Dos ex combatientes de Malvinas, un empresario de laboratorios, una flamante dueña de su propia casa, una obrera de la construcción, una directora de institución de salud mental, dos rectoras universitarias, dos científicos y una trabajadora de la economía popular. Con nombres propios y rostros presentes en el Congreso, Alberto Fernández repasó tres años de políticas públicas de su gobierno.

«Frente a esta Honorable Asamblea Legislativa, quiero invitarlos a rendir un sincero homenaje a los y las dirigentes políticos, sociales, gremiales y de defensa de los derechos humanos y a todas las personalidades del mundo religioso, artístico, cultural y científico que fueron capaces de  construir esos denominadores comunes que hicieron posible la restauración de la democracia», dijo el presidente en la apertura de su discurso de este miércoles, que terminó protagonizado por lo que parece un reseteo de la denuncia contra la Corte Suprema de Justicia, representada en el recinto por su titular Horacio Rosatti y Carlos Rozenkrantz.

Sin embargo, por fuera de la mención a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, Alberto no le puso nombres propios a esas figuras protagonistas de los 40 años de la democracia recuperada, pero sí el de cuatro hombres y siete mujeres sin nombres reconocibles.

El contraste discursivo quedó claro: frente a la Corte Suprema y sus ministros representantes del poder empresario, héroes anónimos potenciados por las políticas públicas del Frente de Todos.

De Malvinas al sector privado

«No quiero dejar de decir: nuestra democracia es también hija, como todos bien sabemos, de nuestros héroes de Malvinas», abrió el presidente su primer homenaje, dirigido a Juan José Fernández, ex combatiente desde el bombardeo inglés del 1 de abril de 1982.

Repasando la trayectoria de dificultades para su reinserción socioeconómica tras regresar de las islas, Alberto Fernández anunció que se pudo jubilar gracias a la Ley 27.329 y remarcó que «es padre de tres hijos, todos profesionales, y tiene un nieto y permanece activo en su vocación de seguir sirviendo a su país.» La mención a las familias de las personas señaladas en el discurso presidencial fue una constante.

Por fuera del texto, también hubo mención al diputado oficialista Aldo Leiva, soldado durante el conflicto bélico.

Guillermo Battolla, director de Recursos Humanos y Asuntos Corporativos en Biosidus, fue el siguiente mencionado por el presidente. «De capitales privados, la compañía ha podido desarrollarse de la mano del Estado que ha apoyado con varios desembolsos a sus principales emprendimientos», subtituló el presidente la razón de esa mención, en un intento evidente por resaltar el acompañamiento empresarial a sus políticas.

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner
Foto: Leo Vaca / Télam

Ladrillos públicos

La política de vivienda desarrollada en los tres años de gobierno del Frente de Todos fue otra de las oportunidades de Fernández para contrastarse con el gobierno de Mauricio Macri, a quien no mencionó directamente. A María Daniela Parra Fuentes la definió como «la primera en tres generaciones en acceder al sueño de la casa propia». Desde el palco, María Daniela agradecía en voz alta y le tiraba besos al presidente. Ella, junto a su familia, accedió a un crédito Procrear y ya viven en uno de los departamentos del complejo de Parque Patricios, en CABA.

Alberto señaló que «en pocos días estaremos entregando la vivienda 100.000 de esta administración mientras seguimos construyendo otras 140.000. Adicionalmente, ya entregamos cerca de 88.000 créditos para la vivienda propia». Sin embargo, sorprende que otro discurso que recorre la mayoría de los aspectos de la vida política del FdT en el gobierno, con más de dos horas de duración, no haya incluido en ningún instante menciones hacia el porcentaje de la población que alquila su hogar.

Llegó el turno de Gisela Segovia, obrera de la construcción afiliada a UOCRA, de Merlo. «Está feliz: gana mejor, tiene obra social, vacaciones, aportes jubilatorios, aguinaldo, apoyo del sindicato y se ganó el respeto de sus compañeros. Sostengamos ese círculo virtuoso. La inversión en obra pública es más vivienda, pero también más trabajo, y más dignidad para Gisela y para todos y todas.»

Ahí se hizo presente otra de las definiciones sobre un tema que cruzó los últimos años de discusión interna en la coalición de gobierno: el trabajo, el empleo y las políticas sociales. Un poco después, pasados los gritos de la oposición en el fragmento referido al papel de la Corte en la pelea por la coparticipación, el presidente incluyó en su discurso a Belén, trabajadora de la economía popular de La Plata. El equilibrio discursivo con las organizaciones sociales llegó con esta mención a ella, parte de la Cooperativa Auge.

«Hoy Belén tiene trabajo gracias a una cooperativa que se creó bajo el programa Obras Tempranas de la Secretaría de Integración Social y Urbana del Ministerio de Desarrollo Social. ¿Pero saben cómo se financió esa política? Se financió a través de la Ley de Aporte Solidario y Extraordinario que este mismo Congreso ha votado», puntualizó Alberto. Otra vez, la historia personal transformada por las políticas públicas, en este caso la industria.

Las cabezas, instituciones de la Nación

El presidente no pierde oportunidad de mencionar su formación y pertenencia a la Universidad de Buenos Aires. En esa línea, destacó a Alicia Borhem, rectora de la Universidad Nacional de Misiones, y Antonia Lidia Blanco, rectora de la Universidad Nacional Patagonia. Ponerlas en foco fue la oportunidad para volver a reclamar, tras el fracaso de su tratamiento en las sesiones extraordinarias del Congreso, que se trate el proyecto de ley que crea las universidades de Pilar, de Ezeiza, del Delta, de Saladillo y de la Cuenca del Salado con sede en Cañuelas. 

Un poco antes, Alberto presentó a Silvina Aguilar, directora del hospital nacional que integra la Colonia Montes de Oca. Con las cámaras también enfocando a la ministra de Salud Carla Vizzotti, el discurso insistió en la importancia de la salud mental como parte de las políticas públicas. El primer mandatario remarcó que dicha institución de salud mental cambiará su enfoque sobre la internación de pacientes -algunos ahí desde hace décadas- y pasará a llamarse Hospital y Comunidad Ramón Carrillo.

Si en los primeros días de gestión del Frente de Todos se hablaba de un «gobierno de científicos», el presidente ensayó un regreso ahí tras la durísima gestión de la pandemia y la batalla mediática con los sectores que criticaron la estrategia contra el covid.

Fernández citó a Juliana Cassataro, licenciada en Ciencias Biológicas y doctora en Inmunología, «hija de la educación pública y es, a la vez, hija de detenidos desaparecidos», según el relato presidencial. Cassataro integra un equipo de la Universidad de San Martín que desarrolló la primera vacuna argentina contra el virus. También el homenaje se extendió a Gabriel Rabinovich, bioquímico e investigador superior del CONICET. «Gabriel lidera hoy un equipo argentino que avanza hacia un tratamiento clínico contra el cáncer», narró Alberto.

Un discurso marcado por la técnica narrativa

Luego de finalizado el discurso del presidente, el consultor en medios y ex de Daniel Scioli, Juan Courel, twitteó: «Todo el recursero de discursos de Obama del año 2008. Como Mauricio (Macri), que cuando era jefe de gobierno, hace más de 10 años, nombraba a la responsable de un comedor. O Daniel -Scioli, de quien fue director de campaña en 2015-, que también en aquella época, evocaba el esfuerzo de un joven atleta surgido de los juegos deportivos la provincia. Ni hablar de Cristina, quien con toda su fuerza pudo ponderar la labor de un empresario que trataba bien a sus empleados». «Storytelling, conmueve», definió Courel.