«Ellos la venían venir –dice Federico Alvira, el presidente de Deportivo Maldonado Sociedad Anónima Deportiva, tal su nombre actual–. Que los jugadores no podían ser de personas. Son unos adelantados en el tema. Ellos manejan el fútbol y nosotros somos asesores, pero sin voz ni voto. Y esto está registrado con aval de la Asociación Uruguaya, no es que son unos vampiros. La sociedad anónima es la única forma de seguir. Si a los clubes no los tomamos como empresas se hace todo muy complicado».

Ellos son los ingleses de Stellar Group, el emporio de futbolistas que es dueño de Deportivo Maldonado. El empresario Malcolm Caine y el abogado Graham Shear visitan al menos dos veces por año Maldonado, un departamento poco futbolero de Uruguay, que incluye a Punta del Este. Los llaman «los mesías». Los emisarios de Jonathan Barnett, el magnate de Stellar Group, cuya sede operativa está en Londres, en el 16 de Stanhope Place, bajan los lineamientos a seguir y parten. Maldonado naufraga por la mitad de la tabla en la segunda división, tiene cerca de 200 socios y una sede más que modesta en la Avenida España. Pero desde 2009, cuando se convirtió en el primer club sociedad anónima en ese país, puede armar un equipo de élite de futbolistas que pasaron sin jugar un segundo o que directamente pertenecen hoy a Maldonado: once jugadores que cotizan 78,4 millones de euros.

El apoderado de Stellar Group en Latinoamérica fue Gustavo Arribas, el director general de la Agenda Federal de Inteligencia (AFI) nombrado en diciembre por el presidente Mauricio Macri. Hoy esa tarea la continúa Ezequiel Arribas, su hijo mayor, de 31 años, quien suele acompañar a los jugadores a Europa. Arribas vivió casi diez años en San Pablo, donde aún mantiene propiedades de lujo y sociedades comerciales. De ahí que equipos de la ciudad –São Paulo, Corinthians, Santos– aparezcan en los préstamos que salen de Maldonado. Vía Deportivo Maldonado, Stellar Group evade la prohibición de la FIFA de que una persona física –un tercero– sea dueña de derechos económicos de un futbolista. Y, sobre todo, baja la carga de impuestos en las transferencias, mucho más alta en Argentina y Brasil. Son las famosas triangulaciones. Los «pases puente», como los llaman en Uruguay. En 2011, la revista brasileña Placar retrató a Arribas con habano y Martini en mano, sentado a una mesa de paño verde junto a otros cuatro empresarios. «Los dueños del juego», se tituló la nota.

Arribas intermedió en el pase de Carlos Tevez de Boca a Corinthians en 2005 con HAZ Sport Agency. Tevez llegó al club que controlaba el grupo inversor inglés Media Sport Investment (MSI), al que representaba Shear y por el que pasó al West Ham en 2007. El pase fue investigado por la Unidad de Información Financiera y la AFIP por evasión y lavado de dinero. En Brasil hubo órdenes de arresto. Arribas cobró un millón de dólares de comisión. Macri, entonces presidente de Boca, dijo que la pagó MSI y que desconocía el monto. «La verdad es que al señor lo convoqué engañando a la Argentina –ironizó el martes Macri–. Le dije que lo necesitaba en un cargo que tenía que ver con el fútbol, pero después, hablando con mis otros colaboradores, y dadas las características de la persona que necesitaba para la AFI, de extrema confianza, me decidí a convocarlo». Arribas sonrió. Fue su jura como jefe de los espías.

«Arribas era testaferro de Macri. Es íntimo y leal. Comenzó a pulular por el club cuando Mauricio se convirtió en presidente en 1995 –cuenta Roberto Digón, ex vicepresidente de Boca–. No solo articulaba la venta de jugadores, sino que se quedaba con el 15%. Es decir, con el porcentaje que el comprador deposita para el jugador. En su momento, con el de Gago, que pasó por 20 millones de euros al Real Madrid. Con el de Tevez, que lo vendieron cinco veces para blanquear dinero. Este fue el proceso previo antes de que entrara en la compra-venta de jugadores». Dos décadas después, Daniel Angelici, el presidente de Boca y operador de Macri, dijo: «Maldonado nos hizo una gran propuesta y le vendimos a Calleri». La ruta de Jonathan Calleri es un caso testigo: de Boca a Maldonado a cambio de 12 millones de dólares, y de ahí a préstamo a São Paulo, vuelta a Maldonado, y cesión a West Ham.

Con el desembarco de Stellar Group, Maldonado tampoco mejoró en las inferiores. En el último tiempo dividió los entrenamientos entre Maldonado y Montevideo, ya que la mayoría de los jugadores vive en la capital uruguaya, a 128 kilómetros. «Generó un poco de malestar –dice Jorge Suárez, el presidente de la Liga Mayor de Maldonado–. En las divisiones formativas se potenció un poco. Compite con los de la A. Pero no saca jugadores como para decir que son de la cantera. El negocio es manejar los ‘pases puente’. A Calleri lo prestaron, ellos cobran un porcentaje y le dan a Maldonado la posibilidad de mantener la plantilla al día. Pero los ingleses no están interesados en subir a la A. Si suben tienen un 130% de aumento en los contratos y tampoco quieren que empiecen a averiguar… Aunque con el pase de Calleri la gente pregunta». Ignacio Borjas,  el gerente de Deportivo Maldonado, admite: «Ha venido, pero él (Arribas) está más vinculado con ellos (Stellar Group) que con nosotros. No tengo vínculo personal, pero creo que sí tiene una vinculación empresarial con ellos».

La Asociación Uruguaya estudia una regla, aunque contradice el derecho a la libre circulación de los trabajadores: que los jugadores que contraten los clubes deban jugar al menos seis meses antes de ser transferidos, porque la operatoria de Maldonado se asemeja a otras triangulaciones en Fénix, Sud América y Central Español, entre otros. Stellar Group firmó un contrato para manejar el club hasta 2024. Caine seguirá yendo a Maldonado, porque Barnett ni siquiera habla castellano. Dentro de los empleados de Deportivo Maldonado también hay un cargo que ocupa Carina Fulino: es la encargada de la lavandería, como figura en la página oficial. Nunca vio a Arribas ni a los ingleses.

PORCENTAJES EN TRANSFERENCIAS

12,5%

Ese es el único costo impositivo que afronta el inversor, y es por el giro del dinero al exterior. Hace tres años era del 4%. En Uruguay, los pases están exentos de impuestos.

24,5%

Argentina grava ese mínimo para un pase al exterior. Aunque, por diferentes cargas, puede llegar a alcanzar el 35% del valor.