En un gabinete en el que suele haber disputas internas, del que ya se tuvieron que ir una docena de funcionarios, algunos de ellos humillados por el presidente Donald Trump, y donde el mandatario acaba de descubrir que tiene un “topo” que publicó una nota sin firma en el The New York Times poniendo un manto de dudas incluso sobre su salud mental, Larry Kudlow aparece en el bando de los moderados. Como director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, este economista y ex presentador de noticias y conductor de un programa de negocios en el canal CNBC se convirtió en el personaje del día por asegurar en la cadena Fox que el gobierno de Trump está profundamente comprometido en una solución al problema de la economía argentina que pase por nueva convertibilidad. Una declaración que hasta terminó por aparecer como una avanzada a la dolarización. Dos palabras de muy mala prensa por estas tierras pero que tiene adeptos dispuestos a inmolarse por ellas.

En un momento en que la guerra comercial y de divisas hace sentir olor a pólvora en todos los rincones del planeta(ver acá), la declaración de Kudlow levantó una polvareda, como era de esperarse. De 71 años y con una fuerte impronta neoliberal, el hombre adhiere a una teoría macroeconómica que se denomina supply-side. Es decir, esa que plantea que el crecimiento viene “por el lado de la oferta”. Lo que implica sostener que es necesaria una baja consecuente de los impuestos y de ser posible la desaparición de las regulaciones. De este modo el mercado generará más oferta de productos que, como consecuencia, bajarán de precio. El gobierno, si estas premisas de cumplen, recaudará al fin del día mucho más por la reactivación de la economía general.

Esto no impidió a mediados de agosto anunciara que el gobierno de Trump está analizando la posibilidad de imponer regulaciones a Google porque el presidente detectó que la plataforma tecnológica había elaborado algún tipo de algoritmo para bloquear o ralentizar sus tuits. “El 96% de los resultados en ‘Noticias Trump’ provienen de medios nacionales de izquierda, muy peligrosos. Google y otros están reprimiendo las voces de los conservadores y ocultando información y noticias que son buenas. Están controlando lo que podemos y no podemos ver. Esta es una situación muy grave”, dijo entonces.

Kudlow, además, es el hombre de confianza de Trump en ciertos temas delicados y por esa razón aparece en medio de las negociaciones comerciales con China y la Unión Europea, muchas veces defendiendo al secretario del Tesoro, el ex Goldman Sachs Steven Mnuchin, que en el marco de esa tormenta desatada por el inquilino de la Casa Blanca, cumple el papel de “policía bueno”, al decir de analistas de Bloomberg.

Es decir, Kudlow es partidario de amplias libertades económicas, salvo que afecten decisiones políticas, entonces no hyay problema a aplicar sanciones o regulaciones. 

Como sea, en una entrevista con Fox, Kudlow consideró que la forma de sacar a la Argentina de la crisis actual sería atar el peso al dólar.  “No imprimir un peso más sin respaldo el dólares”, insistió. Como si hiciera falta, agregó que eso es lo que se hizo en los 90 con la convertibilidad, medida que, aseguró sin que le repreguntaran, fue exitosa ya que “derribó la inflación y mantuvo la prosperidad”. Así, señaló que “la gente del Departamento del Tesoro (Mnuchin) está ocupándose de eso”.

No fue tan específico en recomendar la dolarización como se hizo circular en algunos medios locales, vinculados ciertamente al lobby “anti-peso”. Para dar esta voltereta semántica, ligan el discurso de Kudlow, quien fue muy enfático en asegurar que están trabajando muy cercanos al gobierno argentino -de hecho, Nicolás Dujovne mantuvo encuentro con el Tesoro en su reciente viaje a Washington- a un artículo de la periodista Mary Anastasia O´Grady en el Wall Street Journal de hace un par de días.

Tras detallar pormenores de esta crisis y de las consecuencias de la disparada del dólar, O´Grady plantea, no inocentemente: “¿por qué sucede esto de nuevo, bajo un presidente que se supone que encarna el cambio? La respuesta: porque Argentina todavía tiene un Banco Central. Para solucionar el problema de una vez por todas, debe dolarizar».

De más está señalar que las experiencias de abandono de la moneda local, medida que representa una pérdida de la soberanía económica muy difícil de revertir, no son demasiado auspiciosas. En ex presidente Rafael Correa lo mostraba como un ejemplo de las dificultades que tenia para elaborar políticas independientes durante su gestión en Ecuador.

«Para un país en vías de desarrollo, el cuello de botella, el factor crucial, es su sector externo. Y el principal instrumento para controlar ese factor externo se llama tipo de cambio. Y a eso, ingenuamente, absurdamente, Ecuador renunció ( en el año 2000 y por recomendación del argentino Domingo Cavallo). Cometió un suicidio monetario», declaró Correa en una entrevista en el año 2016, casi al fin de sus 10 años al frente del país. Dicho por un economista que antes de llegar al gobierno había trabajado en el Banco Interamericano de Desarrollo, la frase debería servir para la reflexión, aunque Correa a esta altura también sea un perseguido pro el law fare continental.

Las experiencias europeas tienen su contraluz. Porque el euro representa un problema para algunas de las economías más comprometidas durante la crisis del 2008 al punto que en España y en Italia hubo planteos para volver a la moneda local. Y en Grecia hubo serios debates para recuperar el dracma como forma de evitar la profunda caída tras sucesivos planes de ajuste ordenados por el FMI y el Banco Central Europeo. Sin embargo, el euro es una moneda común de un proyecto de integración regional.

El dólar, en cambio, es la moneda de la todavía principal economía del mundo enfrascada en una guerra comercial de la que nadie sabe cuáles serían sus consecuencias con la potencia en ciernes, China. Principal comprador de los productos nacionales.