En la cocina del poder, el gobierno nacional ya no tiene la sartén por el mango. Así lo evidencia una encuesta recientemente publicada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y la consultora Ibarómetro sobre la “distribución percibida del poder”. Allí se muestra que para los argentinos, en los últimos 12 meses, el Ejecutivo perdió el lugar central que ocupaba en la toma de decisiones en beneficio de los grandes medios concentrados de comunicación y los empresarios, que casi triplicaron su participación. 

Este nuevo escenario, que desde una perspectiva liberal podría ser interpretado como de mayor equilibrio, requiere otro análisis que contemple criterios de real democratización como son, por ejemplo, la representatividad de cada actor y si existe real conflicto de intereses entre ellos. “Todos saben que las líneas editoriales de los grandes medios están acompañando al gobierno, así que no hay distribución real ahí. Por ende no ha habido distribución económica ni diversidad ideológica”, explica a Tiempo Alejandro Grimson, doctor en Antropología e investigador del Conicet.

La foto actual 

La investigación fue realizada sobre la base de dos mediciones idénticas en las que se entrevistó a las mismas 1500 personas (de distintas franjas etarias y sociales a lo largo de todo el país) con similares preguntas tanto en 2015 como en 2016 con el objetivo de hallar signos que den cuenta del cambio no sólo como una alternancia de gobierno, sino como una transformación epocal. Además de las típicas preguntas hacia la coyuntura de la opinión pública (cómo percibe la economía, evaluación del desempeño del gobierno, imagen de los principales actores políticos), el trabajo aborda un indicador de carácter más subterráneo que apunta a la cultura política: “Entre las siguientes opciones, ¿cuál es el sector con más poder en Argentina?” 

En la fotografía de 2015, bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el 55% indicó que el poder estaba en manos del Gobierno Nacional (independientemente de su caracterización acerca del ejecutivo). Le seguía con un 21,6% los medios de comunicación; con un 6,4% los empresarios, con un 4,7% los sindicatos; y el Poder Judicial sólo el 1,4 por ciento. 

Apenas un año después, bajo la gestión de Cambiemos, la percepción sobre el poder del gobierno nacional es de apenas el 22,9%; cediendo el primer lugar a los medios de comunicación con el 28,3% y seguido muy de cerca por los empresarios que pegaron el salto más importante hasta el 17,9%. Los sindicatos también escalaron al 12,4%, mientras que el Poder Judicial subió hasta el 4,4 por ciento.


Para Ignacio Ramírez, titular de Ibarómetro y director de posgrado en Opinión Pública de Flacso, este escenario puede ser un efecto buscado de la narrativa macrista, un poder que se percibe “más redistribuido, sanamente despojado de hegemonías”. Pero acentúa, “a la luz de la historia política reciente de la Argentina, puede ser un poder más como fragmentación que como virtuoso equilibrio”. Completa: “Me pregunto si no hay un efecto no buscado. Estos meses, el macrismo ha tenido una narrativa centrada en la figura de la herencia. El abuso de esa figura te desempodera, la realidad es deudora del pasado y no de las acciones del gobierno.” 


En la narrativa kirchnerista, el combustible del gobierno era la voluntad, mientras que desde la narrativa macrista gobernar se asimila a gestionar soluciones técnicas: “Épica de la decisión frente a racionalidad de la solución.” En la meritocracia, el individuo tiene el poder en la sociedad, es el centro de gravedad de ella. “Hay como un subtexto de achicar el gobierno para agrandar la sociedad”. La esfera pública pasa a ser un territorio de actitudes e intenciones.

El interés común

“Hay un éxito de la percepción donde la política tiene menos relevancia y lo sectorial más. Por eso están los medios por arriba de la política, los empresarios casi empatándoles y luego los sindicatos, que en parte consiguen poder porque se unifican”, analiza Grimson. En ese sentido, “pareciera no estar tan mal si un gobierno tiene el 22% del poder. Ahora, si uno se pregunta por la transferencia de intereses, si el gobierno y el empresariado tienen intereses distintos o fragmentados, la cosa es distinta”, añade. 

Grimson también destaca que los sindicatos ocupan un cuarto lugar en el poder, a pesar de que sus líderes son elegidos por millones de personas, mientras que los empresarios y los grandes medios se encuentran muy por arriba de estos sin ser elegidos. “Ese es un buen punto para pensar cuál es la dinámica de la democracia y el poder de la política”, señala.

Por último, si efectivamente es el relato macrista el que ha contribuido mayoritariamente a crear este nuevo escenario de poder y Macri fue votado por la mayoría, podría pensarse que es lo que “el pueblo” determinó. Pero ante ello, el también docente de la Universidad Nacional de San Martin (UNSAM) destaca que para el balotaje, que es cuando Macri perforó su techo electoral, el candidato de Cambiemos reivindicó el rol del Estado en espacios clave como Aerolíneas, YPF o la ANSES.

Cadena nacional y vida privada

Para Ramírez, que publicó un adelanto de su investigación en la última edición de la revista Nueva Sociedad, las percepciones que recoge la encuesta no aluden a diferencias entre un gobierno fuerte y uno débil. Más bien son reacciones de la opinión pública ante una profunda transformación discursiva de la retórica gubernamental. Ahí ofrece un caso sintomático: las cadenas nacionales.

“En la impugnación (del macrismo) había un texto manifiesto, que era la cuestión institucional de abusar de un recurso reservado para excepciones; pero más interesante era la crítica subrepticia. Entre líneas la denuncia era por qué las cadenas interrumpen la novela, por qué la política interfiere en la vida privada”, señala Ramírez. Esa vida, como la propiedad privada, es cuidada celosamente por el macrismo comunicacionalmente. Basta mencionar que desde que asumió, el presidente lleva apenas dos cadenas nacionales en algo más de nueve meses, es decir una cada 145 días.

Al margen de cualquier interpretación, lo cierto es que desde diciembre de 2015 hubo un movimiento sísmico que no sólo alteró las capas políticas, económicas y sociales del país; también impactó sobre las percepciones y actitudes que regulan el vínculo de los ciudadanos con el sistema político. Movimientos en pugna, kirchnerismo y macrismo, en un auténtico duelo subterráneo de dos formidables maquinarias de narrar el mundo. «

Medios concentrados

Por Randy Stagnaro

La percepción ciudadana sobre el poder de los medios de comunicación tiene una base material concreta en los grandes grupos empresarios dedicados a la actividad. El gobierno tomó una serie de decisiones que afectaron al sector. Tras la baja de las leyes de Medios y Argentina Digital, habilitó el ingreso de Cablevisión a la telefonía móvil al aprobar la compra de Nextel y, además, la compra por parte de Nextel de espectro radioeléctrico en el que piensa ofrecer servicios 4G. El titular del Enacom, Miguel de Godoy, aseguró en las recientes jornadas de Cable, que permitirá a Nextel usar ese espectro para 4G aunque la regulación previa no lo permitía. Sobre esa base opera la división del Grupo Clarín entre un sector dedicado a contenidos (diarios, TV y radios) y otro dedicado a conectividad (Cablevisión, Nextel y Fibertel). Del otro lado se encuentran Telefónica, Telecom y Claro, que tienen asegurado su ingreso a la televisión paga no satelital como máximo a partir del 1º de enero de 2019, un plazo excesivo para ellas. Las telefónicas apuestan a que la nueva ley les acorte la fecha de ingreso a la TV paga y las restricciones que hoy les prohíben ofrecer TV paga satelital.

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