El inicio de un nuevo año electoral potencia los desencantos de los votantes y los políticos que no forman parte de la gestión buscan mostrarse como el salvavidas en medio de la crisis. Este es el caso de Juan Manuel Urtubey. Exgobernador de Salta e integrante de la llamada «tercera vía», se presentará como precandidato a presidente por el espacio Un País.

El referente del peronismo salteño se unió al cordobés Juan Schiaretti y, juntos, están en tratativas de sumar otros gobernadores, como Omar Perotti, de Santa Fe, y Sergio Uñac, de San Juan, para intentar recrear una nueva «avenida del medio» con tintes federales. Sin posicionarse, pero con claros tintes justicialistas, este nuevo espacio definirá sus candidaturas en las PASO, en las que aspiran tener, al menos, tres posibles competidores.

-Esta no es la primera vez que integra un espacio “antigrieta”, ¿qué lo hace distinto esta elección?

-El dato de la realidad. La irrupción del Frente de Todos en 2019 ocupó los espacios que nosotros pretendíamos y generó una expectativa enorme, que lamentablemente después no se pudo cumplir. Esta decepción generó un contexto totalmente diferente. Tanto la gestión de Juntos por el Cambio como la del Frente de Todos son prácticamente idénticas. Unos ajustaron por neoliberales y los otros con un 100% de inflación. La demanda de la agenda social es prácticamente pre-peronista, porque gran parte de los trabajadores, inclusive los registrados, están por debajo de la línea de pobreza. No hay peor indignidad que laburar de sol a sol y no llegar ni a cubrir lo básico. No podemos quedarnos en una agenda tacaña y conservadora y hacer cambios pequeños. Este país necesita un fuerte vuelco al modelo desarrollista.

-Además de usted y Schiaretti, ¿con qué otros dirigentes cuenta este espacio?

-Uno de los errores que cometimos en 2019 fue pretender que la acumulación de dirigentes da volumen electoral. Esto es un método antiguo, a la gente tampoco le gusta. La sociedad reclama claridad en el mensaje y que la dirigencia política sea capaz de solucionar sus problemas. Si bien es cierto que conversamos con dirigentes de muchos espacios, como Omar Perotti, no soy de la idea de acelerar acuerdos electorales antes de tiempo. Por mi parte, no quiero avanzar en la organización electoral hasta junio. Gran parte de los que integramos el espacio venimos del interior y con una fuerte impronta federal. Primero deben solucionarse las discusiones provinciales y eso se está haciendo. Dos tercios de las provincias ya decidieron desdoblar las elecciones porque no quieren que su suerte esté ligada a las variables nacionales. Esto, a su vez, nos va a dar tiempo. La organización electoral que poseemos hoy es infinitamente menor a la que vamos a tener en junio, por eso no hay que apresurarnos.

-Además de Perotti, existieron encuentros con Alberto Rodríguez Saá, ¿el gobernador se sumará al espacio?

-Juan Schiaretti habla mucho con él y sabemos que estamos en la misma sintonía. Seguramente vamos a caminar juntos con él y otros gobernadores.

-¿Este va a ser un espacio 100% peronista?

-No. La mayoría de los que lo integramos lo somos, pero también hay dirigentes de otros sectores y, sobre todo, expresiones provinciales y mucho vecinalismo. Existe una gran parte de la sociedad que no debe verse obligada a la violencia moral de tener que elegir entre uno que le fue mal y otro que le va peor. Este espacio no se va a plantear si es o no peronista, sino qué soluciones va a traer.

-Su espacio plantea un modelo de desarrollo sustentable, ¿cómo se gesta cogobernando con el FMI?

-El país tiene que recuperar autonomía. Si el FMI pide ajuste es porque no hay un plan de gobierno. Antes de sentarse a negociar con un organismo internacional hay que ordenarse, y no al revés como sucede ahora. Con este acuerdo, el país decidió entregar su rumbo a organismos multilaterales y eso es inadmisible.

-¿Entonces propone no pagar la deuda?

-No, debemos asumir el pago. Pero hay que hacerlo de la manera en que podamos cumplirlo y no como otros nos lo impongan. Es posible cumplir con los compromisos del Fondo, pero no mediante un ajuste, sino como efecto secundario del crecimiento económico. Primero hay que crecer para ordenar, no ajustar para pagar. Socialmente es mucho más costosa la segunda opción. Por eso creo que hay que renegociar los términos de la deuda con el FMI. Además deberíamos reestructurar la caja estatal e implementar los llamados “superávit gemelos”, que impulsaron Roberto Lavagna y Néstor Kirchner.

-En caso de llegar a ser gobierno, ¿cuál es el tipo de relación que planean tener con quienes sean sus opositores?

-Inevitablemente es necesario que se concreten acuerdos mínimos entre todos los sectores, porque por un largo rato vamos a tener que olvidarnos de los gobiernos de mayorías. En occidente este fenómeno comienza a perder cada vez más volumen, porque las sociedades están muy fragmentadas. No vamos a estar de acuerdo en todo, pero va a ser necesario pactar las bases para poder avanzar.

-El Estado tiene el deber de amparar a quienes el propio sistema deja de lado, ¿cuál es su visión respecto a quién debe ser el distribuidor de las asistencias sociales?

-Para empezar no se puede pretender dormir a este sector tirándole una moneda. Es necesario construir un camino de reinserción social que sea amparado por el Estado. En la misma línea, la tercerización es un disparate. Una cosa es contar con la colaboración de las organizaciones y otra es delegar la contención social porque el Estado no es capaz de hacerlo. Hay que recuperar el vínculo con el beneficiario, de otra forma, estamos loteando a nuestros pobres. Con mi formación peronista, no puedo permitir esto.

-Muchos sectores del justicialismo critican la figura de CFK y sostienen que su espacio no es peronista, ¿coincide con estas ideas?

-Siempre me pareció antipático el peronómetro. Tengo una mirada diferente al kirchnerismo, porque no coincido con la idea de convertir al peronismo en un movimiento anclado en la lucha de clases y la dialéctica amigo-enemigo. El grave problema que arrastra esto es que limó las bases para consolidar consensos duraderos. Tanto Cristina como Macri generaron un nivel de personalismo mucho más contundente que la institucionalidad de sus espacios políticos y eso terminó contaminando el nivel de institucionalidad del país. Este es un formato de construcción política decimonónica.

-¿Cuál es su visión frente al reclamo contra la proscripción que sufre la vicepresidenta?

-Como peronista me jode que se compare la situación de (Juan) Perón con una discusión procesal de una causa que aún no tiene sentencia firme. De mínima, este pedido no respeta la memoria de generaciones de peronistas que vivieron proscriptas. El operativo clamor es más viejo que la escarapela y me parece legítimo que se utilice, pero usar la proscripción me parece que es un exceso total. «