Durante los últimos meses, encriptado bajo un panorama económico desolador y un sinfín de internas que parecían poner en jaque al proyecto frentetodista, el gobierno, el oficialismo, se convirtió en una hoguera de cruces y pases de factura. Los altos índices de inflación y la falta de resultados en frentes sensibles de la política económica configuraron un escenario de incertidumbre que el ejecutivo, a pesar de innumerables intentos, no logró desarmar. Pero, a pesar de la batería agotada y un futuro complejo en puerta, un factor externo logró abrir una nueva ventana.

Desde que el fiscal Diego Luciani pidió la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos para la vicepresidenta en la Causa Vialidad, la figura de Cristina Fernández recobró protagonismo absoluto. Se sumaron una serie de eventos, que comenzaron con vallas en los alrededores de su domicilio, seguidos con una cruda represión por parte de las fuerza de seguridad porteña, y culminaron con el peor atentado contra la democracia desde 1983, el intento de asesinato de CFK por parte de Fernando Sabag Montiel.

Sobre el impacto político de las últimas dos semanas, , Analía del Franco, socióloga y directora de Analía del Franco Consultores, sostuvo: «El pedido de inhabilitación por parte del fiscal le dio la voz de mando a Cristina, lo que tranquilizó a los sectores que no estaban de acuerdo con la poca centralidad que su figura estaba teniendo en el gobierno. Sin dudas, esta situación ayudó a consolidar al Frente de Todos».

En congruencia, Hilario Moreno del Campo, director de la consultora Dicen, afirmó: «La acción del fiscal fue cohesionadora para dejar de lado los ejes en los que sí existen diferencias entre quienes componen el gobierno. El resultado concreto fue lograr que el oficialismo vuelva a reunirse en un mismo punto común».

En cuanto al rol de la oposición, comandada mayormente por Juntos por el Cambio, el politólogo apuntó que los efectos políticos inmediatos no son los esperados.  «No sólo tienen a todo el peronismo en contra sino que además existen diferencias internas respecto a la resolución de este caso, como lo hicieron notar Miguel Ángel Pichetto, Facundo Manes y otros sectores del espacio. Llama la atención que, en vez de continuar por el mismo sendero que todo el partido, decidan exponer sus diferencias. Estas situaciones los obligan a tomar partido y genera conflictos inesperados puertas adentro, aunque, muchas veces, la mayoría decide no comentarlas públicamente para evitar desastres mayores».

La unificación del discurso de una coalición gobernante que, hasta hace algunas semanas, parecía pender de un hilo, reconfiguró el panorama político y dio lugar a que el peronismo se relance. Sin embargo, y a la luz de los hechos tras el atentado que sufrió la vicepresidenta en la puerta de su casa, la intensa polarización y el mal humor social continúan siendo piedras difíciles de remover para el oficialismo.

Gustavo Córdoba, licenciado en ciencia política y director de comunicación en Zuban-Córdoba, sostuvo que «mucha gente tiene una posición poco favorable hacia gobierno. A pesar del intento de canalizar a su favor estos hechos, la imagen de la vicepresidenta tiene un amplio margen negativo que difícilmente pueda revertir. Incluso, lo más probable, es que el resultado de estos hechos desemboque en una mayor profundización de la llamada grieta».

Sobre esto, Córdoba y Del Franco concuerdan en que la imposibilidad del arco político de encontrar consensos, y un empuje real hacia una mejora macro del país, apunta a que espacios de ultraderecha, que tienen a la figura de Javier Milei como protagonista indiscutido, sean los mayores beneficiarios de esta situación. «La virulencia discursiva de las dirigencias se hace eco en una sociedad intolerante con las instituciones. Gran porcentaje de la población está enojada con la dirigencia política. Por eso, deja lentamente de tenerla como opción y empieza a darle espacios a estos fenómenos que lejos están de respetar un sistema democrático tradicional», analizó Córdoba.

Moreno Del Campo, por su parte, sintetizó: «Lo que garantizará el éxito o fracaso de esta nueva etapa será la capacidad de Sergio Massa de recomponer –o no– la situación económica. Aunque parezca que no existe relación, la única cuestión que atraviesa al peronismo en particular, y a los progresismos de la región en general, es lograr concretar un orden que genere bienestar. Si el gobierno logra capitalizar este suceso con la baja concreta de la inflación y una recomposición de los ingresos y la economía, podrá generar un efecto favorable de cara al año que viene”.

A pesar de que este panorama, los tres especialistas concordaron con la idea que también repiten, casi hasta el cansancio, quienes integran el FdT: falta una vida hasta 2023. «