Más de 12 años después de la primera condena a prisión perpetua, el excomisario bonaerense Luis Abelardo Patti volverá a ser juzgado por los crímenes cometidos contra el exdiputado nacional peronista Diego Muñiz Barreto y su secretario, Juan José Fernández.

El juicio arranca este viernes a las 11. Se hará de manera virtual y estará a cargo del Tribunal Oral Federal 2 de San Martín, integrado por Walter Venditti, Matías Mancini y Esteban Rodríguez Eggers. La familia Muñiz Barreto, representada por Pablo Llonto, es querellante en la causa junto a las querellas institucionales de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense.

Muñiz Barreto y Fernández fueron secuestrados por Patti, entonces oficial subinspector de la Policía Bonaerense, en una carnicería de Escobar el 16 de febrero de 1977 y llevados a dos comisarías de la zona y luego al centro clandestino de detención de Campo de Mayo. Desde ahí, dos semanas después, fueron trasladados hasta Entre Ríos y los arrojaron dentro de un auto al río Paraná. El plan de los represores era que pareciera un accidente, pero Fernández logró salir del auto, escapar y contar la historia a la familia de Muñiz Barreto, quien murió en el lugar.

En 2011, Patti fue condenado junto a otros expolicías y militares por crímenes de lesa humanidad. Entre otros delitos, fue considerado responsables del secuestro y las torturas sufridas por Muñiz Barreto y su secretario. Pero su responsabilidad en el homicidio no fue juzgada ya que, durante la instrucción, el juzgado de San martín lo había sobreseído por esos delitos.

El expediente pasó por todas las instancias, hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al pedido de las querellas y de la fiscalía y dio marcha atrás con el sobreseimiento, por lo que Patti quedó procesado como partícipe necesario del homicidio de Muñiz Barreto y el intento de homicidio de Fernández por el que ahora será juzgado.

La causa lleva ya más de 15 años. La familia Muñiz Barreto inicio la querella el 6 de marzo de 2007, al cumplirse 30 años de su muerte. En ese momento, Patti era diputado electo pero la gran mayoría de la Cámara baja le había impedido asumir. Un año después, en 2008, sería detenido por este crimen y por otros cometidos durante la dictadura y condenado en tres oportunidades a prisión perpetua.

La participación de Patti en los hechos ya había quedado clara a las pocas horas del secuestro. Mientras Muñiz Barreto y Fernández estaban desaparecidos en la comisaría de Escobar, lograron mandar notas a sus familias a través de los presos comunes. Sobre lo que ocurrió después, las familias se enteraron a partir del relato de Fernández, quien escribió en detalle los recuerdos de ese día y se los hizo llegar desde el exilio en España, donde murió en 1985.

En ese texto, Fernández rememoró que en Campo de Mayo, en la madrugada del 6 de marzo, les dijeron que iban a recuperar la libertad, y que se tenían que afeitar y cambiar como cuando habían sido detenidos. Luego, un grupo de tareas los metió, atados y encapuchados, en el baúl de dos Falcon y los llevaron hasta Entre Ríos.

Fernández recordó que Muniz Barreto les pidió agua a sus captores, quienes le contestaron: “Dentro de un rato vas a tener toda el agua que quieras”. “A raíz de este comentario sobre el agua y por la forma en que lo decían, comencé a pensar que nos tirarían al río o nos ahogarían, y que alguna relación con el agua iba a tener nuestra muerte”, escribió.

Al llegar a un sector apartado de la ruta, les inyectaron con una droga. A Muñiz Barreto lo durmió pero a Fernández, quien tenía 26 años y practicaba rugby, no le hizo efecto, aunque simuló estar desmayado. Los metieron en el Fiat 128 de Fernández, les pudieron los documentos y dinero en los bolsillos y los arrojaron al río en medio de la noche.

Desde el auto sumergido, el joven logró salir por una rotura en el parabrisas y nadar hasta debajo de un puente, donde permaneció escondido. Cuando la patota se alejó, regresó a rescatar al exdiputado, pero ya había muerto.

Los días que siguieron no fueron fáciles para Fernández. En su intento de volver a su casa, fue nuevamente detenido por la policía provincial y mintió para evitar caer nuevamente en manos de la patota: “Dije que se trataba de un accidente que se había producido a raíz de un encandilamiento y que, tras perder el control, el auto se había desbarrancado siendo yo despedido del mismo e ignorando el destino de mi acompañante. Dije esto ya que pensaba que si había una posibilidad de quedar en libertad, era desvinculando el supuesto accidente del hecho real ya que de conocerse este último no me cabía ninguna duda de que por lo menos los cinco que eran un instrumento del aparato que había querido asesinarnos y que había fallado en mi caso, lo intentarían nuevamente”.

La estrategia le funcionó, ya que tras pasar varios días en prisión, fue finalmente liberado más de una semana después. “Cuando el 18/3 me comunican que por disposición del sr jefe de área 226 sería puesto en libertad, también pese que se trataba de una maniobra y que me matarían a la salida. Afortunadamente, esto no ocurrió. Pude llegar a Bs.As. y allí, antes de abandonar el país, escribir este informe”, finalizó.