El peronismo vivió su semana más convulsionada desde las elecciones legislativas en un ambiente atravesado por las sospechas cruzadas, los recelos entre los distintos sectores y la sorpresa generada por la intervención judicial del partido. Fueron días agitados, en los que volvió a quedar en evidencia que el gobierno necesita –para su gobernabilidad actual y su reelección futura– la división del justicialismo. Si faltaba un ingrediente para que los dirigentes del PJ con responsabilidad de gobierno se sintieran víctimas de una advertencia, indirecta pero efectiva, por parte de la Casa Rosada, ese condimento llegó con la detención del exgobernador jujeño Eduardo Fellner. También extitular de la Cámara de Diputados, Fellner fue liberado en la mañana del sábado, tras 48 horas en prisión. Los momentos de tensión incluyeron el repudio por parte de diez gobernadores del PJ a una nueva aplicación de la doctrina de la prisión preventiva por riesgo de fuga o entorpecimiento de la investigación. Pero luego la atención del peronismo se concentró en la apelación judicial contra la resolución de la jueza María Servini de Cubría. Para los más optimistas, la Cámara Nacional Electoral de Alberto Dalla Vía y Santiago Corcuera no tardará en revocar el fallo con argumentos contundentes. Los más desconfiados, en cambio, creen que en la gestación de la idea de intervenir el PJ participaron algunos dirigentes del peronismo «dialoguista». Vinculan la operación con el fiscal de la UFIMA (Unidad Fiscal de Medio Ambiente) Eduardo Miragaya, cercano a la segunda de la AFI, Silvia Majdalani. Y se preparan para un escenario intermedio, en el que la cuestión se dilate sin definiciones de fondo: así se cumpliría el objetivo que le atribuyen al gobierno: impedir la realización de una gran PASO pan-peronista, organizada legalmente desde el PJ, en la que participen todas las corrientes internas, sin exclusiones de ningún tipo.

Si la intervención del PJ se prolonga en el tiempo, y Luis Barrionuevo sigue en el cargo cuando llegue el calendario electoral, estará en condiciones de fijar las reglas para la participación en las urnas. Eso significa que determinará la política de alianzas del partido: definir si el PJ se inscribe como eje central de un frente o coalición. El interventor también podría definir las condiciones para la inscripción de listas que pretendan competir en la primaria. Los primeros dichos de Barrionuevo reflejan que quiere evitar «abrile la PASO» al kirchnerismo, al que mandó a presentarse en la elección general, por su lado, con el sello de Unidad Ciudadana. Se trata de una estrategia sospechosamente afín a los intereses del macrismo. Dos frentes peronistas que se presenten por separado en las elecciones generales configurarían el mapa más favorable para Cambiemos: con el peronismo dividido en dos, para el oficialismo no sería una fantasía pensar en obtener el 40% y sacarle 10 puntos al segundo. Y así ganar en primera vuelta.  

Todos los sectores del PJ son conscientes de estos riesgos. En el peronismo que llama a modernizarse y a ofrecer garantías de racionalidad y gobernabilidad, con el planteo de que sin una actualización ideológica no se podrá representar a los sectores medios, la tesis de los dos frentes peronistas que compiten directamente en la general no provoca tanta preocupación. Algunos hasta la consideran deseable. Para este sector, que tuvo su expresión más reciente en Gualeguaychú, el riesgo de una PASO que contenga a todos sería que en la competencia interna se imponga el peronismo kirchnerista más sus aliados. Desde el kirchnerismo, lejos de toda ingenuidad, vinculan los movimientos de Servini y de Barrionuevo con la intención, justamente, de boicotear las PASO. «El pronunciamiento de Servini implica una derogación virtual de las PASO. Las soslaya como solución para el momento que vive el peronismo», remarcó en diálogo con Tiempo el abogado Héctor Recalde. Las mismas sospechas tiene el exjefe de Gabinete, Alberto Fernández. Para determinar quién alentó a Servini, Fernández propuso aplicar una máxima de la novela policial. «Dime quién se beneficia y te diré quién es el asesino. Y en este caso nos encontramos con que, en una semana, el mismo dirigente (por Carlos Acuña, barrionuevista y massista) que se opuso a que la CGT se reorganice, ahora pidió esta intervención del PJ, que lo que hace es profundizar las medidas divisorias del peronismo», dijo a este diario. «