«La cúpula se agita por mostrar decencia/y muchos justicieros se abren de piernas/La estructura emergente se tambalea». «Vientos de poder» se llama el tema de Hermética, banda icónica del heavy metal argentino en la década del ’90, que ilustra casi a la perfección la dinámica actual del Congreso de la Nación. Pese a que en el despacho de la presidencia de la Cámara de Diputados las cuentas dan holgadas a favor del oficialismo, la realidad empieza a mostrar que nada será tan sencillo como Cambiemos pudo haber imaginado. El Parlamento comienza a tener vida propia, algunos acuerdos tambalean y el PJ atisba a mostrar las uñas.

El freno a la reforma laboral sirve como muestra. Hace una semana, los referentes parlamentarios de Cambiemos aseguraban que «todas» las reformas serían aprobadas sin obstáculos en el período de sesiones extraordinarias. Y aunque admitían que el proyecto que modifica el marco regulatorio del trabajo decantaría en un tratamiento más complejo, nadie imaginaba el revés que llegaría del Senado. El peronismo dio sus señales y el senador Miguel Ángel Pichetto anunció un freno al debate hasta que asuman los nuevos senadores y la CGT unifique criterios sobre la iniciativa.

Considerado por el oficialismo como su principal aliado legislativo, Pichetto también fue el encargado de modificar la fórmula de la reforma previsional. El cambio sólo significa una mejora irrisoria respecto del proyecto orginal del Ejecutivo –en términos nominales equivale a $ 16 en la jubilación mínima y representa apenas un paquete de fideos de segundas o terceras marcas en la compra del supermercado–, pero operó como una pequeña muestra del poder del Parlamento. El modelo de la «escribanía» en acuerdo con los gobernadores comenzó a tambalear.

Cambios y caras nuevas

La llegada de la expresidenta Cristina Fernández no pasa desapercibida (ver página 11), pero los últimos movimientos presagian también que el sector del PJ que hasta ahora se comportó como un dador voluntario de gobernabilidad comenzará a mostrar los dientes de cara a 2019. Nadie piensa en regalarle a la exmandataria la cucarda de única opositora.

Esa misma lógica atraviesa el Salón de los Pasos Perdidos y llega hasta Diputados. Allí, el PJ que se referencia en los gobernadores aún no puede definir su estrategia frente a la nueva etapa política. A poco de la renovación parlamentaria, aún no logran definir si formarán un solo bloque que aglutine al peronismo no kirchnerista o mantendrán cierta independencia para poder negociar mejor.

Por su parte, el kichnerismo trata de cohesionar a los propios y reconoce 58 fieles. Ese es el número mínimo que tendrá el bloque de CFK en Diputados: el número puede crecer hasta 64, pero difícilmente llegue a 70.

Más allá del intento de cohesión, las cosas no empezaron de la mejor manera para el bloque que conformarán muchos de los que hoy están en el Frente para la Victoria y los que fueron elegidos por Unidad Ciudadana o un sello similar en el interior del país. La reuniones que se llevaron a cabo entre ambos sectores mostraron algunas asperezas entre los ‘pesos pesado’ que llegan, como el rosarino y ex jefe de bloque Agustín Rossi; y el sindicalista Walter Correa; y los que ya forman parte de la bancada. Hay dos incógnitas que se deberán dilucidar en breve: quién será el presidente de bloque y si sobrevivirá la mesa de conducción conformada por cuatro legisladores.
Por ahora, el exministro de Economía, Axel Kicillof, parece perfilarse como potencial jefe de bloque. Con respecto a la mesa de conducción, la incógnita es aún mayor: dos de los cuatro diputados que actualmente la integran dejan sus bancas (Teresa García y Héctor Recalde) y los otros dos (José Luis Gioja y Luis Basterra) continúan. De acordar la continuidad de esa mesa un lugar será para el presidente del bloque y el otro para una mujer de la provincia de Buenos Aires. Pero desde dentro del propio bloque señalan que en ese esquema falta «la pata sindical». «