Daniel Scioli fue elegido como el nuevo ministro de Desarrollo Productivo tras una jornada de consultas entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Su designación se conoció el mismo día en que se le pidió la renuncia a Matías Kulfas, tras el enojo de la vicepresidenta por la acusación en off a funcionarios kirchneristas de demorar la licitación del gasoducto Néstor Kirchner.

Tras una jornada cargada de especulaciones, el presidente le comunicó al todavía embajador en Brasil su nuevo cargo en una conversación telefónica el sábado a la noche. Scioli agradeció y respondió que espera poder resolver temas pendientes en Brasil, por lo que habrá que esperar hasta el regreso del viaje de Alberto Fernández a la Cumbre de las Américas en Estados Unidos. Según pudo confirmar Tiempo, el excandidato cuenta con el visto bueno de la vicepresidenta.

De hecho, la incorporación de Scioli al Gabinete forma parte de la decisión de Cristina de ampliar la coalición, al igual que la invitación al exgobernador Juan Manuel Urtubey. Según pudo saber este diario, está convencida de la necesidad de darle fortaleza al Frente de Todos a través de la ampliación hacia nuevas figuras, para que las diferencias en la gestión puedan discutirse –palabra que definió en la exposición en Chaco– con madurez y no devengan en una ruptura de la herramienta política.

Daniel Scioli se reunió con Cristina Fernández de Kirchner el jueves pasado en el Senado. El sábado desayunó con Alberto Fernández en Olivos. No es el único dirigente que pivotea entre ambas figuras de la cúpula institucional, pero sí es uno de los hombres a los que ambos le tienen confianza.

El exgobernador bonaerense se había reunido con Cristina en el Senado a principios de mayo. Ella estaba interesada en saber cómo siguen las relaciones comerciales y políticas con Brasil, vínculo que el exmotonauta se encargó de cuidar en un delicado equilibrio entre el presidente actual, Jair Bolsonaro, y la figura creciente del que quizá sea el próximo mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva.

Scioli tiene buen vínculo institucional y personal con ambos dirigentes del país vecino. Además de llevar adelante una gestión comercial difícil entre Argentina y Brasil, su figura comenzó a tomar más peso en la política local a través de los viajes de los gobernadores e intendentes a San Pablo y Brasilia para potenciar los vínculos. Además, se presenta como promotor de la industria nacional, eje clave que destacó Cristina el viernes en forma de dardo para Techint, lo que produjo el enojo de Kulfas.

El grupo Techint fue beneficiado con la adjudicación del suministro de los tubos para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. A más  de una semana de la reunión de su CEO, Paolo Rocca, con el presidente en Casa Rosada, Cristina le pidió a la multinacional de origen argentino –principal productora de caños sin costura utilizados para la extracción de hidrocarburos– que traiga la línea de producción de chapa laminada que hacen en Brasil al país, para, además de generar trabajo local, no perder dólares del Banco Central.

Es que esa megaobra demorada por el macrismo y la pandemia ahora en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania se volvió clave y, según afirman, Cristina quiere verla terminada “cuanto antes” para pasar de importar gas al autoabastecimiento y la posterior exportación. En este contexto, el sector petrolero logró la semana pasada la apertura de los controles de divisas para ingresar y sacar dólares en momentos de restricción generalizada para el resto de la economía.

Foto: Presidencia

 Un albertista menos

Kulfas, autor de Los tres kirchnerismos era el economista preferido de Alberto. Estuvo con él desde la formación del Grupo Callao –que también integran Cecilia Todesca y el canciller Santiago Cafiero–, pero perdió el sillón más importante del gabinete económico a manos de Martín Guzmán, que venía con el visto bueno de Joseph Stiglitz. Cada vez que el kirchnerismo le apuntó, el presidente lo sostuvo. De hecho, fue protagonista en Casa Rosada la semana pasada del acto de promulgación de la Ley de Cáñamo Industrial y Cannabis Medicinal. Después del acto oficial, en diálogo con los periodistas, Kulfas se enojó cuando le preguntaron por la acusación del kirchnerismo que caracterizaba su política económica como “teoría del derrame”, debido a que los buenos números de la macroeconomía no se traducían en poder adquisitivo para los sectores populares, que ven diezmados sus ingresos por la alta inflación mensual.

Dentro del gabinete económico ya había perdido poder la semana pasada, cuando la Secretaría de Comercio Interior pasó de su órbita a Economía, que tiene intenciones de seguir sumando áreas. Una semana antes había sido cuestionado de manera pública por Cristina en Chaco cuando recordó que un “joven economista”, el codirector de la consultora económica CEPA Hernán Letcher, le había llevado una propuesta que fue descartada por pertenecer al kirchnerismo, a quien acusaba de tener un estilo poco dialoguista con el sector empresario. Sin embargo, la gota final fue la información en off que hizo saber a los periodistas que conversaron con él al terminar el acto de reconciliación de Cristina y Alberto, tal como consignó este medio, en el que acusó a los funcionarios kirchneristas de IESA, la ex ENARSA, de demorar la licitación de los caños para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.

La rapidez con la que el presidente decidió la expulsión de Kulfas del ministerio fue vista desde el universo cristinista como una demostración de que, después de mucho tiempo, el presidente escuchó a su vice. Más allá del nombre, estaban conformes con la decisión no solo por la política económica sino por el destierro –en lo formal al menos– de la metodología de discutir los lineamientos políticos a través de off con la prensa en lugar de dar un “debate abierto de cara a la sociedad”, como pide el kirchnerismo, y ejerce a través de cartas públicas.

Este sábado en el Plenario de Pensamiento Nacional y Popular que se organizó en la Universidad de Quilmes, el diputado Máximo Kirchner dijo: “Es éticamente reprochable hablar en off en desmedro del otro. Así siempre lo he expresado públicamente. No avalo esos procederes y comparto el malestar expresado por Cristina Fernández de Kirchner”. Además, defendió a los funcionarios a cargo de la empresa Enarsa, de quienes dijo que confiaba en su “integridad moral y en la idoneidad”. «

De Brasil a un ministerio clave

Daniel Scioli, embajador en Brasil a partir de la asunción de Alberto Fernández en 2019 y hasta ayer sábado, construyó a lo largo de su gestión una constelación de noticias sobre acuerdos comerciales con el principal socio de Argentina. El viernes se lo vio en el acto por los cien años de YPF, donde comenzó la escalada de conflicto que lo depositó en el Ministerio de Desarrollo Productivo en reemplazo de Matías Kulfas. Allí, una foto lo retrató caminando junto al dirigente social Juan Grabois. Hace pocos días compartió un acto en La Matanza en compañía de Fernando Espinoza, para comunicar la concreción de una misión comercial de empresarios del partido bonaerense a Brasil.

Acaso el principal mérito del exgobernador de la Provincia de Buenos Aires y excandidato presidencial en 2015 tenga que ver con qué Brasil le tocó para representar al país: sus fotos con Jair Messias Bolsonaro son puntos de jactancia para él, al acercar posiciones, al menos desde lo económico, abiertamente distantes respecto de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Scioli también representa un punto de acuerdo en medio de la tumultuosa interna del Frente de Todos. Llega a un ministerio con poco volumen político y mediático, apenas subrayado con los números de inflación mensual hasta que la Secretaría de Comercio pasó a la órbita de Economía.