“Tenemos que explicarle a la gente que ahora no es que está fracasando sólo el kirchnerismo sino ideas que no funcionan. Lo más grave es que han destruido a la Argentina”, lanzó este viernes el expresidente Mauricio Macri mientras recorría el centro de la localidad bonanerense de Pergamino, vestido con el traje de candidato eterno. Lo dijo poco despues de condicionar un eventual diálogo con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. «Con la Constitución sobre la mesa, sí», dijo el magnate para cerrar cualquier posibilidad concreta de aceptar una invitación. Aunque existen sondeos informales, la negativa pública revela que no le conviene ninguna gestualidad de ese tipo y mucho menos en un momento donde su partido y la alianza que lo integra revive en la provincia de Buenos Aires la interna y la dispersión de candidatos que padece a nivel nacional.

La finalización de los comicios del domingo pasado en la localidad cordobesa de Marcos Juárez fueron una señal de largada. El PRO retuvo ese distrito de alto valor simbólico para JxC porque en 2014 fue el primer lugar donde prefiguraron a Cambiemos. Desde ese momento terminó la tregua y comenzaron los tironeos de los socios opositores en cada uno de los distritos donde no aparecen chances de que puedan ordenar sus candidaturas sin la realiación de las PASO. No habían pasado 24 horas de Marcos Juárez y en la provincia de Buenos Aires comenzó una semana muy intensa con tres actos que se realizaron ese mismo lunes. El alcalde Horacio Rodríguez Larreta reunió en Tres de Febrero a todos los aspirantes a intendente del conurbano bonaerense detrás de la figura del diputado nacional Diego Santilli, que trabaja para su candidatura a gobernador. Junto a ellos estuvo el jefe comunal anfitrión, Diego Valenzuela que, según supo este diario, coordina a los equipos  de un plan de gobierno donde también hay colaboración del radicalismo bonaerense como parte de un acercamiento en pleno desarrollo.

Pocas horas después, la titular del PRO, Patricia Bullrich, reunió a su tropa en Olivos y comenzó a mostrar las costuras de tu tejido bonaerense. Llevó al intendente de Capitán Sarmiento, Javier Iguacel, para sostenerlo como aspirante a gobernador, aunque al mismo tiempo anunció la inclusión a su espacio del senador Joaquín De la Torre como otro posible jugador.

Al mismo tiempo, el diputado macrista Cristian Ritondo inauguraba un local del PRO en Merlo junto al intendente de Lanús, Néstor Grindetti, para mostrarse en la pelea. Faltaban 24 horas para que los protagonistas de los actos de Olivos y Merlo se vieran las caras en la casa del exministro Alejandro Finocchiaro. Allí Bullrich concretó un acercamiento con Ritondo y sumó volumen en la pelea bonaerense que tendrán con Larreta y Santilli.

La novela no terminó ahí. Luego de visitar Mercedes y Luján, el jueves reunió en Palermo a más de 100 dirigentes de distintos puntos del país, pero especialmente bonaerenses y porteños junto a diputados y senadores nacionales. En menos de una semana el alcalde porteño juntó a los jugadores más prominentes para pelear el conurbano y luego a los que harán lo mismo a nivel nacional, bajo el signo de un larretismo que no termina de oficializar la aspiración presidencial de su impulsor. Del otro lado quedaron Bullrich y Ritondo en la provincia para originar una serie de coincidencias para antagonizar con Larreta y acelerar los posicionamientos hasta que llegue el momento de las primarias del año que viene.

Tan grande es la dispersión de candidatos en casi todas las provincias que la realización de las PASO de agosto de 2023 aparece como el único ordenador posible. Desde la semana pasada es uno de los temores que se respira en cada uno de los socios de la coalición opositora. Tanto en el PRO como en la Coalición Cívica creen que el gobierno prepara un plan para suspender las primarias en el próximo ciclo electoral.

Algunos de sus dirigentes creen que hay un acuerdo con el radicalismo para avanzar con esa posibilidad, aunque en la Casa Rosada aseguran que no hay intención de cambiar el cronograma electoral. En el Ministerio del Interior, que conduce Eduardo «Wado» de Pedro, ya comenzaron las reuniones con los apoderados de los partidos para la planificación previa del calendario electoral que se avecina y es una demostración práctica de la voluntad del oficialismo. Aún así, tanto en el Congreso como en otras latitudes de la oposición, estiman que habrá un intento concreto antes de fin de año. «En el medio del Mundial nos clavan la suspensión de las PASO y estamos en llamas», exageró una fuente del PRO que considera cierta la existencia de un plan en pleno desarrollo que involucra a distintos gobernadores del oficialismo y al cordobés, Juan Schiaretti, que este viernes movió a sus dirigentes a remarcar que siempre estuvieron en contra de las PASO, un mensaje que alertó a la balcanizada geografía interna que JxC tiene en Córdoba. El domingo pasado en Marcos Juárez nadie advirtió que los comicios habían transcurrido luego de la suspensión de las PASO.

El nivel de preocupación que exudan en JxC por una eventual suspensión de las PASO revela una fragilidad interna que ha quedado más al desnudo desde este lunes en la provincia de Buenos Aires. La escena es atractiva para el oficialismo y en especial para el mayor distrito electoral donde crece un operativo silencioso para suspenderlas. El gobernador Axel Kicillof se consideró prescidente de ese planteo, igual como hacen en Interior para tomar distancia de los mandatarios provinciales que redoblan sus críticas a las PASO o que ya hicieron lo propio, como el salteño Gustavo Sáenz que ya desdobló los comicios y dejó en manos de la Legislatura provincial una suspensión que resolvió en 48 horas.

El radicalismo continúa con sus amagues de reclamar las primeras candidaturas. El gobernador jujeño, Gerardo Morales, esta semana le reclamó a Macri que interviniera en Chubut para frenar un intento de la Legislatura de tratar sobre tablas la suspensión de las PASO en esa provincia. El magnate tuvo que desautorizar una movida impulsada por el senador nacional  macrista Ignacio Torres y el exdiputado radical Gustavo Menna. El titular de la UCR sostiene que buscarán disputar todas las candidaturas en las PASO, pero esa advertencia podría transformarse en una ventana para negociar segundas candidaturas en distritos como el bonaerense y también para ubicar al diputado nacional Facundo Manes en una posición expectante de poder.

La contienda se encamina a recrudecer en la medida que transcurra el último trimestre del año y la señal más directa la aportó Macri, cuyo rostro apareció este viernes en afiches pegados en  distintos puntos del conurbano. No estaba sólo sino acompañado por el intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Después viajó a Pergamino y a Junín para recorrer esa zona de la pampa húmeda bonaerense rodeado de parte de sus más íntimos. En ese microclima enterró cualquier posibilidad de interlocución institucional con el gobierno.

Con esa respuesta Macri sigue comportándose como un candidato que se empeña en hablarle a su núcleo más duro. Dicen que busca evitar una mayor fuga de votos. Bullrich también buscó hacerlo, pero pagando el alto costo de quedar pegada con quienes se negaron a repudiar el intento de asesinato contra Cristina Fernández. Sobre esa cornisa camina una parte del PRO desde hace meses y los límites de esos contornos quedaron más al desnudo con el diputado neuquino Francisco Sánchez, que había pedido la pena de muerte para la titular del Senado. Recién se retractó cuando sus pares se lo exigieron, pero revela los intentos que hará la coalición opositora para contener una tirante convivencia, con nuevos componentes de ultra derecha que sólo podrían ordenarse con una PASO.