El deseo de Domingo se estrenó en circuito no comercial en noviembre de 2015, en el cine Teatro Crisoles de la ciudad de La Plata, con una repercusión importante que excedió los círculos de cinéfilos de la capital Bonaerense, al punto que una distribuidora, 3CFilms Group se interesó en el film, y quiso incorporarla este año en el circuito comercial. El film llegó esta semana al Cine Gaumont (Rivadavia 1635), Salta, Misiones, y otras ciudades de del interior de Bueno Aires.

Aquella repercusión de 2015 que la llevó a este reeestreno también fue importante en las ciudades de Viedma y Carmen de Patagones, donde se rodó parte de la historia en 2014, con un total de 1200 espectadores en cinco funciones, en los cines de esas localidades. “Fue una satisfacción mostrarle a la gente de ambas ciudades, tanto Viedma como Patagones, que cuentan con locaciones de gran nivel, son lugares alucinantes y fue un agradecimiento a ellos que están muy dispuestos a colaborar siempre”, dice Fernando Scarfó , uno de los directores, quien recuerda que este proyecto resultó ganador por Río Negro del Concurso Telefilm del Instituto Nacional de Cinematografía (INCAA) para contenidos de la Televisión Digital Argentina, en 2012.

Además a sus 97 años Max Berliner protagoniza por primera vez un largometraje. Luego de tantos años de carrera encontró la historia perfecta para llevar sobre sus espaldas el ritmo del relato. En esta cinta se narra la historia de Domingo, un abuelo que sufre Alzheimer y pasa sus días en un geriátrico en la ciudad de Viedma, desde donde intenta, a toda costa, viajar a la Capital, a San Isidro, a ver el gran premio de turf Carlos Pellegrini. Pero claro, no cualquier premio, sino el del año 1952. Necesitará de la ayuda de Marcelo, su nieto, quien se encuentra en el dilema de conformarse con su puesto en una dependencia pública o seguir luchando por triunfar con su banda de rock. “La idea de la película es que no hay edad para tener objetivos en la vida. Ni sueños. Estamos muy entusiasmados, porque además de un registro ficcional donde hay un guion, apostamos a una cosa casi documental para tener registro de situaciones que no se plantean, porque creemos que el guión debía ser dinámico”, detalló Scarfó.

Fernando Tranquillini, egresado de Bellas Artes, el que completa la dupla creadora, opina que » es el resultado de un trabajo contra la burocracia que hay que afrontar si  se quiere hacer una película. Nos costó 40 mil dolares, es una película  muy artesanal“, afirma. Apuesta a las fuentes, con rasgos del neorealismo italiano y actores no profesionales. “Cuando hicimos el casting vinieron como 300 personas, y al final aparecen cien personajes que no son actores profesionales sino gente de Viedma”. Afirma que no es para cinéfilos, ni hubo un cuidado estético, sino que se concentraron en  la historia que habla de sentimientos y valores, con una idea bien teatral. “Son más de 70 escenas en la que queremos transmitir que creemos que no se debe priorizar en la economía de la vida sino en lo que queremos hacer”, afirma Fernando. Lo que quiere recalcar es que “se sabe que en las películas chicas es difícil que den dinero, pero es importante mantener la producción. Porque la verdad este año no filmó nadie, hay muchos requisitos, menos plata, y en los espacios INCAA  hay más una cartelera de cine de Europa y eso no puede ser”, dice Tranquillini.

A lo largo de este año, la película concursó en varios festivales internacionales, y ganó el Festival TMFF 2016 (Reino Unido). Quedó como semifinalista en el Ekurhuleni International Film Festival (Sudáfrica), y en la selección oficial en Los Angeles Film Festival (EEUU). Además participó del Festival Internacional de Cine de Marbella, en Málaga, España.