El acuerdo que sellaron Patricia Bullrich, Javier Milei y Mauricio Macri tiene puntos indigeribles para los socios de Juntos por el Cambio. Se enteraron por los medios de un pacto que no les consultaron, pero que veían venir desde que la exministra les contaba a radicales y larretistas de las propuestas que había recibido del expresidente para acercarla al líder de La Libertad Avanza. El costado más insoportable, inquietante, es que ahora la derrotada candidata presidencial se adjudica la propiedad exclusiva de los 6.267.152 que, junto al mendocino Luis Petri, reunió en las elecciones del domingo pasado.

Ese botín de voluntades no sólo es parte de la disputa de la campaña que comenzó apenas Bullrich reconoció la derrota. Es uno de los contornos de la implosión de JxC y asoma determinante para el resultado de la segunda vuelta entre Sergio Massa y Milei. Cerca de la excandidata hacen números y aceleran el armado de equipos para las próximas tres semanas. Macri, al frente de una de las contorsiones políticas más importantes de su carrera, será una especie de CEO de la campaña de Milei, sobrevolará todos los temas pero buscará mostrarse poco. Sabe que la alta imagen negativa que tiene puede ser un abrazo de oso para el economista de ultradrecha y enterrarlo en la derrota. Algunos macristas de paladar negro se ilusionan y aseguran que, si le sale bien, el magnate habrá concretado una potente migración de votos de JxC hacia a Milei, en una disputa feroz de ese botín, pero sin la dirigencia con la que ya no quería articular ni una reunión política para reabrir negociaciones perdidosas. Al expresidente no le gusta ser minoría en el partido que fundó y mucho menos estar atenazado por dirigentes que considera como virtuales empleados.

En el gobierno porteño, cerca del alcalde saliente Horacio Rodríguez Larreta, y también en las tribus del radicalismo aseguran que no hace falta echar a Macri o Bullrich de JxC porque se fueron solos. No es lo que piensan cerca del magnate y de su exministra, que ahora transitan la nueva etapa de una relación inestable que tuvo picos de tensión y distanciamiento desde que Macri ponderaba y elogiaba a Milei desde la derrota de Bullrich en las PASO. Ni el expresidente ni la excandidata piensan resignar ningún lugar de poder dentro del PRO y tampoco en JxC. Esperarán a que concluya la aventura que pactaron con Milei. Después del balotaje del 19 de noviembre, con los resultados en la mano, aseguran que se definirán los futuros liderazgos, en especial, para esta reconfiguración de la representación del electorado de derecha y ultraderecha en la Argentina.

Bullrich cree que está en condiciones de traccionar el 70% de los votos de JxC a favor de Milei. El cálculo del optimismo que comunican en el entorno de la excandiata varía entre 4.400.000 y 5.000.000 de voluntades a favor de Milei, como parte de una ultrapolarización con el peronismo, pero con foco en el kirchnerismo. Desde esa perspectiva estiman que los votos radicales ya se fueron y que podrían recibir la mitad de la cosecha de Juan Schiaretti. Junto a Florencio Randazzo el domingo sumaron 1.784.315 votos en todo el país. Casi siete puntos para nada desdeñables que, según el mapa de arena que tiene Bullrich, podría aportar casi un millón de votos más para Milei.

Las perspectivas que construyen en el PRO tienen su lógica política. Las aspiraciones surgen luego de una ruptura de hecho en el seno del partido amarillo, donde sus autoridades y su fundador no convocaron a ninguna instancia para formular su apoyo a Milei. El optimismo del macrismo de paladar negro tiene una sola obsesión: que Milei supere los 9.645.983 votos que cosechó la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi en la primera vuelta y la ganó con el 36,68%.

Sólo una apuesta ganadora sobre el futuro resultado puede poner debajo de la alfombra la lectura de los malheridos. Los más decepcionados con Bullrich y Macri opinan que el respaldo a Milei le podría sumar diez puntos y llevarlo a los 40. De ahí en adelante comienza una pelea durísima con el oficialismo. Massa podría ser beneficiado por la migración de una parte del voto radical que no opte por el voto en blanco o elija pegar el faltazo. Ahí se juega otra variable que prefieren eludir los optimistas del PRO que ya trabajan para Milei. No se sabe cómo hará Milei para recuperar la iniciativa cuando ha pasado una semana completa a merced de la interna de JxC, con un Macri omnipresente que ya comienza a desatar resistencias y posibles fracturas dentro de La Libertad Avanza

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«Nadie ha amenazado con irse luego del apoyo de Bullrich, es una operación», contestaron cerca de Milei para minimizar el impacto interno. El economista sólo compartió la decisión con su hermana Karina y en su entorno niegan que haya resignado alguna de sus propuestas. «No hay acuerdo. Hay apoyo. No implica que Macri y Bullrich tengan roles en la campaña. Tampoco se modifica el plan de gobierno de Javier», remarcaron en LLA. El argumento busca transmitir que Milei no resignó el plan de dolarizar la economía. Si lo hace podría afrontar la partida de una parte de su equipo, encabezada por Emilio Ocampo, nominado por Milei como presidente del Banco Central en caso de ganar las elecciones. «Lo va a cerrar, tiene la misión de cerrarlo», anunció el candidato hace un mes.

La soledad de Milei para tomar decisiones lo emparenta con el método que le gusta a Macri. Así como provocó un estallido en el PRO, también lo ha hecho en LLA. Una forma de evitar una crisis en medio de la campaña será negar que hay cambios en las definiciones electorales de Milei. Los nuevos socios de la «casta» que había prometido combatir deberán ser moderados en sus apariciones. Ni Bullrich ni Macri acompañarán a Milei en sus recorridas, pero el magnate buscará aportarle todos los fiscales que pueda y financiar la campaña. Cerca de Macri negaron que hubiera ofrecido 15 millones de dólares pero aseguraron que buscará reunir una dosis de dinero al armado proselitista de las próximas semanas.

Hay otro aporte que va más allá de llenar la soledad de Milei para armar un eventual gobierno. «Nosotros le aportamos racionalidad al loco y eso lo van a saber apreciar hasta los gobernadores radicales que van a pedirnos ayuda cuando tengan que hablar con Milei, si ganamos», resumió un dirigente del PRO que al cierre de esta nota seguía contabilizando los pronunciamientos de distintas provincias.

Las filiales macristas de Formosa, Santiago del Estero y Corrientes ya se sumaron a la decisión de Macri, en un espejo con el operativo que lidera Cristian Ritondo, titular del bloque del PRO en la Cámara de Diputados. Impulsa un pronunciamiento a favor de Milei con 32 de las 48 bancas que tendrá el conglomerado hasta diciembre. Después vendrá un abrupto achicamiento del interbloque de JxC, que perdió 23 bancas y tendrá 94 cuando actualmente reúne 117.

La apuesta de Ritondo es como la de Bullrich. Aspira a presidir la Cámara Baja si Milei gana, pero su base será más chica que las 32 firmas que ahora juega como el anticipo de un cisma que empodera provisoriamente a Macri. El expresidente también es víctima de sus decisiones y  por ahora camina solo dentro del partido que fundó. Si mueve algunos candidatos para ministerios serán de su mayor confianza. Su agenda tampoco abunda de ministeriables ahora que no cuenta con el apoyo de los demás socios de JxC. Las dos partes niegan una definición de este tipo en este momento de la campaña. Otras fuentes del PRO arriesgan que Macri habría propuesto el regreso de Germán Garavano a Justicia, Jorge Triaca a Trabajo y Guillermo Dietrich a Transporte. En LLA lo niegan, insisten que no han cedido ni una cuota de poder.

La crisis interna de JxC parece decisiva. El futuro de la marca, de la alianza y del PRO están en duda. La primera reacción preventiva, antes de que Macri oficializara el cisma, surgió de los 10 gobernadores electos y en ejercicio de JxC, donde el radicalismo es mayoría con cinco mandatarios y el PRO sólo controla tres, con dos aliados que se referencian en el larretismo. En esa mesa está el poder real de JxC después de haber quedado afuera del balotaje tras una derrota que redujo drásticamente su presencia en el Congreso. El peso de los gobernadores  alcanzó a contener los riesgos de fractura en el Senado, pero no tendrá llegada a Diputados, donde es cuestión de tiempo para que surjan los pronunciamientos contra Ritondo por su decisión de sumarse a la ruptura. Los mandatarios provinciales seguirán escudándose en la presidencia para garantizar la gobernabilidad de sus terruños pero aseguran que tampoco tienen margen para ir en contra de su propio electorado por más miedo que les provoque Milei y su propuesta de terminar con la coparticipación, una posibilidad remota que podría provocarle a un eventual gobierno de ultraderecha una dura pelea en la Corte Suprema con resultado posiblemente negativo. 

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La UCR no terminó de procesar el golpe. Este lunes tendrá una posibilidad de catalizarlo. Se cumplirán 40 años de las elecciones del 30 de octubre de 1983, cuando Raúl Alfonsín ganó las presidenciales con el 51,75% de los votos frente a su competidor peronista Ítalo Luder, que llegó al 40,16%. Todos los pelajes radicales se pronunciarán este lunes, ante una jornada litúrgica para la UCR que fue el preludio de la recuperación democrática del 10 de diciembre.

La conmemoración será útil para que el radicalismo se muestre unido ante la crisis de JxC, pero también será una oportunidad para profundizar una coincidencia que unifica a los radicales: votar en contra de Milei y habilitar una silenciosa libertad de acción en distintas provincias. Desde Jujuy, donde el gobernador y titular de la UCR, Gerardo Morales, tiene un acuerdo local con el Frente Renovador de Sergio Massa, hasta la Capital, donde Evolución Radical, liderada por Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, también podría hacer una diferencia para demostrarle a Bullrich que «con los votos ajenos no se jode».

A ese eje se suma Maximiliano Pullaro, gobernador electo de Santa Fe y un nuevo jugador en el mapa de poder de la UCR y de JxC, porque responde a Lousteau y no a Morales. En esa premisa hasta cuentan con Luis Brandoni, admirador de Macri, que ya reconoció que Milei «le da asco». La expresión visceral refleja los límites de la operación que lidera Macri. El magnate apunta a reunir la mayor cantidad de votos antiperonistas detrás de Milei, pero las representaciones políticas de ese arco ideológico están cada vez más enfrentadas entre si. «Si la campaña del miedo que articula el gobierno le entró, entonces va a ser muy difícil para Milei. Pero si eso no sucede, todavía tenemos una chance», aseguran en el PRO que responde a Macri. Siguen en shock, pero esperanzados.