En los años 90, Raúl Castells junto a Nina Pelozzo, su pareja de entonces, quien luego tuvo su momento de gloria en el “Bailando por un sueño” de Marcelo Tinelli, fundaron el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD). Eran años duros donde proliferaron muchos liderazgos sociales que con distinta suerte se fueron construyendo para combatir la injusticia social, durante y después de la convertibilidad menemista, hoy tan en boga.

Lo cierto es que Castells siguió con sus supuestos reclamos de justicia social y hasta fue candidato a presidente, aunque no le alcanzó el porcentaje para presentarse a elecciones. 

Iniciado el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, Castells disminuyó su carácter combativo durante aquel mandato. Por entonces observábamos cómo un predio ubicado en San Juan y Paseo Colón, utilizado por escuelas secundarias de la zona para clases de educación física, le era transferido por el gobierno de la Ciudad a su movimiento. Media manzana porteña, aproximadamente.

Recordemos hace pocos meses el desalojo de nueve mujeres en la calle Pringles, por el mismo gobierno que supo beneficiar al emponchado piquetero. En esa casa funcionaba un merendero, apoyo escolar y un cúmulo importante de actividades culturales con arraigo comunitario en el barrio. También allí se lograron avances y soluciones autogestivas para mujeres víctimas de violencias de todo tipo, allí donde el Estado porteño no había podido llegar a ser justo, ni efectivo.

Este inmueble donado con “cargo cultural” por el pintor Eduardo Sívori -es decir que su finalidad se ajustaba precisamente a lo que hacían las desalojadas-, es el cinco por ciento del entregado para la universidad vacía de Castells. Las crónicas de esos días nos dicen que en la calle Pringles todo terminó en un violento desalojo. Distinta vara para medir problemáticas sociales.

Volviendo al predio entregado a Castells, jamás hasta este año vimos actividades: ni handball, ni fútbol, ni basquet, ni voley practicado por estudiantes, ni ninguna actividad humana universitaria y popular. Sí vimos el espacio siempre pintado de amarillo, lleno de consignas y con el nombre de Raúl Castells por doquier.

Recién hoy es posible ver alguna actividad estudiantil después de mucho tiempo.

El predio es contiguo a la Autopista 25 de mayo y vecino del Club Atlético, el ex campo de detención, tortura y exterminio que quedó sepultado bajo los soportes de vialidad y que se viene recuperando como Espacio de la Memoria, para no olvidar lo ocurrido durante la dictadura cívico militar del 76.

En estos momentos en que Castells declara desafiante en los medios de comunicación: “Nosotros estamos convocando a los saqueos” y acapara la atención en torno a aquellos hechos, entendemos que su reaparición no parece casual y tiene afinidad política con el sector que salió a reclamar el «imperio del orden». Lo hemos visto movilizar contra la pandemia, contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, nunca contra Mauricio Macri ni Horacio Rodríguez Larreta.

Tal vez esa afinidad está ligada a la entrega de ese lugar y otras dádivas. Es una conclusión a la que arribamos por un primario razonamiento deductivo. Hoy sabemos que el permiso de ese predio está vencido, que se está vulnerando su destino original que era realizar allí el Centro de Interpretación de la obra que se lleva adelante en el ex Atlético.

Decimos vulnerando pues ha aparecido en el mismo un pozo para hacer pilotes, que tal vez por su envergadura termine sosteniendo un gran cartel publicitario. De esta manera, se estaría ignorando el convenio firmado entre el Gobierno de la Ciudad y la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación para realizar el edificio del Espacio para la Memoria. Todo tiene que ver con todo.

Pero lo que no nos ha dejado de asombrar en todos estos años, es que en la esquina de San juan y Paseo Colón, bien visible como para no ser obviado por transeúntes y automovilistas, hay aun cartel de grandes dimensiones con una imagen en relieve del Che Guevara, sobre los colores institucionales del Gobierno de la Ciudad y casualmente los del MIJD.