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(Foto: Télam)

La escena que se configuró al pie del Monumento a la Bandera cuando subieron al escenario Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner sintetizó con potencia un año y medio de reconstrucción política. La fórmula presidencial del Frente de Todos apareció sobre el palco junto a 19 dirigentes de peso y representativos de todo el país: eran gobernadores en ejercicio, gobernadores electos y candidatos a serlo. Una postal que mostraba mucho poder. Un poder institucional imposible de empardar.

Lo que reflejaba esa imagen en el cierre de la campaña es el camino que permitió al espacio nacional y popular reconstituirse a partir de diciembre de 2017 y llegar a las PASO de este domingo con chances muy ciertas de recuperar el poder: salvo Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey, todo el peronismo con representación territorial compartía el mismo palco bajo la estatua de la icónica figura femenina que representa a la República.

Pero las fortalezas de la coalición que puede regresar al gobierno tienen otra explicación en el tigrense Sergio Massa, el último en sumarse al conglomerado en ascenso. El primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires estuvo presente en el acto. CFK lo dedicó un reconocimiento al llamarlo por el nombre de pila.

En paralelo a esta representatividad entre la dirigencia, el Frente de Todos desplegó a lo largo del Parque de la Bandera otro factor clave: en la inmensa superficie que se extendía desde el Monumento hasta la estación fluvial del Río Paraná -aproximadamente 60 mil metros cuadrados- se había congregado una de las tres concentraciones más numerosas para la historia de la ciudad.

Los organizadores estimaron la multitud en 80 mil personas, pero, sorpresivamente, el jefe de tránsito de la intendencia de Rosario, que gobierna el socialismo, amplió su cálculo a 175 mil asistentes tras constatar ciertas fotos aéreas.

Lo que circulaba en ese mar de gente -se percibía en los gestos, las reacciones, las palabras lanzadas al aire al iniciar la desconcentración- era entusiasmo y cierto optimismo, aunque era una alegría que no dejaba de percibirse amenazada.

«Para volver a ser felices»

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(Foto: Télam)

Alberto y Cristina se presentaron ante la muchedumbre casi una hora más tarde de lo anunciado: cuando la locutora los presentó, el reloj marcaba las 18:51. El candidato presidencial venía de compartir una reunión con los gobernadores, una iniciativa que le había propuesto el mandatario electo de Santa Fe, Omar Perotti. Alberto y CFK sonrieron y saludaron mientras la gente de los primeros metros coreaba «se siente/se siente/Alberto presidente». Por los parlantes fondos sonaba «Mariposa Technicolor», de Páez.

«Se siente Alberto presidente, se siente y se lo necesita que es mucho mejor», dijo entonces Cristina y su ocurrencia disparó la primera ovación de la tarde. «¿Por qué estoy acompañando la candidatura de Alberto? Porque quiero que los argentinos vuelvan a ser felices y necesitamos unir los esfuerzos para poder dejar atrás esto tan feo que estamos viviendo», remarcó entonces la candidata a vicepresidenta del Frente de Todos.

Las palabras de CFK giraron sobre las razones que llevaron, tanto a ella como a otros sectores de la dirigencia de extracción peronista, a promover la reunificación de lo que se había fracturado en 2013. «Nunca imaginé que iba a ver las cosas que hoy estamos viviendo. Nunca pensé volver a ver tanta gente y familias enteras viviendo en la calle», reconoció.

En un momento, mientras CFK seguía con su discurso, entre la gente empezó a hacerse escuchar el clásico cantito que critica a Mauricio Macri, que algunos bautizaron hace un tiempo como ‘el hit del verano’. La precandidata a vicepresidenta llamó entonces a no insultar al oponente. «No les demos el gusto, no lo hagamos. Es lo que están esperando», advirtió. «Así fueron de a poco dividiendo para llegar al gobierno y hacer esto que nadie esperaba en esta profundidad de maltrato», caracterizó. «Quiero pedirles que no peleen», insistió luego.

En otro tramo de su exposición, Cristina deslizó la única crítica particular dirigida a un funcionario macrista. Estaba destinada a María Eugenia Vidal. «Algunos piensan que los trabajadores no deben tener derechos y ella (por la gobernadora Vidal) piensa que los chicos pobres no deben llegar a la universidad pública”.

CFK luego precisó que fue la decisión de Mauricio Macri de regresar al FMI lo que la llevó a acercar posiciones y empezar a charlar con Fernández. «El punto de inflexión fue cuando decidieron otra vez ir al endeudamiento con FMI. Ese fue un punto de inflexión, con Alberto, Sergio y dirigentes de otras fuerzas políticas con los que pensamos que era necesario reconstruir la unidad de las fuerzas democráticas», relató.

«Si a pesar de todo todavía estoy parada es por el amor de ustedes, que es recíproco, incalificable e insobornable», deslizó en otro momento. Antes de despedirse vaticinó un triunfo y un muy buen gobierno encabezado por Fernández. «Hay que hablar con los vecinos para que el 10 de diciembre haya otro gobierno: va a ser Alberto (el próximo presidente), que va a desarrollar una tarea espléndida, como lo hizo cuando acompañó a Néstor», aseguró entre otra oleada de ovaciones.

«Nunca me voy a pelear otra vez con Cristina»

Orador de cierre, el candidato presidencial asumió en sus dichos que su postulación encarna la esperanza de millones. Alberto también dedicó un tramo de su discurso a remontarse al reencuentro con Cristina, que se produjo después de «un 2017 aciago» tras las elecciones legislativas de medio término. «Nadie estaba contento con lo que había pasado», rememoró.

Alberto luego le dio las gracias a CFK. Consideró que el pase a un segundo plano por parte de ella fue un acto de grandeza, de generosidad, pero también una demostración de lectura correcta de los tiempos. Fernández también le agradeció a la gente que lo acompañó en este tramo de la campaña y, por último, exaltó el rol de los gobernadores, con quienes había compartido un acto acuerdo durante la tarde, en la Facultad de Derecho de Rosario.

«La que estamos viviendo es una Argentina que expulsa, que ve bajar los sueldos, en la que el consumo cae y eso se expresa en caída de la producción. Todo eso conduce la pérdida del trabajo. Pero nosotros vamos juntos a volver a abrir las fábricas», bramó y se ganó uno de los aplausos más largos.

«A mí no me ponen vallas, las vallas la tienen los que no se pueden abrazar con la gente», agregó enseguida, en alusión a Macri.

Hacia el final de su mensaje, Alberto retomó una advertencia que su compañera de fórmula había hecho minutos antes. Detalló las condiciones económicas y sociales con las que se va a encontrar en el caso de un eventual triunfo: advirtió que el nivel de reservas del Banco Central es de «11 mil millones de dólares reales» mientras que la moneda se devaluó un 300%. «Pero ya salimos de todo esto. Lo hicimos una vez y lo vamos a hacer otra vez», aseguró.

El precandidato llamó a no confiarse y a buscar el apoyo voto a voto para garantizar el triunfo del Frente de Todos. «Hay que explicarles a los vecinos y a los amigos para que todos lo entiendan», remarcó Fernández. «Muchos fueron defraudados por el gobierno (de Macri). Yo no les pregunto a quién votaron. Preguntemos a dónde quieren ir. Porque todos hacemos falta», insistió en una definición que se fue convirtiendo en un latiguillo de su campaña.

Antes de despedirse parafraseó sin proponérselo a Carlos Menem. Dijo: «No los voy a defraudar.» Enseguida hizo una acotación poco habitual para los candidatos. «Tienen de mí el total compromiso y si alguna vez me ven claudicar en algo, salgan a la calle a reclamar», completó en otro párrafo muy festejado.