Los debates que las balas no pudieron tapar atravesaron las cientos de aulas en las que se desarrollaron los 69 talleres durante todo el fin de semana largo en Rosario. En particular, en el taller de Mujer y Política se expresaron las contradicciones que atraviesan al movimiento feminista y al campo popular en general. El cautiverio de Milagro Sala, la falta de paridad de género en las estructuras de poder, la implementación de la ley de Educación Sexual Integral y las políticas de derechos de las mujeres fueron algunos temas que tensaron las discusiones.

A su vez, el debate de fondo que atravesó el taller fue la contradicción que hay entre la posibilidad de construir unidad de manera transversal entre las mujeres de distintas fuerzas políticas o la preponderancia de las diferencias ideológicas que surgen a partir de las distintas identidades políticas y partidarias. “El hecho de ser mujeres no nos hermana con María Eugenia Vidal”, reclamó una. “Tampoco con la gobernadora peronista Roxana Bertone que reprimió trabajadores”, chicaneó otra. “Las diferencias nos debilitan a la hora de construir poder”, reclamó una tercera voz. “Antes nos matábamos por la coyuntura, ahora el neoliberalismo en el poder nos une porque sabemos que todas vamos a perder derechos”, advirtió una dirigente del PJ del conurbano. “Pero hay diferencias ideológicas incompatibles e irreconciliables”, se atajó una militante trosquista.

Fue entonces cuando se desató el debate sobre si incluir el reclamo por la libertad de Milagro Sala en el documento final del taller. Todas las organizaciones, kirchenristas y no, estaban de acuerdo en hacer mención explícita de la situación de la dirigente social excepto una militante del GEN, el partido de Margarita Stolbizer, y dos mujeres de Partido Obrero. Hasta desde el Partido Socialista de los Trabajadores, en alianza dentro del Frente de Izquierda con el PO, sostuvieron la necesidad de no diluir el reclamo por Sala en la demanda genérica por la libertad de “todas y todos los presos por luchar”, ya que veían en el cautiverio de la jujeña una amenaza directa a toda la dirigencia política opositora al gobierno.

A la hora de hablar sobre paridad de género, el consenso fue mayor. Las disidencias se basaron en que las actuales propuestas de paridad imponen un techo a las candidatas del 50% en las listas. Pero la discusión sobre paridad tomó profundidad cuando se advirtió que “no se discuten cargos sino poder, y eso se traduciría en que el Poder Ejecutivo y Legislativo asuman una visión de género en sus políticas”.

La discusión del rol de las militantes hacia adentro de las organizaciones políticas dejó al descubierto las marginaciones que sufren las mujeres a la hora de la toma de decisiones. “No da que los compañeros estén en reunión discutiendo y nosotras barriendo el local”, se quejó una militante barrial. “Incluso piensan que estos encuentros son folclóricos y no de formación y discusión política”, advirtió otra. “De acá tienen que salir tácticas que implementemos nosotras para desarmar el machismo dentro de los partidos. Nuestros propios dirigentes son los que nos dicen ‘no hay mujeres para poner en las listas’, son ellos mismos los que nos invisibilizan. Ahí nosotras le tenemos que sacar y enrostrales una lista con todas las mujeres militantes que vienen laburando desde siempre”, aconsejó una dirigente de Berazategui. “No es cupo, -advirtió una ex legisladora municipal- es paridad y alternancia”.

“Las listas las tenemos que armar nosotras, incluso con nuevas y propias metodologías”, aportó una militante de Kolina. “Tenemos que estar atentas a que la reforma electoral, no caigamos en esta trampa de la derecha”, retrucó una ex concejal del FpV de Entre Ríos.“En la calentura de las discusiones, nosotras mismas somos machistas con las otras mujeres cuando le echamos en cara que son la esposa de o la hermana de”, se autocritica una militante barrial.Fue entonces cuando se denunció que la nueva composición de la CGT no cumple ni de cerca con el cupo femenino, lo que se traduce también en los propios sindicatos, incluso los gremios mayoritariamente femeninos. “Lo mismo pasa en las universidades con los cargos docentes y jerárquicos”, advirtió una científica de Entre Ríos. “Y en los consejos profesionales y directivos”, agregó otra.

También hubo debate sobre políticas específicas de género como el aborto y la ESI, la ley de Educación Sexual Integran en las escuelas. La despenalización del aborto puso de relieve las tensiones intra partidarias. Una militante de Nuevo Encuentro recordó que “si bien Cristina no apoyó la despenalización, nosotras sí lo tenemos que militar”. Por su parte, una docente llamó a los sindicatos docentes a que apoyen la implementación de la ley de educación sexual en las aulas, contó experiencias de sus alumnos y llamó a militar en contra del “operativo evaluatorio de los alumnos que quiere imponer el gobierno”.

La cosa se puso más abstracta cuando una ex dirigente sindical advirtió sobre las formas masculinas que asumen algunas mujeres a la hora de conducir. “Hay roles de liderazgos que tienen rasgos muy masculinos”, advirtió una psicóloga y llamó a construir metodologías y formas propias. Esto llevó a su vez, a hablar sobre el desafío de llevar estos debates hacia el resto de la sociedad y pensar tácticas y estrategias para que no queden en discusiones de gueto. “Acá estamos cómodas para hablar, la mayoría de las veces nos respetamos entre nosotras, pero afuera, por ejemplo en mi trabajo, me tengo que aguantar chistes y mala onda cada vez que hablo de estas cosas”, relata una “empleada media”, como se definió con ironía. “Tenemos que pensar formas para ir cambiando las relaciones nosotras, pero no solas, con otras”, propusieron desde el fondo del aula.

La tarde caía en Rosario y ya era hora de pasar en limpio las conclusiones del taller. La coordinadora y las dos secretarias que tomaron nota debían hacer llegar el texto a la comisión organizadora para que sea leído en el acto de cierre. Para muchas, comenzaba otro año de trabajo.