“Manos arriba, esto es un atraco”, gritaba un nutrido grupo de víctimas de Forum Filatélico y Afinsa, dos empresas intervenidas hace 12 años dejando un tendal de 460.000 familias que perdieron todos sus ahorros en una aventura que prometía ganancias seguras con sellos postales. Recorrían, como hacen regularmente, el frente del edificio del Congreso de los Diputados, en Madrid, donde no se privaban de gritar, también, “políticos y banqueros, ladrones y embusteros”.

Culpan tanto al PSOE –en el gobierno entonces- como al PP, por no haber custodiado la transparencia de una operación que resultó un esquema piramidal del que, como ocurre con este tipo de aventuras, se enteraron cuando ya era demasiado tarde.

Según el portavoz del grupo Afectados por Forum-Afinsa, Luis Alvero, las autoridades deberían haber rescatado a las víctimas de las dos instituciones ya que un fallo del Tribunal Supremo español calificó a las operaciones que realizaban como de carácter financiero. Si inspeccionan a los bancos y luego los salvaron, es el razonamiento, por qué no hacerlo en este caso.

Pero tanto José Luis Rodríguez Zapatero como Mariano Rajoy eligieron la vía de barrer debajo de la alfombra por razones poco claras. 

Insistentes, los manifestantes prometen que hasta el fin de sus días pedirán que alguien se haga cargo de devolverles aunque sea parte del dinero que pusieron. Ahora, con los años, los damnificados superan el millón, porque muchos de los inversores originales fallecieron y sus herederos continúan con el reclamo.

Por lo pronto, los directivos de Forum y de Afinsa fueron sentenciados a cárcel y a devolver un total de unos 5000 millones de euros. Pero aseguran que son insolventes y de todos modos, mediane chicanas vienen esquivando las rejas.

Forum operaba desde 1978 y Afinsa desde 1980. Daban más intereses que los depósitos bancarios, basados en las ganancias por el incremento en los valores de las estampillas. Luego se diversificaron a otros bienes tangibles.

Detrás de la estafa aparece José Manuel Llorca Rodríguez, uno de los delincuentes más buscados por la policía, según asegura la información oficial. Pero nadie tiene fotos del hombre que, todo indica, es un cerebro en blanqueo de capitales y artimañas non sanctas para hacer dinero a raudales sin demasiado esfuerzo.

Es, dicen las crónicas, el que ayudó a Iñaki Urdangarín, el esposo de la infanta Cristina de Borbón, a desviar fondos en el Instituto Noos. Se supone que luego de que estalló el caso de las estampillas, en mayo de 2006, se cambió la cara en un quirófano y nadie supo más nada de él.

Quizás porque cuenta con protección real o de la dirigencia política.