¿Cómo sabía la empresa que iba a ser liberado?”, se preguntó el ex trabajador y militante gremial de Mercedes Benz, Hugo Crosatto. El testigo habló en una nueva audiencia del juicio por la megacausa Campo de Mayo que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de San Martín, donde volvió a quedar en primer plano los contactos entre directivos de la empresa automotriz y el Ejército argentino durante la dictadura. La pregunta refería a un episodio particular: un telegrama en el que la empresa le dio vacaciones a un trabajador secuestrado por lo que había ocurrido, pero que llegó a la casa de la víctima un día antes de ser liberado del centro clandestino de detención.

El juicio que comenzó el 29 de abril pasado tiene en el banquillo a veinte militares, gendarmes, policías y civiles de inteligencia acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 323 víctimas, entre ellas 14 embarazadas, cometidos en 169 casos.

Mercedes Benz es el primer caso que comenzó a analizarse en el debate oral y busca determinar quiénes fueron los responsables de las desapariciones de siete trabajadores de la empresa automotriz entre 1976 y 1978: Alberto Francisco Arenas, Juan José Mosquera, Jorge Alberto Leichner Quilodran, Alberto Gigena, Diego Eustaquio Nuñez, Fernando Omar Del Contte y Héctor Aníbal Ratto, el único sobreviviente del grupo.

En la que fue la tercera audiencia de declaraciones, los testigos volvieron a poner sobre la mesa los nombres del gerente de Asuntos Jurídicos, Rubén Pablo Cueva, y el de Producción, Juan Ronaldo Tasselkraut, quienes no fueron involucrados en el expediente a pesar de los pedidos de las querellas.

Uno de esos relatos fue el de Dolores Fernández, ex secretaria de Cueva. La mujer contó que trabajaba en las oficinas de Avenida Libertador de Mercedes Benz y recordó una reunión de su jefe con personal militar, entre quienes estaba el coronel Alberto Alfredo Valín, entonces jefe del Batallón de Inteligencia del Ejército 601. Esa relación de la empresa automotriz con la inteligencia militar ya había sido señalada por otros ex trabajadores de la empresa en las audiencias previas.

Fernández también recordó los vínculos comerciales que la automotriz mantenía con el Ejército y con dictaduras de Latinoamérica.

El testimonio de Crosatto apuntó a la responsabilidad empresarial en la persecución de los delegados gremiales y la desaparición forzada de las siete víctimas del caso. Contó que trabajó en la fábrica desde el año 1972 hasta julio de 1976, cuando dejó su puesto por temor y porque sus compañeros le advirtieron que había quedado expuesto.

En su testimonio recordó el autoritarismo de Tasselkrautz y mencionó a otro gerente, Arnaldo Ceriani, sobre quien sembró sospechas de facilitar el ingreso de los militares a la fábrica para realizar las detenciones de trabajadores.

En su relato, Crosatto recordó el secuestro del trabajador Juan José Martín a quien, un día antes de que fuera liberado por la dictadura, Mercedes Benz le mandó un telegrama a la casa diciendo por los hechos que había vivido le daban 15 días de vacaciones. Porqué la automotriz sabía que iba a recuperar la libertad fue la incógnita que el testigo dejó a los jueces en la cuarta audiencia de testimoniales del juicio.

La próxima audiencia será el miércoles próximo en los tribunales de calle Pueyrredón al 3700, en la que declararán testigos de contexto.