El entendimiento con el FMI que anunció este viernes Alberto Fernández es el punto de inflexión más importante para su gestión desde que asumió como presidente. Todavía le queda un largo trecho para transformarlo en acuerdo y después enviarlo al Congreso para su aprobación final. Si prospera en ambas Cámaras será, desde entonces, un examen cotidiano para la coalición oficialista: el Gobierno deberá afrontar visitas trimestrales del organismo para revisar las cuentas nacionales y auditar la marcha del pacto.

Los plazos para que llegue ese momento espinoso son exiguos: la Casa Rosada deberá mandar un eventual texto de renegociación antes de los próximos vencimientos de febrero y marzo, es decir, después del inicio del período de sesiones ordinarias. En Juntos por el Cambio se preparan para ese momento con una cautela que está más motorizada por la especulación que por la responsabilidad. Ese sigilo explica que el pronunciamiento que este viernes difundió la Mesa Nacional de JxC se haya limitado a considerar el entendimiento como “positivo” porque “es un primer paso para no seguir sembrando incertidumbre en la sociedad”.

El mensaje acordado por todos los socios opositores fue extremadamente escueto y dejó atado un respaldo formal al resultado final de las negociaciones “que deriven en detalles de un acuerdo definitivo”. La estrechez discursiva aumentó las incógnitas sobre el contenido de esa reunión virtual de urgencia, realizada dos horas después del discurso que ofreció Fernández. “En algunos casos, menos es más”, evaluó uno de los participantes del encuentro para señalar que con la información disponible sólo tenían margen para resaltar que se había evitado la cesación de pagos.

Detrás del mutismo elegido, este diario supo que los dirigentes partidarios están preocupados por saber qué parte de un acuerdo deberían afrontar si regresan al poder en 2023. Además comenzaron a estudiar un punto inquietante: el margen de recuperación que puede tener el Gobierno, aún con la carga de la mochila del Fondo.

Así evaluaron distintos aspectos técnicos y políticos de un eventual acuerdo. El sector más duro de la coalición, liderado por la titular del PRO, Patricia Bullrich, el expresidente Mauricio Macri y el senador Alfredo Cornejo, está pendiente de la interna oficialista. Sostienen que todavía no quedó claro si el kirchnerismo respaldará el acuerdo. Esa sospecha, fundada en un antikirchnerismo unánime, es más fuerte que el alivio que les provocó saber que se estaba diluyendo el fantasma del default.

El anuncio que hizo Fernández este viernes no incluyó cachetazos verbales para JxC por la paternidad del endeudamiento de 56.000 millones de dólares que el FMI le concedió a la administración de Macri en 2018. “Hay futuro porque estamos afianzando este presente, la historia juzgará quién hizo qué, quién creó un problema y quién lo resolvió. Los invito a mirar hacia adelante, sin olvidar el pasado”, redondeó el presidente en un guiño para la pulseada que se vivirá en el Congreso.

La coincidencia con el Fondo empoderó dentro de la Mesa Nacional de JxC a los que habían jugado sus fichas para reunirse con el ministro de Economía, Martín Guzmán, y no tuvieron éxito. Es el caso del gobernador jujeño Gerardo Morales y de su par porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que esta vez tuvo un dialoguismo intermitente y ahora reclamó un programa económico, casi en la misma línea con los pedidos que reafirmará el organismo en la medida que llegue el momento de la letra chica.

El debate sobre cómo gobernar la Argentina con la intervención del Fondo hegemonizará la agenda pública apenas el acuerdo ingrese al Poder Legislativo. También implicará para la Casa Rosada un nuevo esquema de comunicación política para afrontar las futuras llegadas de la misión que encabezarán cada tres meses Luis Cubbedu y la subdirectora para el Hemisferio Occidental Julie Kozack.

Este sábado, el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, fue claro sobre el pulso político que tendrá el país desde ahora hasta 2024. “A nadie le gusta esto. Tener al Fondo cada tres meses en el país es gran parte de la tragedia por haber tomado la deuda. La cuestión es cómo uno enfrenta el problema y cómo se arma”, le dijo al programa Toma y Daca, transmitido por AM750.

Sobre esa dinámica estará concentrada la atención opositora. Las auditorias del FMI retrotraen a las antiguas visitas del indio Anoop Singh entre 2003 y 2005, en medio de una expectativa que siempre terminaba en la incertidumbre pantanosa de una agenda negativa.

Una alta fuente de la Casa Rosada explicó a Tiempo que el objetivo es pagar vencimientos por adelantado y reducir la cuenta regresiva de las visitas trimestrales programadas para los próximos dos años. La apuesta de Guzmán y Chodos es que las auditorías transcurran sin sobresaltos y que concluyan con evaluaciones positivas ante el cumplimiento de las metas.  “Tener un acuerdo que se entienda, que las metas sean asequibles y que las políticas implementadas tengan que ver con incrementar la competitividad y la capacidad de desarrollo de la Argentina es importante, porque te paran en un lugar distinto frente a estas revisiones trimestrales”, resaltó Chodos, sin decir que en ese filo se jugará una parte de la estrategia oficial  para evitar que el capital político de la renegociación se licúe con los exámenes del Fondo.

Se trata de una intervención trimestral de la política argentina que no se experimenta desde principios de siglo. Dentro de 12 meses, ese proceso atravesará la coyuntura de un año electoral clave, donde el Frente de Todos buscará revalidar los títulos.

En JxC no ocultan que el entendimiento de un futuro plan de Facilidades Extendidas (EEF) “es inusual porque no incluye reformas” estructurales que podrían minar la segunda parte del gobierno de Fernández.

En JxC advierten que el anuncio reciente “no es un acuerdo técnico, como se apuró a aclarar el Fondo, sino un entendimiento que le dio la excusa al gobierno para evitar un default”. La caracterización retumbó en la reunión virtual, en la que también participaron el exministro Hernán Lacunza, el diputado macrista Luciano Laspina, que vicepreside la Comisión de Presupuesto y el economista Eduardo Levi Yeyati.

Los dirigentes de JxC los escucharon con atención. Resaltaron que todavía falta conocer el memo que presentará el Gobierno con las propuestas para cumplir las metas pactadas. “Por ahora sólo tenemos el entendimiento, falta el memo que acompaña a la carta de intención y es lo que debería evaluarse en el Congreso”, detalló otro participante consultado.

Respecto a las metas para este año advirtieron que el Gobierno buscará acumular reservas con la ayuda de otros organismos internacionales, pero también con “tasas reales de interés positivas» y “una aceleración de la devaluación oficial” del peso.

El anuncio del presidente duró tres minutos pero en JxC se fijaron en la promesa de que no habrá recortes ni ajustes. “Aprovecha la ilusión monetaria, porque con 50% de inflación anual, el ajuste no es nominal sino real”, confió un asistente de la partida, donde se mostraron seguros de un 2022 donde “la inflación seguirá recortando el poder de compra de salarios, pero con nuevos aumentos de tarifas que completarán el escenario”. Son dos componentes que marcaron al gobierno de Macri hasta la derrota electoral de 2019. En las últimas presidenciales pagó los costos políticos de un endeudamiento récord del Fondo, aunque todavía no se arrepiente.