Cristina Fernández reflotó la iniciativa de consulta popular en el Senado. El proyecto que lleva las firmas de Oscar Parrilli y otros senadores de confianza propone ampliar esa herramienta de participación popular en un contexto que ella caracterizó en Chaco de «insatisfacción democrática», una “falta de respuesta, por parte de los estados nacionales, a las distintas demandas de las sociedades”.

El proyecto es una modificación de la ley ya existente en función de hacer más accesible su uso por parte, ya sea de las organizaciones de la sociedad civil o también de legisladores. La actual Ley 25.432 establece que una convocatoria a consulta popular vinculante deberá tratarse en una sesión especial y ser aprobada con el voto de la mayoría absoluta de miembros presentes en cada una de las Cámaras. En términos jurídicos, todo lo que no es simple mayoría es una mayoría especial, por lo que el proyecto de Parrilli propone sacar el término «absoluta» del texto de ese artículo para que se pueda convocar con una mayoría simple, la mitad más uno. A la vez, se amplía la cantidad de temas que podrán ser sometidos a este mecanismo de democracia directa. Por lo pronto, este miércoles ya hubo una reunión de comisión de Asuntos Constitucionales para empezar a abordar el tratamiento.

Fuentes del Senado explicaron a Tiempo que esta propuesta sorprendió en medio de la agenda parlamentaria tensionada por los proyectos que tienen origen en el Ejecutivo y las iniciativas nacidas en Diputados. La vicepresidenta pide avanzar con este proyecto que, aseguran, viene rondando por su mente desde hace varios años y no está en función de ninguna necesidad política actual, ni siquiera, la iniciativa “del Fondo para el Fondo”. “Es un proyecto de profundización de la democracia. No hay un por qué táctico, vincular la consulta popular con alguna necesitad coyuntural es bajarle el precio a la iniciativa”, explicaron fuentes del bloque de senadores del Frente de Todos.

En el Senado destacan que la idea surgió a principios de año, justo después de que la vicepresidenta se pronunciara en Plaza de Mayo contra las imposiciones del FMI a los gobiernos democráticos. Luego vino el acuerdo con el Fondo, que fracturó el frente oficialista y la discusión tomó otro rumbo. En el despacho de Parrilli sugieren buscar el sustento ideológico y filosófico en el discurso de Cristina en Bélgica en mayo 2017.

Mucho antes de que apareciera Javier Milei en el horizonte para señalar a una “casta política” y terminara siendo diputado, frente a los diputados europeos, la expresidenta planteó: “Se me ocurre la necesidad, para no poner en crisis la democracia, entre otras cosas, construir nuevas arquitecturas institucionales aprovechando la extraordinaria difusión de las redes sociales. Mecanismos por los cuales los ciudadanos puedan reclamar, exigir el cumplimiento de los programas electorales. Esto es clave para la construcción democrática. Esto es clave, además, para detener el avance de la derecha. Porque el avance de la derecha se hace también sobre la destrucción de la política y la democracia. Preservar a la democracia, preservar los contratos sociales entre los ciudadanos cuando votan y los dirigentes cuando llegan al gobierno, no es solamente una cuestión de convicciones o de ética, es una cuestión de continuidad y seguridad democrática. No habrá democracia y las derechas seguirán avanzando en la medida que todo sea igual, sea igual decir la verdad que mentir. Y es más, luego el neoliberalismo se tuerce y dice: la política y los políticos son todos iguales para finalmente siempre proponer situaciones extremas, salidas por derecha, que es típico de toda sociedad en desesperación”.

Según explicaron fuentes parlamentarias, el objetivo es buscar una herramienta para mejorar la relación entre sociedad o pueblo y la dirigencia, en un momento en que el sistema político es objetado y hay descreimiento en el funcionamiento de la democracia. Son herramientas que revinculen la sociedad con la política, una forma de mejorar la democracia como mecanismo de organización social e institucional.

A diferencia de Milei, la palabra “casta” fue usada por la vicepresidenta para caracterizar al poder judicial y su funcionamiento. “Estamos a merced de la casta. Un gobierno popular gana y aquello que dijo que iba a hacer no lo puede concretar porque las mayorías en el congreso y los poderes establecidos se lo impiden. Hay que ampliar y profundizar la democracia popular”, sintetizaban.