El paso por Buenos Aires del jefe del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, no superó las 48 horas, pero significó la visita al país del funcionario más importante de la administración del presidente estadounidense Joe Biden desde que asumió a fines de enero. El punto central de la agenda fue un almuerzo en la residencia de Olivos con el presidente Alberto Fernández, que se mantuvo bajo estricta reserva y aumentó las incógnitas sobre los ejes que ambos gobiernos vienen desarrollando desde principios de año a través de dos visitas previas de alto nivel: el exjefe del Comando Sur, Craig Faller, y el director de Asuntos del Hemisferio Occidental, Juan González, que trabaja desde abril para concretar la visita que ahora compartió con su jefe y con el subsecretario de la Oficina para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Ricardo Zúñiga.

Sullivan estuvo en la Casa Rosada el viernes por la mañana y fue recibido por su par argentino, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, junto con el canciller Felipe Solá y el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, que luego lo acompañaron a la residencia presidencial. Mantuvo reuniones con ambos y también con el ministro de Economía, Martín Guzmán, y con el de Producción, Matías Kulfas. Luego voló hacia Olivos para mantener un encuentro presencial, similar al que Fernández compartió en forma virtual hace tres meses con González, porque estaba aislado cursando el Covid-19.

La visita de Sullivan también fue aprovechada para comunicar la nominación del abogado y lobbista Marc Stanley como próximo embajador en Argentina. El letrado es parte del equipo de abogados que trabajó para Biden en la última campaña electoral y proviene de Texas, al igual que su antecesor, el juez Edward Prado. Todavía debe pasar por la Comisión de Relaciones Exteriores, donde lo espera el senador republicano por Texas, Ted Cruz, añejo detractor de Stanley.

El secretismo que rodeó al almuerzo de Olivos fue cumplido a medias y aumentó las intrigas sobre temas delicados en materia política, regional, tecnológica, económica y ecológica. La reserva tiene una razón de peso: su ventilación puede ser negativa en la previa de estas elecciones y la intención de ambas administraciones es buscar una agenda positiva en medio de una relación que, al menos hasta el año próximo, estará signada por la renegociación de la deuda de 44 mil millones de dólares que Argentina tiene con el FMI.

Uno de los temas menos mencionados fue la agenda regional. Las fuentes oficiales solo hablaron de «democracia en la región», pero Ferández trabaja para ser elegido en septiembre como el próximo presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Cariba (Celac) y suceder en ese rol a su par mexicano Andrés Manuel López Obrador. Si se concreta esa designación, el presidente podría tener un rol en la región que no pasa inadvertido para Estados Unidos, obsesionado por la influencia china en Latinoamérica  y la situación en Venezuela y Cuba. Otro punto pasa por los desacuerdos con respecto al rol del uruguayo Luis Almagro al frente de la OEA, que cada vez es menos respaldado por la administración de Biden.

La gira de Sullivan incluyó a Brasil, en una corta y reservada reunión con el presidente Jair Bolsonaro, donde el enviado de Biden le propuso, según fuentes diplomáticas brasileñas, el ingreso del gigante amazónico a la Otan, a cambio de que impida el desarrollo en el país de la tecnología 5G producida por la empresa china Huaweii.

Ante las consultas de este diario, en la Cancillería no rompieron el silencio impuesto por la Casa Rosada y solo recordaron que la Argentina tiene un largo camino para desarrollar la tecnología 4G para pensar en la 5G. La lectura coincide con el contenido de la reunión que Sullivan tuvo por la tarde con el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, que ya mantuvo dos encuentros con González.

Los puntos que repasaron son similares a los ejes tratados en Olivos y que fueron celosamente guardados. Sullivan planteó el interés de Estados Unidos de financiar el desarrollo del 5G argentino antes de que se concrete la expansión de Huaweii, en un nuevo repaso de la preocupación de Washington por la relación con China. La propuesta de cooperación tecnológica fue acompañada por un nuevo planteo de inquietud por la actividad pesquera china en el mar internacional y en el límite de las 200 millas del Mar Argentino.

Por primera vez hubo menciones a la cuestión del agua potable. Fue en la misma línea de la charla virtual que la semana pasada mantuvo el excanciller de Barack Obama y actual encargado sobre cambio climático, John Kerry. Se reunió con los gobernadores de la zona amazónica, sin Bolsonaro, en el marco de encuentros de varias potencias extranjeras en la búsqueda de financiamiento para detener el cambio climático. El excapitán del Ejército brasileño y líder ultraderechista revirtió la aplicación de la legislación ambiental y profundizó la deforestación del Amazonas.

En el caso argentino, Sullivan habló del interés de preservar la bajante del río Paraná y de «colaboración para garantizar las cuencas hídricas en un trabajo en conjunto para darle normalidad al curso de agua y armar un esquema de equilibrio con Argentina con un rol protagónico», según explicó una alta fuente legislativa que participó de la cita con Massa.

Otro de los puntos ineludibles de la agenda de Sullivan tuvo que ver con la provisión de vacunas. Estados Unidos le donó 3,5 millones de dosis de Moderna a la Argentina, pero Sullivan considera que la mejor forma para frenar la pandemia es promover que cada país tenga capacidad para producir sus propias vacunas. Lo mencionó en la reunión extraordinaria del Consejo Económico y Social que encabeza Béliz, en un encuentro donde estuvieron sindicalistas como Hugo Yasky de la CTA, Héctor Daer y Aldo Pignanelli (CGT) y ejecutivos de Chevron, General Motors, IBM, Pfizer, Bagó y Richmond, entre otros. Delante de ellos, Sullivan repitió a Biden y consideró a los sindicatos como uno de los motores de crecimiento de la clase media.