El encuentro de la mesa nacional del Frente de Todos el jueves sirvió para medir fuerzas y aclarar intenciones. La cantidad de representantes que mostraron las fuerzas principales dio cuenta de cuánto pesa cada una hacia adentro de la coalición. Ése fue el marco en el que el presidente no sólo no lanzó su candidatura frente a Máximo Kirchner y Sergio Massa, como se especulaba, sino que, además, dijo que si otro u otra medía más, él se bajaba de su reelección. En concreto, la única candidatura de la que se habló el jueves fue de la de Cristina Fernández, a quien la dirigencia kirchenrista quiere postular, a pesar de que ella expresó su negativa.

El bancario de la CGT Sergio Palazzo -que ya comenzó la discusión paritaria con medidas de fuerza- y el titular de la CTA, Hugo Yasky, están encargados de conseguir esa audiencia con la vicepresidenta para los próximos días. Sin embargo, ese sector que se reunió con Máximo Kirchner el miércoles tiene un segundo objetivo: lograr una suma fija para levantar los salarios más bajos, que se deprecian mes a mes.

La suma fija no es sólo resistida por el ala albertista de la CGT representada en Héctor Daer, sino también por la massista, encarnada en Carlos Acuña.

Sergio Massa no quiere saber nada con una suma fija, ya que considera que, en un marco de inflación constante, podría disparar una espiralización de los precios. No quiere que haya más pesos circulando para que no se siga depreciando la moneda nacional frente al dólar, argumentan en su entorno.

Por eso que la pauta paritaria que marcan desde Economía es del 60% y, de hecho, a los docentes nacionales se les acaba de otorgar un 33,05% hasta julio, es decir, la mitad de esa pauta hasta la mitad del año.

Desde el núcleo sindical cristinista consideran que usar los salarios como ancla contra la inflación no solo es una receta neoliberal que no funcionó sino que además es castigar al propio electorado peronista. En ese marco, Massa y Fernanda Raverta anunciaron la ampliación de las asignaciones familiares, que alcanza a sueldos medios, también diezmados por la inflación, un pedido de Pablo Moyano, representante de uno de los sectores asalariados mejor pagos. Pero con eso solo no alcanza.

La contradicción entre el sindicalismo cristinista y el massismo por la suma fija no es menor. Desde que llegó Massa a la cartera de Hacienda, esas dos patas de la alianza de gobierno funcionaron en tándem. En todos los actos del Ministerio de Economía se sienta un dirigente cristinista.

Desde el massismo ven con buenos ojos esa distribución de la gestión, pero también del trabajo político. Cada sector representa porciones distintas del electorado, una segunda versión de la repartija que hizo el kirchnerismo con Alberto y que no funcionó.

Mientras a Massa le suben o bajan las «acciones» de su candidatura al ritmo del índice de inflación, a Cristina no tanto. La dirigencia bonaerense territorial -desde la intendenta Mayra Mendoza al canillita Omar Plaini- salió a mostrar que la vicepresidenta mide al menos 30% en la primera y tercera sección electoral bonaerense, sin siquiera haberse postulado.

La vicepresidenta fue la única que señaló que el crecimiento de la economía anunciado por Massa se lo iban a quedar “cuatro vivos” si no se recomponían los ingresos. Sin embargo, solo con avisar no alcanza y las distinciones palaciegas se licúan en el bolsillo. Y eso no le sirve a ningún candidato del oficialismo.

A todo esto, el entusiasmo dirigencial con referenciarse en una candidata que mida en las encuestas y poder negociar mejores posiciones en las listas deja de lado el hecho de que sobre Cristina pesa una condena en primera instancia cuya sentencia firme se puede activar a discreción. Y, sobre todo, tal como hicieron a mitad del año pasado, pesa la posibilidad de que incluyan a sus hijos en la persecución judicial, cosa que denunció de manera clara y pública en su descargo por su canal de Youtube. Más allá de las intermediaciones dirigenciales, el vínculo de Cristina con su electorado es directo, no mediado. Fue la que advirtió la pérdida de votos del peronismo, en 2021 y en 2022.

Por eso los dirigentes que armaron el operativo anti proscripción de Cristina y que se juntan periódicamente en Ensenada y en Avellaneda no hicieron públicos sus encuentros hasta el momento. El primero que se dio a conocer fue el del sindicalismo cristinista que juntó el miércoles con Máximo Kirchner y en donde además de pedir por la candidatura, piden por la suma fija, cuyo reclamo se había ido acallando despacio hacia fin del año pasado. Ambas iniciativas caminan de la mano. Y en caso de que caminen, pondría de manifiesto que dentro de la coalición gobernante decide Cristina por sobre Massa. Y su conducción quedaría posicionada en los hechos, sería “la candidata natural”, como dicen en el peronismo.

Algunos dirigentes sindicales especulan con que el acuerdo por la suma fija sería la primera vidriera de una posible fórmula ganadora, incluso en primera vuelta: Cristina-Massa. Sostienen que entusiasma porque contiene a todos los sectores del electorado del FdT y a la vez garantiza la conducción del ala más representativa de los sectores populares.

El oficialismo está casi obligado a ganar en primera vuelta, ya que en un balotaje Juntos por el Cambio puede sumar los votos de la ultraderecha que representa Javier Milei, no tanto por una adhesión real al bolsonarismo vernáculo sino apenas por marcar una expresión antisistema.

En el peronismo argumentan que la experiencia macrista está muy cerca y encima se muestra peor, pero a la vez saben que el Frente de Todos no cumplió con su promesa electoral de recuperación de los salarios e ingresos en general. La moneda, por ahora, está en el aire.