Un exagente de la AFI durante el gobierno de Cambiemos pidió la indagatoria de Alex Campbell, el exsubsecretario de Asuntos Municipales bonaerenses y actual legislador provincial de Juntos por el Cambio, en la causa por presunto espionaje ilegal en territorio provincial. Lo involucran directamente en el capítulo bonaerense del espionaje ilegal.

El juez Marcelo Martínez de Giorgi, quien en marzo pasado había deslizado la posibilidad de convocar a Campbell como acusado, decidió por el momento «tener presente el planteo».

Pero hay un dato que podría cambiarlo todo: otros dos exespías admitieron  públicamente que le entregaron a Campbell informes ilegales de inteligencia sobre Mariano Bruera –hermano del exintendente de La Plata durante el kirchnerismo Pablo Bruera– para el «armado de una causa penal». Mariano Bruera acaba de ser condenado a seis años de prisión por Tribunal Oral 2 de La Plata, integrado por los jueces Claudio Bernad, Hernán Decastelli y Silvia Hoerr, como integrante de una asociación ilícita que gestionaba desde el poder la rezonificación de terrenos que eran luego vendidos para el Plan Procrear. Esa causa se inició por una denuncia en 2014 pero sólo se activó contemporáneamente a los seguimientos ilegales a los Bruera en el apogeo del espionaje.

El exagente de la AFI Jorge «El Turco» Sáez pidió la indagatoria de Campbell sobre la base del relato de otros dos exespías, Emiliano Matta y Javier Esteban Bustos. Confrontados con Pablo Bruera en el programa del periodista Rolando Graña en la señal A24, Matta y Bustos reconocieron que las tareas de inteligencia sobre él y su hermano les habían sido ordenadas por Alan Ruiz, el hombre que Silvia Majdalani colocó en un cargo operativo en la central de inteligencia. Los informes sobre los Bruera –aseguraron– fueron a parar a manos del entonces funcionario bonaerense.

Campbell es actualmente diputado por la Provincia de Buenos Aires y vicepresidente de Relaciones Internacionales de River Plate, según su perfil de la red social Linkedin. Allí se define como «politólogo, emprendedor y político argentino». Hace algunos días presentó un libro de su autoría, Retomar el camino, acompañado por el periodista del Grupo Clarín Mario Markic, quien es precandidato a gobernador de Santa Cruz por la alianza Juntos por el Cambio. Entre el público estaban otros dirigentes del PRO como Cristian Ritondo y Alejandro Finocchiaro. Y a la derecha de Campbell, con un pullover marrón y pantalones de cuero negro, estaba su madrina política, la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

Campbell no tenía autonomía como funcionario. Reportaba directamente a Vidal. Los Bruera son, además, enemigos políticos del actual intendente de La Plata, Julio Garro, quien está procesado por otro caso de espionaje ilegal bonaerense: «la Causa Gestapo», una maniobra delictiva para armarle una causa y meterlo preso al sindicalista de la UOCRA platense Juan Pablo «El Pata» Medina.

La matriz de la ilegalidad, en uno y otro caso, es la misma. Los caminos confluyen en Vidal. Y Vidal, quedó más que claro en la definición de la precandidatura a Jefe de Gobierno porteño por el PRO, hace lo que le indica su jefe, Mauricio Macri. Marcelo Villegas, exministro de Trabajo bonaerense, reconoció en Tribunales que concurrió enviado por Vidal a una reunión en la Casa Rosada en la que se discutió sobre dirigentes opositores, y Medina y Bruera lo eran. En esa reunión, a la que asistió como una suerte de representante de la entonces gobernadora, estaban entre otros Gustavo Arribas, Patricia Bullrich y Macri.

El cuadro está completo.

En diciembre del año pasado, la defensa del exespía Sáez, a cargo del abogado Emmanuel Carro, había pedido que Campbell declarara como testigo. Tres meses después, Martínez de Giorgi dijo que no podía citarlo en esa condición porque «conforme prueba incorporada y peticiones de las partes constituidas en el proceso, podría ser eventualmente pasible de ser convocado en una calidad distinta de la pretendida». Incluso la Cámara Federal destacó que el exespía Matta «reconoció en su descargo que una persona de nombre Alex Campbell le habría hecho algún pedido de información a Araque, Sáez y Melo» y le recomendó al juez de primera instancia «establecer los fines de las tareas desplegadas a efectos de establecer su cabal alcance».

Es decir que en marzo ya estaba instalada la sospecha. Está claro que, como sostiene la acusación, «se encuentran reunidos los elementos que satisfacen el grado de sospecha requerido en esta etapa procesal, los cuales ilustran la participación de Campbell en las actividades que aquí se examinan».

No obstante, Martínez de Giorgi lo sigue pensando.

En otros aspectos menos engorrosos y comprometedores de la investigación, el juez parece estar moviendo el expediente.

El 1 de junio pasado, Martínez de Giorgi le envió un oficio a su colega Julián Ercolini pidiéndole «la remisión de los informes elaborados por la Agencia Federal de Inteligencia que constan en la causa FMP 8559/2020 y de lo resuelto el 15 de julio de 2022, por la Sala I de la Cámara Criminal y Correccional Federal». ¿Qué es eso? Los sobreseimientos de Macri, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani en la causa por espionaje a familiares de víctimas del ARA San Juan.

Es que en esa resolución la Cámara Federal reconoció que «existirían tareas de inteligencia que, aún realizadas sin orden judicial que las autorice, no configurarían una violación a la Ley». Ni los jueces de la Corte Suprema, campeones de la reinterpretación de las leyes y las constituciones, podrían haberlo hecho mejor.

Los informes de inteligencia –dijeron los camaristas Mariano Llorens, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia– «se advierten a simple vista como observaciones de campo absolutamente superficiales, que en ningún momento afectaron la vida privada de particulares». El argumento es, cuanto menos, curioso: las «observaciones superficiales» consistieron en infiltrar espías en las reuniones de los familiares, incluso en las misas de recordación de los 44 marinos muertos, para después ir corriendo a contarle a Macri qué le iban a pedir cuando se reunieran con él.

En las próximas horas se conocerá un dato escalofriante: en el chat de los familiares de las víctimas del submarino apareció de la nada una supuesta mujer a la que nadie conocía, convocada por otra identificada como «La Rusita». La mujer desconocida resultó ser un hombre de apellido corto y con vocales repetidas y «La Rusita» una expolicía bonaerense con simpatías con sectores neonazis de Mar del Plata. «