Francia reconoció este jueves que recurrió a la tortura durante la guerra de independencia de Argelia, una confesión crucial sobre un asunto altamente sensible, 56 años después del fin del conflicto.

El presidente francés, Emmanuel Macron, admitió que el matemático Maurice Audin, un militante comunista proindependencia que desapareció en 1957, mientras Argelia era parte de Francia, murió bajo la tortura.

Macron visitó este jueves a la viuda de Audin en su domicilio a las afueras de París y anunció la apertura de los archivos sobre los miles de civiles y soldados desaparecidos, tanto franceses como argelinos.

Josette Audin trató de agradecer su gesto a Macron en un encuentro emotivo. Pero este le respondió: «Soy yo quien tiene que pedirle perdón, no diga nada».

Un comunicado presidencial precisó que un voto parlamentario de 1956 dio carta blanca para restablecer el orden en Argelia, abriendo la vía al uso de la tortura. «Este sistema preparó el terreno para actos terribles, incluida la tortura», según el comunicado.

Durante la guerra (1954-1962) las fuerzas francesas reprimieron a los combatientes proindependencia en lo que fue una colonia durante 130 años.

Centenares de miles de jóvenes de la metrópolis fueron obligados a participar en el conflicto, que dejó profundas cicatrices en el espíritu colectivo de los franceses.

El Estado nunca había reconocido de manera oficial el uso de tortura por parte de sus fuerzas armadas, durante este conflicto en el que murieron alrededor de 1,5 millones de argelinos.

Los combatientes proindependencia también maltrataron a los presos durante un complejo conflicto marcado por una guerra de guerrillas y atentados.

 Búsqueda de la verdad

Durante la guerra, el gobierno censuró periódicos, libros y películas que denunciaban el uso de la tortura y, después de esta, las atrocidades cometidas por sus tropas pasaron a ser un tema tabú en el seno de la sociedad francesa.

Pero el jueves el gobierno declaró: «No puede haber libertad, igualdad y fraternidad sin la búsqueda de la verdad».

El reconocimiento por parte del Estado francés de que la muerte de Audin fue fruto del uso de un «sistema» implica un reconocimiento mayor, según la historiadora Sylvie Thenault.

«Al reconocer la responsabilidad del Estado en la desaparición de Maurice Audin, ¿acaso no queda reconocida la responsabilidad del Estado en todas las desapariciones de argelinos en 1957?», escribió la historiadora en el sitio internet de información The Conversation.

Por su parte, el ministro argelino de los Mujaidines (excombatientes) calificó este jueves de «avance» y «paso positivo» este reconocimiento, ante una cadena de televisión y la agencia APS. Y añadió que es una «prueba de que habrá más reconocimientos» de crímenes cometidos por Francia durante aquella guerra.

Macron, primer presidente nacido después del conflicto, suscitó la polémica durante su campaña electoral en 2017 al declarar que la colonización francesa de Argelia fue «un crimen contra la humanidad».

Luego puntualizó su comentario: dijo que Francia debía evitar tanto «la negación como el arrepentimiento» sobre su pasado colonial. «No podemos permanecer atrapados en el pasado», añadió.

La historia de la desaparición de Audin ha suscitado fascinación en Francia.

«Nunca pensé que este día llegaría», dijo Josette Audin a la prensa en su apartamento al este de París.

Audin, matemático y asistente universitario, fue arrestado en 1957 durante la batalla de Argel, la capital, y torturado durante varias ocasiones en el barrio de El Biar. Se sospechaba que albergaba a miembros de un grupo armado del Partido Comunista Argelino.

La razón oficial comunicada sobre su desaparición a su viuda, según la cual Audin se evadió durante un traslado, fue mantenida hasta 2014, cuando el expresidente francés François Hollande la desmintió y reconoció que Audin murió mientras estaba en detención.

El periodista Jean-Charles Deniau concluyó en un libro que Audin, de 25 años, fue asesinado bajo órdenes del general francés Jacques Massu.

La orden fue confirmada por otro general, Paul Aussaresses, fallecido en 2013, tras confesar haber torturado a decenas de prisioneros.