurran los que tienen dificultades en algunas materias de manera presencial, en lugares amplios y ventilados (o al aire libre), priorizar el acceso a Internet y computadoras a los chicos. Los casos más preocupantes son quienes no tienen acceso a eso y los que necesitan ir al colegio porque es ahí donde comen”, indicó el infectólogo.

Canadá, Israel y Reino Unido fueron algunos de los países que dieron marcha atrás con la presencialidad, mientras que Alemania y Finlandia continuaron. Quiroga explica que uno de los factores que establece la diferencia, además del grado de circulación, es la ventilación.

“En Alemania y Finlandia se hizo de una manera muy cuidadosa con el tema aerosoles, reduciendo enormemente la capacidad de cada aula. Los recreos son siempre escalonados para evitar que se junten todos los niños y sale un aula por vez para evitar aglomeraciones. Pero lo principal es la ventilación de las aulas, lo que se hizo en Alemania y en Estados Unidos es usar sensores de dióxido de carbono de manera de estimar cuán bien está ventilada un aula, porque a veces no es fácil darse cuenta si es adecuado o no. Para mí es fundamental utilizar estos sensores, los expertos en aerosoles lo impulsan”, explicó el bioinformático.