«Es un hecho de coraje escribir estas cosas», valoró el diputado Axel Kicillof (FpV) desde el estrado de la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) en la presentación del libro El nuevo modelo económico y sus consecuencias. Quienes compartían el panel con el ex ministro de Economía asimilaron el elogio en silencio, con algún gesto de aprobación apenas visible. Los otros expositores eran Carlos Heller, diputado del Partido Solidario; Juan Carlos Junio, director del centro cultural; y Martín Burgos, coordinador del departamento de Economía del CCC y uno de los coautores del libro, en el que también aportaron lo suyo Kicillof y Heller. La disertación se convirtió en un análisis franco, duro y que se animó a exponer incertidumbres sobre la supuesta ‘insustentabilidad’ del programa económico de Mauricio Macri.

La convocatoria fue el martes por la noche. Reunió a un público expectante, que ocupó todas las butacas, los pasillos y los accesos del anfiteatro del subsuelo del CCC. Los asistentes estaban dispuestos a escuchar un diagnóstico de dos horas, con momentos de ironía y bromas, pero otros de un realismo hasta incómodo, sobre el núcleo de la administración Cambiemos. «Ellos son el neoliberalismo vergonzante», los caracterizó Kicillof.

El ex ministro de Economía y diputado kirchnerista fue el encargado de hacer la última disertación del encuentro. Docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA desde hace años, Kicillof arrancó su discurso con un repaso de su experiencia como estudiante en esa casa de estudios durante los primeros ’90, con el Plan de Convertibilidad del menemismo recién puesto en marcha. 

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«Yo tuve de profesores a los cuadros técnicos que habían trabajado en el equipo económico de (Juan Vital) Sourrouille, de (Raúl) Alfonsín. Al principio del programa de Convertibilidad del menemismo, eran todos fuertemente críticos. Esperaban el derrumbe, al mejor estilo de la literatura de filiación marxista que vive anunciando que el sistema capitalista se va a caer. Decían que la Convertibilidad no iba a durar. Pero al final esos economistas se hicieron neoliberales. Porque vaticinaron una crisis de la Convertibilidad que nunca llegaba. Pero era verdad que el modelo de (Domingo) Cavallo era insostenible: el pequeño detalle fue que esa insostenibilidad congénita tardó diez años en manifestarse bajo la forma de una crisis», analizó.

El planteo de Kicillof fue leído como un modo elegante de advertir sobre lo complejo que es hacer pronósticos en materia económica. «Caracterizar el presente desde una perspectiva histórica no es sencillo. Implica un riesgo, porque todo puede cambiar rápidamente. El riesgo consiste en que el analista se confronte con la no ocurrencia de sus pronósticos. Esa fue la razón por la que yo tuve una formación neoliberal en base a keynesianos que se habían convertido al neoliberalismo. Por eso hay que tener coraje para sostener estos diagnósticos», remarcó otra vez Kicillof para elogiar a los impulsores del libro, en el que escriben varios ex alumnos suyos de la UBA.

Un gobierno que no sale del placard

Tanto Heller como Kicillof subrayaron los primeros efectos de desindustrialización, aumento de la pobreza y el desempleo que ya provocó el paquete económico macrista en estos dos años. «Esto no puede terminar de manera muy diferente a cómo terminó en 2002. Hoy nos quieren hacer creer que la dicotomía es entre gradualismo y shock y que, por lo tanto, el ajuste es inevitable. Es una falsa opción», avisó Heller. El presidente del Banco Credicoop se tomó el trabajo de cotejar y buscar el párrafo completo de una cita de Perón que Macri había pronunciado en el coloquio de IDEA («cada argentino debe crear al menos lo que consume”). La frase entera del fundador del justicialismo apuntaba a un objetivo muy distinto de la justificación de la búsqueda de productividad en detrimento del salario, que últimamente promueve Macri.

Heller habló primero, tras unas breves palabras de presentación de Junio y Burgos. Advirtió sobre los riesgos en materia de desempleo que implicaría la puesta en marcha del acuerdo Unión Europea-Mercosur («sería como un ALCA europeo»). También le dedicó un párrafo muy crítico a los legisladores con formación de economistas que presumen de ser opositores y luego actúan como oficialistas. «Hacen encendidos discursos críticos pero después terminan levantando las manos para darle al gobierno la oportunidad de que lleve adelante sus políticas», cuestionó. En ese punto incluso mencionó a dos diputados con nombre y apellido: a Marco Lavagna, del Frente Renovador, y Diego Bossio, del Frente Justicialista. «Este programa económico no pasaría si todos se comportaran según lo que dijeron en la campaña electoral», atizó.

Kicillof también fue crítico con algunos representantes de la oposición. Hasta hizo una ironía con la definición que suele usar un sector del justicialismo («oposición responsable») para definirse a sí misma y su estrategia ante el Ejecutivo. «Esos opositores se definen como oposición responsable y yo estoy de acuerdo. Son responsables del ajuste y de los tarifazos», los cruzó. Luego definió como «la tercera estafa electoral» a ese tipo de comportamiento de los legisladores opositores. Las otras dos estafas, a su juicio, fueron las promesas incumplidas de la campaña de Cambiemos en el balotaje de 2015 y la estrategia del oficialismo de no ocultar la agenda de reformas laboral, previsional e impositiva, en los meses previos a los comicios legislativos de este año.

Muy aplaudido por el auditorio, en el que se encontraba el flamante diputado nacional electo por Córdoba Pablo Carro, Kicillof se mostró muy en desacuerdo con la definición de «nueva derecha democrática» para describir a Cambiemos, un latiguillo muy escuchado y propuesto por algunos analistas e intelectuales. «Este es un gobierno neoliberal que se disfraza de otra cosa. Es, en ese sentido, un neoliberalismo vergonzante. Un neoliberalismo al que le cuesta asumirse, como si no pudiera salir del placard. Más allá del marketing político, del coaching y del ‘duranbarbismo’, es un gobierno neoliberal. Y cuando escucho que en el terreno politológico quieren definirlo como una ‘nueva derecha, más moderna, democrática’, yo me permito tomar agua», ironizó y aprovechó para, efectivamente, beber el vaso que le habían puesto delante.

El ex ministro también le reprochó a Macri que pretenda hablar en nombre de «la totalidad de los argentinos» cuando ganó el balotaje por 1 punto y en las recientes elecciones obtuvo el 40% a nivel nacional, con un 60% que prefirió otras opciones. «Tiene un modo totalitario de hablarle a la sociedad», advirtió. «Hoy oponerse es complicado. Hay un evidente deterioro del sistema republicano y de las garantías constitucionales para aquel que se opone», insistió. En ese punto Kicillof aludió a las víctimas que vienen sufriendo ese deterioro, como quienes «están presos», quienes fueron «golpeados por la policía» en protestas y hasta quienes perdieron la vida, en referencia a Santiago Maldonado.

Antes de terminar, el economista cuestionó el fracaso absoluto en el combate a la inflación del macrismo, a pesar de la utilización de una «política monetaria asesina». También mencionó, como consecuencias de las políticas de Cambiemos, la fuga de capitales récord, el crecimiento del déficit, la multiplicación descomunal de la deuda y la «monotributización» del empleo, por la caída del trabajo registrado y formal mientras crecen los asalariados que facturan como monotributistas.

Kicillof no abandonó el realismo y la prudencia a la hora de hacer alguna definición sobre el futuro. Dijo que el impacto y la aparente consolidación del neoliberalismo en la Argentina y en la región obedece a un ciclo mundial. «Lo que ocurre en la Argentina está subordinado a lo que ocurre en el mundo. La crisis que comenzó en 2008, y que no termina, se ha ido desplazando por regiones, y hoy tiene su máximo efecto sobre Sudamérica, lamentablemente», diagnosticó. «Nuestro objetivo sigue siendo construir una nueva mayoría electoral que pueda volver a gobernar la Argentina», concluyó entre aplausos.