Apenas aprobada la media sanción de ley por la interrupción voluntaria del embarazo en la Cámara de Diputados, la ofensiva de los llamados «pro vida» se sumió en una gran violencia que se manifestó en el ámbito de la medicina, en el seno de la Iglesia Católica y de la Universal. El Papa Francisco comparó a las mujeres que deciden sobre su cuerpo con los nazis. Y profesores de distintos colegios prohibieron, en algunos casos con duros discursos, el uso del pañuelo verde.

«En mi guardia, los abortos se harán sin anestesia», escribió un médico anestesista riojano, quien pertenece al Hospital de la Madre y el Niño, la tarde misma en que se aprobó la media sanción. La ministra de Salud de esa provincia, Judit Díaz Bazán, lo separó de su cargo. Horas después, otro médico de La Rioja, Javier Contreras, amenazó con moler a palos a las mujeres que quieran abortar. “Vamos a seguir bien plantadas en la calle hasta que se apruebe la ley sin dilaciones y sin modificaciones. Estamos decididas a denunciar a cada institución que se niegue a aplicar la norma”, fue la respuesta inmediata de la inmensa multisectorial de mujeres que integran la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito, en La Rioja.

“Los sectores antiderechos están operando de forma violentísima. Las mujeres que se atreven a hacer algún tipo de publicación son agredidas, amenazadas, insultadas, perseguidas. Es una aberración lo que está pasando. Ellos se dicen pacíficos pero resulta que expresan un nivel de violencia inusitada”, remarcó Marta César, presidenta de la Multisectorial de Mujeres de Salta, integrante de Periodistas Argentinas en Red para la educación no sexista.

Como militante, César afirmó: “Vamos a comenzar a investigar a cada uno de esos que se dicen ‘pro vida’ y que se muestran como objetores de conciencia, a ver si a la tarde también son pro vidas o son tipos que realizan abortos clandestinos.” “Las salteñas hemos sido representadas por diputados que demostraron un bajísimo nivel intelectual para argumentar en contra del aborto- agregó-. El movimiento de Salta está creciendo y con ganas de generar cambios dentro de la sociedad. Lo vamos a hacer nosotras.»

Durante las manifestaciones del 13 de junio, en Jujuy, varias mujeres fueron agredidas con agua hirviendo y luego amenazadas por las redes sociales. Estas agresiones se repitieron en Tilcara. Las agrupaciones feministas emitieron un comunicado explicando la gravedad de la situación y anunciando que no van a dejar de pedir por el aborto.

Misiones es otra de las provincias víctima de una ofensiva religiosa y de salud. Con poca convocatoria, el jueves pasado se realizó en Posadas una movilización organizada por médicos de la clínica privada y de la UCAMI (Universidad Católica de Misiones), la única que dicta la carrera de Medicina en la provincia. Se trata de una institución educativa que se creó con fondos del Estado pero pertenece a la Iglesia. “La situación es grave. El hospital escuela es el de Madariaga, que concentra el 50% del presupuesto de salud de toda la provincia. Es decir que tenemos un ejército de objetores de conciencia», expresó Olga Aguirre, integrante del Plenario de Trabajadoras, una organización de mujeres del Partido Obrero que forma parte de la Campaña. «La Iglesia y a las clínicas privadas están muy ligadas al poder político local. Pero estamos en otro momento y la gran señal fue el 8 de marzo y el 4 de junio, cuando las mujeres salimos a las calles en forma masiva», comentó Aguirre.

En Mendoza, el efecto primero fue de euforia y alegría. Sin embargo, los insultos desmedidos y las agresiones físicas hicieron que las mujeres militantes dejen el festejo por la media sanción y se planten nuevamente en la calle. «Fue una salida multitudinaria del clóset de los pañuelo verdes», describió Mariana Hellín, abogada, integrante de la delegación mendocina de la Campaña. Sin embargo, la abogada remarcó también que «hubo una ofensiva fuerte de médicas y médicos que plantearon la campaña ‘No cuenten conmigo’. Fue rara porque son doctores de especialidades diversas, odontólogos, gastroenterólogos. Ellos no hacen abortos. Nunca contamos con ellos». «De nuestra parte -agregó Hellín- nos rearmamos pronto para no abandonar la calle, sumar voces que se pronuncien por la legalización del aborto y continuar con el cabildeo con nuestros senadores, informando y dando a conocer la necesidad de esta ley». «