La columna de Hernán Brienza, «Hablemos de corrupción en serio», abrió un debate que se reflejó en las redes sociales, en algunos medios y hacia el interior de la redacción de Tiempo Argentino. 
Brienza fijó su posición personal sobre un tema que merece una discusión social profunda, más allá de pasiones genuinas o de oportunismos obvios. Los argentinos nos debemos debatir qué se esconde detrás del financiamiento de las grandes campañas electorales y cómo la corrupción –por definición condenable– está impregnando las acciones del poder privado y público; político, judicial o mediático, ahora, en la última década y siempre.  
Las palabras de Brienza pretendieron ser usadas para criticar a Tiempo y la labor que lleva adelante la cooperativa que desde el 24 de abril edita el diario en esta nueva etapa autogestiva. La opinión de un columnista no es la opinión del conjunto de los trabajadores del diario. No lo es ahora como no lo fue, obviamente, durante los casi seis años que Tiempo fue editado por Balkbrug SA y sus dueños vaciadores, beneficiados en su oscuridad a la sombras del Estado. Las evidencias lo confirman. Como también quiénes fueron los perjudicados por esa alquimia espuria: los trabajadores.   
En ese sentido, con la tranquilidad y los plazos necesarios para la producción que el tema requiere, desde la redacción de Tiempo se abre un debate que será reflejado a partir de la edición del próximo domingo, y que incluirá las distintas y firmes posiciones que la columna de Brienza generó entre los periodistas del diario. A la vez que se propone sumar las voces de lectores/socios de la cooperativa que quieran hacer su aporte. 
Abrimos el debate. No lo cerramos. Pero con los tiempos que imponen los propios trabajadores del diario autogestivo y no las líneas editoriales de otros medios, ni su intencionalidad  manifiesta. 
Así las cosas. Dueños de nuestras palabras. Pero siempre dispuestos a la confrontación de ideas que enriquezcan la pluralidad y que pongan luz donde hay oscuridad. De eso se trata. «