A tres semanas del cierre de listas, los principales armados nacionales se debaten en una pelea que tendrá tres fuertes competidores. Mario Riorda, politólogo, docente y presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE), analiza el peculiar panorama de tercios que será protagonista en esta elección y explica el camino que permitió la aparición de figuras como Javier Milei y la expansión del “voto bronca”.

Con experiencia en más de 140 procesos electorales en Argentina y América Latina, el académico expone el déficit de Juntos por el Cambio, la amenaza de La Libertad Avanza y la oportunidad del Frente de Todos en un proceso electoral que no escatimará en internas y traslados de votos.

-Con un escenario tan conflictivo, ¿cómo analiza las campañas de las diferentes fuerzas políticas?

-Las campañas electorales han muerto. No porque no hagan falta y no sean el primer paso de cualquier proceso democrático, sino porque la evidencia empírica demuestra fácilmente que este dejó de ser un esquema centrado en propuestas racionales y, en cambio, las campañas se convirtieron en plebiscitos emocionales o batallas de fracturas expuestas. La interpelación de la otredad y la potencialidad que pueden dar los debates prácticamente no existen, puesto que si estas otredades aparecen es simplemente para que sus rivales las humillen, pisoteen y sacrifiquen.

-¿Qué explicación cabe para esta degradación en el juego político?

-Este es un cambio estructural que acompaña a la situación internacional, que se volvió cada vez más intensa. Pero, además, hay un cambio muy potente que hace sucumbir a lo que estamos acostumbrados a ver en el país, que es el rompimiento del sistema de partidos. La oferta de tercios es competitiva a nivel nacional, pero en las provincias los partidos se van descuajeringando. Hace tiempo se ven reacomodos y alianzas pragmáticas, o incluso incoherentes, -como en el caso de Neuquén, Río Negro, Mendoza o Santa Fé- que empezaron a sacudir y generar modificaciones en los armados nacionales, lo que explica esta degradación en el sistema partidario.

-¿Cómo se construyó el camino a una elección de tres tercios?

-Hay una oferta de tercios pero no son simétricos, más allá de que matemáticamente sí deberían serlo. Hay un primer hito que puede ser considerado como el inicio de esta elección de tres partes, que es la derrota electoral del Frente de Todos en 2021, donde el espacio obtiene 33% de los votos. En esas legislativas, Juntos por el Cambio y la medición de sus dos precandidatos presidenciales, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, retuvieron entre 37 y 42% de los votos, un punto más del que obtuvieron en las presidenciales del 2019. Pero sucedió algo que no previeron. A la totalidad de las figuras políticas les afectó el desánimo por la política. Hoy no hay ningún dirigente que cuente con gran imagen positiva y, por el contrario, la gran mayoría tiene un diferencial negativo agravado, es decir, dos porciones de negatividad sobre una de positividad. Esta mala imagen afectó directamente a JxC, porque, en las últimas mediciones, la sumatoria de sus dos precandidatos ya no da por arriba de los 40 puntos, sino que juntos suman 23%. Esto no sólo explica el empate entre ambos candidatos dentro de su propia interna, sino que además expone que este espacio perdió entre 10 y 15 puntos desde el 2021. El tercio que es el beneficiario de este escenario es el de Javier Milei. De tal forma que, con los análisis hechos hasta la fecha, da la sensación de que el libertario podría ser el candidato más votado de las primarias, el ganador en un escenario de primera vuelta e incluso triunfar en el ballotage. Estos últimos dos escenarios se explican por la posible fuga de votos que sufriría Juntos por el Cambio ante el triunfo de Larreta por sobre Bullrich en las primarias. Si bien día a día ambos dirigentes pierden votos contra la figura del libertario, el triunfo del jefe de gobierno podría aumentar notablemente esta diferencia, posicionando a Milei como un eventual ganador.

-Con este escenario tan fragmentado, ¿es una estrategia potable que el oficialismo dispute candidaturas en las PASO?

-Sí, es necesaria. Porque es claro que las chances de que Milei sea el candidato individual más votado en las Primarias son muy altas. Si esto ocurre, el oficialismo no tendrá que competir contra él, sino contra el agregado de votos que consiga Juntos por el Cambio. De acuerdo a quién se presente, es probable que la cantidad de votos que obtenga en la primaria el Frente de Todos sea mayor a la de Juntos por el Cambio. Si bien el oficialismo nacional hoy carga con el estigma de poder ocupar el tercer puesto, con una campaña inteligente, el espacio que podría quedar en ese lugar del podio es el del ex Cambiemos.

-¿Cuál es, según su criterio, una campaña inteligente?

-Se debe establecer un proceso de ingeniería y cálculo electoral para que, quienes compitan, sumen y no resten. Además, los competidores de la interna no deben superponerse en el voto. Por el contrario, deben apostar a ampliar el marco existente que tiene el Frente de Todos. El oficialismo debe competir con pesos pesados. No hay ningún problema en el ruido que pueda generar una interna, en tanto y en cuanto esta agregue votos al espacio. Si la primaria no es competitiva, el FdT le va a regalar protagonismo a Juntos por el Cambio.

-¿Quiénes deberían ser estos “pesos pesados”?

-Hay muchos candidatos interesantes. Daniel Scioli, Axel Kicillof y Sergio Massa son tres grandes pesos, aunque no hay que descartar a Wado de Pedro por la traslación de votos que pueda darle Cristina Fernández de Kirchner. Los cuatro tienen una importancia suficiente por su instalación nacional y, pujando en el debate público, tienen mucho para aportar a la competitividad a la que creo obligatoria para que el Frente de Todos pueda recuperar votos en la primaria.

-¿A dónde debería apuntar el mensaje del oficialismo?

-Si el crecimiento de Javier Milei es gracias a los enojados, ese núcleo es bastante intocable. En primera medida, el Frente de Todos tiene que retener el 33% que lo votó en la última elección. Si se logra este escenario, esto podría catalogarse como un triunfo histórico para el oficialismo. «