Si uno de los objetivos de la gira presidencial por Europa era tomar distancia de la interna oficialista, los hechos demostraron que no fue cumplido. Durante el recorrido, Alberto Fernández no paró de hablar de sus diferencias con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Antes de concluir la gira, el presidente confirmó que volverá a viajar dentro de tres semanas para participar de la IX Cumbre de las Américas, que se realizará en Los Ángeles, Estados Unidos. La misión no será fácil. Fernández tiene que hacer equilibrio entre su rol como presidente temporario de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), integrada por países que fueron excluidos del encuentro, y la reunión bilateral que busca concretar desde hace casi dos años con su par norteamericano, Joe Biden.

Mientras estaban por Europa, los integrantes de la comitiva se enteraron de la advertencia que lanzó el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. «Aun con las diferencias tenemos que dialogar y hermanarnos, queremos que se invite a todos», dijo este martes para rechazar la decisión de Estados Unidos de no invitar a la cumbre a Cuba, Venezuela y Nicaragua. AMLO no está solo. El mandatario boliviano, Luis Arce, hizo el mismo planteo. Al igual que su par mexicano, deslizó que no asistirá si se mantienen esos tres países excluidos, aunque eso no implica un portazo porque en su lugar estaría el canciller boliviano. Lo mismo sucede con el mandatario azteca. Podría enviar a su ministro de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. La flamante mandataria hondureña, Xiomara Castro, fue tajante: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”, sentenció la amiga de CFK. Ebrard recordó que en la VI edición que se realizó en Cartagena de Indias, Colombia, la mayoría de los países apoyó que Cuba sea invitada. Esta semana reclamó lo mismo luego de las declaraciones de AMLO.

Las declaraciones obligaron a Fernández a pronunciarse en plena gira. «Eh, sí, tengo pensado ir, pero les pido a los organizadores lo mismo que les pidió López Obrador: que invite a todos los países de América Latina», cintureó el presidente en la entrevista que le concedió a la cadena Deutsche Welle, luego de ser recibido por el canciller alemán, Olaf Scholz. Ante los planteos, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, aclaró que las invitaciones todavía no han sido enviadas. Con eso reavivó el suspenso de que Biden retome, como le pide México, la política de Barack Obama con Cuba. Biden fue vice del primer mandatario de origen afroamericano. Ambos buscaron reanudar las relaciones diplomáticas con La Habana, con el guiño del Papa argentino Jorge Mario Bergoglio. Todo ese giro de la administración demócrata se deshizo con la llegada del republicano Donald Trump. Biden lo sucedió, pero no alteró el embargo económico que rige desde 1960, ni cambió la política de endurecimiento que le dejó su antecesor, ni siquiera en medio de la pandemia.

“Yo no descarto que Biden haga la invitación a todos. Me dio gusto que ayer en la Casa Blanca, todavía, y es cierto, se sostuvo que no se han girado las invitaciones”, dijo AMLO luego de la aclaración de la Casa Blanca.

Ante ese escenario, Fernández tiene claro que asistirá a la cumbre que se extenderá del 6 al 10 de junio y transita la incertidumbre de las convocatorias con el pedido de invitarlos a todos. En las próximas semanas posiblemente afronte nuevas señales de Washington sobre la realización de la cumbre.

En la capital norteamericana no descartan que el exsenador demócrata Christopher Dodd, que fue designado por Biden como representante especial para la IX Cumbre, visite Buenos Aires a fines de mayo, dentro de una gira por América del Sur, similar a la que concretó por todos los países del Caribe esta semana. Sin las invitaciones formuladas oficialmente y con todos los países de la Celac expectantes por ese gesto, Dodd sondeó a cada administración que visitó sobre las expectativas para la cumbre. Lo mismo hará posiblemente en Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile y Colombia, aunque Fernández se respalda en un elemento comparativo como titular de la Celac: es el único que habla con todos y por eso justifica su presencia en Los Ángeles, más allá de los invitados.

«La mirada de la Argentina, desde su presidencia de la Celac, es que esta próxima cumbre es una gran oportunidad para que todas las voces se expresen y sean escuchadas. Por eso, el presidente ha pedido que no haya exclusiones, porque siempre es mejor dialogar que no dialogar», explicó a Tiempo el subsecretario para América Latina de la Cancillería, Gustavo Martínez Pandiani, coordinador de la Celac durante la presidencia temporaria argentina.

El martes pasado Jorge Argüello retrató el posicionamiento del país, a pesar de la crisis. El embajador argentino en Washington participó del evento anual que organiza la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham). Reivindicó a Fernández por «afrontar con decisión y pragmatismo» la situación. Consideró que «es valorado por mis interlocutores en Washington, como es valorada la estabilidad institucional de Argentina en América Latina, como es valorada la capacidad del presidente Fernández, porque hay muchos presidentes de la región que hablan con muchos otros, pero muy poquitos, casi ninguno, tienen la capacidad de poder hablar con todos. Eso es un valor agregado que es visto por la Casa Blanca», dijo.

El embajador habló después de su par norteamericano, Marc Stanley, que elogió al ministro de Economía, Martín Guzmán. Los gestos buscan tapizar el camino a la posible reunión bilateral que concretarán Fernández y Biden.

Será en el marco de la novena Cumbre de las Américas, la segunda que se realiza en Estados Unidos desde su creación. La primera fue en Miami en (1994), aunque la más recordada fue la cuarta, que tuvo a Mar del Plata como sede en 2005, durante la presidencia de Néstor Kirchner. Implicó el naufragio del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, promovido el republicano George Bush y una crisis regional para el Consenso de Washington.

Casi treinta años después, en esta edición 2022, Biden buscará relanzar su política para todo el continente, casi con el mismo formato del pasado. La estrategia del suspenso para confirmar las invitaciones anticipa un evento deslucido y protagonizado a la distancia por los países excluidos.