Hace muchos años un compañero sanjuanino nos repetía en las reuniones de círculos militantes esta frase, que refería a que no todo se lograba con voluntarismo, con el necesario empuje, con las ganas. Hay que agregarle estrategia, táctica, decisión política, organización.

Compañeras y compañeros que ocupan espacios de decisión política en la implementación de programas y presupuestos públicos parecerían estar presos – algunas veces- de esta tentación voluntarista. Sin estrategia, tácticas, ni menos que menos, decisión política, transitan ya el tercer año de gestión, con pocos logros que entusiasmen al resto de nuestras fuerzas políticas del Frente de Todos. 

Las políticas públicas acertadas de salud en la pandemia, la compra y distribución de millones de vacunas, los refuerzos de ingresos para los universos de poblaciones con ocupaciones informales, el sostén de empresas y empresarios a través de haber subsidiado meses su actividad para que no cierren las puertas de sus comercios y empresas, y eviten los cierres y despidos masivos, con la consecuente caída del consumo interno, e ingresos familiares, construyeron una épica que ha quedado desdibujada al fragor de las necesidades que a diario se devora la voracidad empresarial y de los grupos económicos concentrados a través de su arma favorita: la inflación.

La enorme caída en la participación de los ingresos de los sectores populares en los últimos siete años ha sido demoledora: de 45,3% en 2016 (comienzos de gobierno de Macri); al 33% actual. 

Aún con el actual horizonte de caída del desempleo, que se calcula en algo más del 7% en el segundo semestre del 2022 –un dato incontrastable y enorme a favor de nuestra gestión-; no nos resignamos a cientos de miles de trabajadoras y trabajadores formalizados pobres, que no llegan a fin de mes. Trabajan 8 horas, son trabajadores formales, y son pobres.

Inaceptable para una cosmovisión peronista.

“El kirchnerismo recibió el gobierno con un 54% de pobreza, y dejó 20% cuando se retiró Cristina. Lo tomó con 27% de indigencia, y lo dejó con 4%. Cuando Néstor asume, había un 28% en términos de distribución del ingreso (para los trabajadores), y lo dejó con 51,8%”, dijo Artemio López. 

¿Por qué CFK despierta esta pasión en un sector tan importante de la ciudadanía? Con la mayoría de los medios de comunicación en contra, con los conglomerados judiciales -mediáticos- y de los grandes agronegocios saboteando su gestión. ¿Por qué? Se responde sola,  sin magia.

La consecuencia de la actual coyuntura es la falta de épicas, el debilitamiento de las energías que necesitamos para las luchas que se avecinan este 2023, y que CFK sintetizó en una sola frase: “Democracia sin Mafias”. 

Nuestra democracia, próxima a cumplir cuarenta años, todas y todos sabemos lo que nos costó recuperarla.  Y todas y todas debemos estar enterados cuales son las mafias que atentan contra su normal desarrollo. Pero a la Democracia hay que ayudarla. Convocando a las fuerzas del Pueblo (con mayúscula: sujeto social organizado). Promoviendo las épicas necesarias para estar en las calles movilizados, acertando en las políticas que nos motiven a levantar bien alto nuestras banderas. Poniendo en marcha las medidas de políticas públicas que profundicen los mecanismos de consolidación y mejor vida para las grandes mayorías.

“Detrás de mi vendrá el que bueno me hará”, fue una frase que popularizó Juan Domingo Perón. 

Los peronistas no nos podemos resignar a ser mejores que los más malos.

Nuestra obligación militante es enamorar, para que la política enamore y vuelva a ser instrumento de la transformación social, y de mejoras en las condiciones de vida de nuestras comunidades, de nuestros Pueblos.

Vuelve la militancia.