Les creció el monstruo. El diputado de extrema derecha Javier Milei se les escapó del corral. Quienes crearon «el Frankenstein» ahora tienen temor de que su obra se salga de control, como ocurre en la clásica novela de Mary Shelley. Al establishment brasileño le pasó lo mismo con Jair Messias Bolsonaro. Lo impulsaron para derrotar al Partido de los Trabajadores mientras metían preso a Lula da Silva y lo proscribían con un juicio absolutamente amañado. Luego del desastre del bolsonarismo tuvieron que retroceder y un sector muy importante de la clase dominante carioca respaldó a Lula para sacar a Bolsonaro.

Una altísima fuente de contacto permanente con la embajada de Estados Unidos manda por mensaje, redactado del modo telegráfico, una noticia. Hay una encuesta encargada por la sede diplomática norteamericana en Buenos Aires que evalúa el escenario electoral argentino. Los números indican que Milei puede llegar al balotaje en segundo lugar. ¿En qué escenario ocurriría eso? Según el sondeo, si Cristina no se presenta para la presidencia. El panorama que manejan los americanos, siempre según la fuente, es que sin CFK el peronismo podría salir tercero. 

Suena muy aventurado, pero nada es imposible. 

Estados Unidos no es una entidad homogénea. A partir del gobierno de Donald Trump el cuerpo del imperio se agrietó todavía más. Distintos grupos de poder respaldan proyectos diferentes en otros países. Brasil, otra vez, fue el ejemplo.

La fuente cuenta que la medición reservada circuló por los comités de los dos grandes partidos –el Republicano y el Demócrata– y por su puesto en el Departamento de Estado. Al ser consultado sobre cómo cayó la información en Washington, contestó: «Están aterrados».

Es posible encontrar fenómenos comparables con Milei y su grupo fuera de la Argentina. Uno de ellos es el de Volodímir Zelenski y su núcleo en Ucrania. Personas que jamás habían trabajado en la política, sin cultura partidaria, sin conocimiento de lo que implicaba gobernar el Estado. Ganaron las elecciones en mayo de 2019 con un discurso antipolítico y racista. En una de las propagandas de la campaña, Zelenski ingresaba a la Rada Suprema (el Congreso) con dos ametralladoras automáticas, se paraba en el centro del hemiciclo y les disparaba a los parlamentarios. 

Para Washington, una cosa es tener un grupo de extremistas delirantes manejando un país que tiene 2300 kilómetros de frontera con Rusia y funciona para socavar a la única potencia militar que por ahora sigue siendo un contrapeso. Y otra muy distinta es que un fenómeno parecido ocurra en al backyard.

El plan de la embajada es la derrota del peronismo y la victoria de Juntos por el Cambio, aunque por supuesto que nada es tan lineal, y también tienen sus preferidos dentro del Frente de Todos. El escenario que tanto los «aterra» se produce en gran medida porque CFK no participa de la elección y por lo tanto hay mayor dispersión del voto peronista. ¿Estarán reculando de su plan de proscripción como ocurrió en Brasil? Difícil saberlo. Y no se trata sólo de la embajada sino de los poderes fácticos locales.

Todas las encuestas se vienen equivocando, también en Estados Unidos. Hillary Clinton creía que le ganaba a Donald Trump cómodamente. Por otra parte Milei no es Trump. El expresidente de EE UU es republicano. Tenía un discurso antisistema de extrema derecha, pero jugó dentro de las estructuras partidarias que se disputan el poder en el imperio desde el siglo XIX.

Desde la restauración democrática hasta ahora no hubo ningún presidente que llegara a la Rosada sin el peronismo o el radicalismo. Incluso Macri, que gobernaba la ciudad más rica de América Latina, una vidriera inigualable, hubiera podido ganar sin la UCR. Milei no tiene gobernadores, ni intendentes, ni estructura partidaria, ni militancia orgánica. Trump tuvo todas esas cosas una vez que ganó las primarias republicanas. En la era de la existencia virtual, a través de las redes sociales, surgen muchas pompas de jabón que luego se rompen al salir del universo digital. O quizás no. «