Como productores de tele de aire, desde hace más de 20 años sabemos que la ficción en medios audiovisuales es uno de los motores mas importantes de la industria.  Porque necesita de mucha gente, tiene bastante valor agregado, genera muchas divisas en su comercialización de derechos por exportación, y podríamos decir que a nivel artístico son de los productos de mayor calidad de la televisión desde que existe el medio.

Hoy las series en el mundo son las vedettes por lo ingenioso de un nuevo sistema de distribución mundial como es Netflix y sus lejanos competidores, pero siempre lo fueron, inclusive en radio antes de ser visuales.  Por otro lado en la proyección y armado de cada envío, debido a la búsqueda de la identificación con el público, la intención de generar empatía desde los personajes y la necesidad de un relato sólido, las transforman en una pieza artística de gran masividad. 

Las ficciones en la tele, un poco de forma natural otro poco de manera pensada, ocupan el lugar de difundir valores e ideologías predominantes y cristalizar verdades en el imaginario colectivo. Los héroes, los villanos, los  conflictos, surgen de una sociedad, en un momento determinado y son promovidos por el actor principal en la difusión de ideas y sentido que, por lo general, son las empresas y corporaciones mediáticas que tiene un interés , un norte y una motivación relacionada con las ideas del mundo esperables para éstos, que no son otras que las que permitan la acumulación de capital y poder.

Estos productos formaron generaciones sin hacer visible ese objetivo de forma directa. Podríamos enumerar algunas ficciones que fueron parte y muestra de la sociedad de su época, y como funcionaban para cristalizar los valores de quienes las promovían sin ánimo de hacer con esto un estudio cultural, que dejamos a la academia.

  • Rolando Rivas taxista ( 1972 y 73):  mostraba de manera heroica un hombre de clase media, baja que debido a su esfuerzo y amor por el trabajo podría pretender aspirar al amor de una chica prepotente de otra clase social. Eran épocas donde aun se vendía la aspiración al ascenso social y la empresa televisiva vendía ese tipo de heroísmo.
  • Siempre celeste (1979): una niña  huérfana es adoptada por un señor de dinero, que es muy bueno y entre ellos encontrarán una mujer que lo haría  feliz que justo resulta ser la madre biológica que nunca había aparecido en la vida de la niña a la que había abandonado. Una familia que se construye en el amor luego del ¨abandono ¨con malos muy malos y buenos muy buenos.
  • María de  nadie (1985) : María llega a Buenos Aires y es discriminada hasta que hereda una fortuna y logra evitar la venganza y ser una mujer justa y ecuánime. Si bien la historia es la de mendigo a millonario el hecho de la no venganza y amor por el prójimo pinta un valor deseado por la cultura dominante de la época.
  • Amigos son los amigos (1993) La historia de dos amigos cancheros de buen corazón que triunfa en base a su viveza y a vivir la vida sin dramas 
  • Gasoleros (1998) : En esta serie costumbrista los empobrecidos, se esfuerzan y logran reconvertirse con el fruto de su trabajo, si bien en la serie se muestra de manera mas realista el momento de pobreza los protagonistas logran vivir felices en esas circunstancias.
  • Montecristo (2006). Ya en esta época de revisión y ascenso social el protagonista empieza a reconstruir la historia y decide investigar y revisar el poder a pesar de su propia familia, tal vez en esa producción como en otras contemporáneas de Telefe se empieza a mezclar mas claramente hechos reales con ficción.

Estos ejemplos pueden darnos una idea de cómo las ficciones acompañan el clima de época, aun sin mencionarlo y sin bajar línea directamente, como decíamos al inicio.

En los últimos tiempos , digamos los últimos 5 años, las producciones de ficción abordaron la realidad de forma menos sutil, tal vez por que los productos audiovisuales que abordan la realidad se acercaron a la ficción, es decir los documentales, las noticias y el análisis están mas cerca de un relato de ficción ya que necesitan apuntar mas al corazón que a la razón y la reflexión. Y así  de alguna manera disputarle a un relato que promueve la igualdad e intenta poner al Estado en el lugar de mediador entre los que más tienen y los que nunca logran salir a flote.

La disputa por la porción económica entre una minoría rica y una mayoría que empieza  a entender que a traves del estado es posible un reparto equitativo de las riquezas hizo sonar las alarmas en las corporaciones y re direccionar la comunicación masiva. Pareciera que ahora  se proponen convencer que el eje del binarismo argentino debe ser otro para conformar una nueva mayoría. Al menos en los intereses, es decir dejar en segundo plano la distribución de la riqueza y movilizar sentimientos que parten de valores. Esta ficciónalización de la realidad necesitaba imponer otros valores que se alejen de la justicia social y la mejor distribución de la riqueza y poder llegar  a las mayorías de una manera mas sentimental, menos lógica y reflexiva.

El periodismo de guerra no solo crispó todo el envío de los medios sino que forzó una escalada de agresión que aparentemente contaminó a todos los tipos de productos e impuso, como suele suceder en las guerras, una lógica binaria y agresiva que embrutece las pantallas y a esta altura hasta a la propia inteligenzia de los grandes grupos concentrados.

Tal vez estos sean los motivos principales de las nuevas apuestas de unitarios del canal de la corporación mediática donde se ve una ficción en épocas de periodismo de guerra bajando varios escalones la propuesta de lo sutil, la idea de representar la cultura emergente o moldear con un fino lápiz algunos valores de la cultura dominante de la época .

En la última y aún en cartel -¨El tigre Verón¨- se plantea una historia con cero sutileza  que encara de lleno contra los enemigos de los intereses corporativos de acumulación: la representación de la organización colectiva de los trabajadores. Se ataca la figura de quienes defienden el derecho de los trabajadores a tener una porción mayor de la renta y esto lo hacen de una manera muy burda, que baja el nivel al atacar de forma directa. Tal vez esta nueva forma sea un claro indicador de la decadencia de una forma de disputar sentido o simplemente nos de un indicio de que el campo en el terreno de la ficción audiovisual esta esperando una nueva ola que rompa con lo tradicional y vuelva al cauce de la historia, donde a través de la calidad se renueven los modos de construcción de la hegemonía cultural. 

Quizás estemos en presencia de la post ficción donde las disputas de la coyuntura histórica, como un virus infecta la forma del relato que durante décadas dio grandes satisfacciones a la cultura dominante, para terminar matándolo. 

Lo cierto es que hoy es notable y burda la idea de imponer temas a través de la ficción porque de alguna manera se excede en menospreciar la capacidad de un pueblo que a pesar de los prejuicios siempre avanza hacia el empoderamiento. A veces descansa, otras veces se toma un tiempo y va hacia atrás para lograr reencontrar el camino, pero si nos alejamos para mirar en perspectiva veremos que mas tarde o más temprano los pueblos siempre logran avanzar en la organización para la disputa de pequeñas victorias al poder. Tal vez la implementación del periodismo de guerra en la ficción ayude en este camino y lo burdo transforme en obvio algo que muchas veces nos cuesta poder ver y decodificar.

De alguna manera siendo optimistas podríamos decir que el ¨Tigre Verón¨ confirma una época donde la falta de sustentabilidad de la ficción de calidad la llevó a recurrir a la venta por monedas del sentido de la  historia y como dice el periodista, siempre rebelde Jorge Rial, nos encontremos frente una publi-ficción, la primera y la que puede ser el inicio del fin de la manipulación de las miradas de las mayorías sobre la realidad a través de novelas .