El histórico dirigente radical Federico Storani definió la elección de Córdoba como una “tragedia” política para su partido. Tenía motivos para hacerlo. Además de la enorme distancia que Juan Schiaretti le sacó a sus seguidores, los radicales Mario Negri y Ramón Mestre, que fueron divididos, los boinas blancas perdieron un bastión central de su estructura territorial, la capital mediterránea, que no estaba en manos del peronismo hace casi medio siglo.

La sensación de evaporación vuelve a recorrer a la estructura dirigencial del partido centenario, que luego de la crisis del 2001 estuvo al borde de la disolución. Este frío gélido en la espalda no es un dato menor. Pega en la línea de flotación de lo que sustentó el acuerdo con el macrismo en 2015. Los sectores que impulsaron la alianza y ganaron la discusión interna basaron buena parte de su argumentación en una estrategia de recuperación partidaria. “De abajo hacia arriba”, repetían los operadores políticos radicales hace cuatro años, cuando se formaba Cambiemos. Desde el punto de vista electoral, las contiendas de 2015 y la de 2017 les habían dado la razón. Sólo en provincia de Buenos Aires los radicales duplicaron la cantidad de intendentes que tenían.

Sin embargo, el capitalismo financiero es inexorablemente volátil y sus efectos electorales también. La recuperación de abajo hacia arriba ahora parece traducirse en un hundimiento de “arriba hacia abajo”. El fracaso del modelo económico de Mauricio Macri tiene entre los destinatarios del voto castigo a los aliados del PRO.

A la hora de analizar el resultado cordobés, los boinas blancas disidentes, que han sido críticos de su partido y del gobierno nacional, reparten responsabilidades en dos lugares: la situación económica y la presión del ejecutivo para que no haya una interna entre Mestre y Negri, lo que terminó dividiendo a la fuerza centenaria.

El motivo por el que no hubo competencia para definir el candidato fue que Marcos Peña temía que en Córdoba se repitiera el escenario que tuvo La Pampa en febrero. Allí, la interna de Cambiemos le dio el triunfo al candidato radical Daniel Kronebergerg y no al impulsado por la Rosada, el colorado Carlos Mac Allister. Ante esa posibilidad, el jefe de ministros apuntó a poner por la fuerza a Negri, que tenía el respaldo de Macri, pero terminó provocando una fractura.

En este contexto llega, en poco menos de dos semanas, la Convención Nacional del radicalismo y la elección de Córdoba tendrá su efecto. La mayoría de los convencionales de esa provincia, por ahora, vienen con la posición de patear el tablero de la alianza con el PRO, responsabilizando a la Rosada por el cataclismo electoral.

El escenario que por ahora se cocina, por lo bajo, y teniendo en cuenta que la UCR sigue siendo una estructura de alcance nacional, es menos determinante. Se trata de una posible libertad de acción acordada, es decir, que no se imponga una sola estrategia de alianza posible y que cada tribu y distrito resuelva a su manera.

Los que ejercen ese mandato aún antes de que se plasme formalmente son los que impulsan un acercamiento con Roberto Lavagna. Entre ellos hay algunos que se opusieron a la alianza con el macrismo desde siempre, como Ricardo Alfonsín, y otros que en su momento estaban de acuerdo con la formación y ahora la cuestionan, como el propio Storani.

El primer día de esta semana hubo una reunión de ese grupo con Lavagna. Fuentes que participaron del encuentro le dijeron a Tiempo que el economista estaba “muy contento” con el resultado cordobés, ya que considera a Schiaretti -quizás en un exceso de confianza-parte de los caciques que sostendrán su candidatura presidencial. Lavagna, contaron las mismas fuentes, cree que recibirá respaldo de varios gobernadores peronistas, entre ellos el cordobés. Además, considera que el debate sobre la realización de la PASO en Alternativa Federal está saldado de ante mano porque en su entorno -incluido el propio Miguel Pichetto- dan por sentado que Sergio Massa tiene cerrado un acuerdo con Cristina Fernández de Kirchner. Todo, por ahora, sigue en la zona del misterio.