El economista de ultraderecha Javier Milei buscará en las elecciones generales de este domingo ampliar la escasa ventaja que conquistó en las primarias del 13 de agosto. Fue el aspirante más votado en un comicio que dibujó una estrecha e inédita paridad de tres tercios con la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio y el ministro de Economía Sergio Massa, de Unión por la Patria. La geografía de las PASO, en las que no votaron más de diez millones de electores, volverá a ponerse a prueba este 22 de octubre, en una jornada decisiva para cada uno de los competidores, pero en especial para La Libertad Avanza: no logró conquistar la gobernación de ninguna provincia este año, pero capitaliza la creciente fuga de votos por ultraderecha que atormenta a JxC.

La estrecha tensión numérica que dejaron las primarias había pasado a un segundo plano durante los dos meses que transcurrieron desde el 13 de agosto. No hubo impugnaciones ni planteos que pusieran en duda el resultado. Ahora emergieron poco antes de la veda, a partir de las declaraciones de Milei en una entrevista televisiva con Samuel Chiche Gelblung. El mensaje, según confirmaron a Tiempo en LLA, no fue inesperado sino una decisión premeditada para darle más impacto al planteo. Habló del «robo de boletas y mesas en las que LLA recibió cero votos durante las PASO, estimando un porcentaje que se habría omitido y que resultaría importante».

Las expresiones parecieron anticipar su posible respuesta en caso de que las urnas no confirmen sus aspiraciones. Para los desconfiados, esa tardía declaración podría ser la antesala de la «fake news» que podría activar Milei en caso de emergencia. El objetivo sería impugnar los resultados y victimizarse si la estrecha paridad de agosto se repite y no se confirma que estaría por encima de los demás competidores.

«No es la idea, pero no descartamos nada. En las PASO perdimos cinco puntos por la fiscalización», sostuvieron en el entorno de Milei, tras reconocer que no fue una decisión de ultimo momento sino una advertencia previa a la veda con el impacto que genera al filo del comicio más importante del año.

El economista cerró la segunda etapa de la campaña con el foco puesto en sumar votos en Provincia de Buenos Aires para fortalecer a su candidata a gobernadora, Carolina Píparo. Tuvo buenos resultados en once provincias. En cinco obtuvo el primer lugar y en seis el segundo, pero sólo pudo visitar Corrientes, San Luis y Salta, donde cerró el road show federal. El resto del tiempo lo concentró en el Área Metropolitana de Buenos Aires donde concretó su último acto de marketing político.

El sprint final estuvo concentrado en su núcleo duro, pero con declaraciones que él no protagonizó. Desde el planteo de Alberto Benegas Lynch para cortar relaciones diplomáticas con el Vaticano hasta la propuesta de la candidata a diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires, Lilia Lemoine, que planteó que los hombres puedan renunciar a la paternidad y no se hagan cargo económicamente de los hijos. Pueden ser errores no forzados, alimentados por el consumo de noticias falsas, o decisiones tácticas manifiestas para no debatir sobre economía en el último momento de la competencia. Sucede en un tramo donde la volatilidad del dólar ya no beneficia a Milei en la intención de voto sino que genera temor. Especialmente en el electorado indeciso a causa de las declaraciones devaluatorias del candidato, empeñado en alimentar un proyecto de dolarizar la economía que nunca detalló.

Para evitar que pongan en duda su capacidad de presidir el país, Milei ha procurado moderar sus gestos e intervenciones. Tuvo suerte dispar en esa misión, pero en la última etapa de la campaña los que alimentaron al público más incondicional fueron otros dirigentes del mismo espacio. El giro comenzó a corporizarse en los últimos diez días y este domingo se cristalizará con más fuerza, a partir de la presencia de invitados de ultraderecha provenientes de países vecinos, como el excandidato presidencial chileno José Antonio Kast y Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair, capitan de Ejército y expresidente de Brasil. No es un recién llegado a la ultraderecha argentina sino un estrecho colaborador de Milei. También estarán los dirigentes de Vox, el partido español reivindicador del franquismo y la falange.

Su presencia alimentó las sospechas sobre los preparativos de un plan victimizador ante un eventual resultado adverso o no esperado, que movilice al núcleo duro de votantes para sostener en las calles una presunta impugnación de los resultados, tal como sucedió en Estados Unidos cuando Donald Trump no quiso reconocer la derrota ante Joe Biden y sembró el germen que derivó en el ataque posterior al Capitolio. La escena se repitió hace poco en Brasil, con un Bolsonaro que tampoco quiso asumir que había perdido con Luiz Inácio «Lula» da Silva. Fue la previa de la protesta de fanáticos bolsonaristas que el 8 de enero de este año irrumpieron en el Planalto para impedir la asunción del presidente electo. Sucedió a partir de información falsa que, según la comisión investigadora parlamentaria brasileña que indaga los incidentes, tuvieron a Fernando Cerimedo como factor determinante. Se trata de un ex asesor de Bolsonaro que este año trabaja para Milei en la estrategia de redes que originó junto a la ultraderecha brasileña. Mucho más cerca que Steve Bannon, el ex estratega de Trump que es devoto del líder de La Libertad Avanza.