Después de una campaña presidencial que pasó casi desapercibida, el equipo que rodea al candidato presidencial Juan Schiaretti sabe que el estrellato que logró reclutar el cordobés se debe, sin margen de duda, a su participación en los dos debates entre los cinco aspirantes a la Rosada. Tanto así, que algunos dirigentes de la provincia mediterránea se envalentonan a decir que el gobernador puede obtener hasta 8 puntos en el recuento final de este domingo. Un número que, si bien lo dejaría sumamente lejos de un eventual escenario de balotaje, le permitiría ingresar cuatro diputados y mantener una omnipresencia considerable el próximo año en un Congreso que promete no funcionar sin acuerdos entre bloques.

En su cierre de campaña del pasado jueves en el coqueto Espacio Quality, el cordobés no titubeó en dejar en claro cuáles son sus dos principales rivales. Calificando como “el ministro de la inflación” a Sergio Massa y culpando de “llevar al país a esta crisis” a Patricia Bullrich, Schiaretti no hizo más que terminar de confirmar que, en un eventual gobierno del libertario, estaría dispuesto a apoyar y darle gobernabilidad a Javier Milei, quien en Córdoba se llevó el 31,5% de los votos, arrebatándole el primer puesto al mandatario en su propia tierra.

Esta bajada de tono hacia el líder de La Libertad Avanza se dio en la misma semana en donde se acrecentaron las versiones de que su candidato a vicepresidente, Florencio Randazzo, pudiera convertirse en ministro de Milei como broche de oro del acuerdo subterráneo que estaría tejiendo el excandidato a diputado y armador de Hacemos por Nuestro País, Diego Bossio.

Aunque el extitular de la cartera de Transporte durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner recogió un paquete de halagos por parte de su colega y candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, el cordobesismo salió con los tapones de punta a desmentir esta posibilidad. El encargado de tirarse arriba de la granada fue el diputado y férreo anti kirchnerista, Carlos Gutierrez, quien calificó estas versiones como una “operación” y se apuró a decir que no se imagina un país gobernado por Javier Milei. El daño, sin embargo, puede ya estar hecho, temen desde el comando del cordobés.

Tal como mantuvo durante toda su campaña, la estrategia de Schiaretti es reclutar la mayor cantidad de votos en el centro del país, donde se despliega la zona productiva y agropecuaria. Con la mente puesta en mostrarse como un buen gestor y replicar el modelo productivo y económico que aplicó en su provincia natal en todo el país, el candidato centra sus propuestas en la baja de retenciones para el sector, crear un seguro contra la sequía para productores agropecuarios, quitar del cepo cambiario para el sector exportador y concretar la entrega de la titularidad del Banco Central a la oposición para garantizar su “buen funcionamiento.”

La prioridad, como ya lo dejó en claro en varias apariciones que le costaron una catarata de memes en redes sociales, será reconquistar el voto en Córdoba y convertirse en el candidato más elegido en su provincia. Para ello, el gobernador apuntó a disputar cuerpo a cuerpo el voto peronista que amenaza con seguir el cauce y acercarse a Massa, y el voto conservador de una provincia acaudalada que podría sentirse interpelada por las propuestas de Bullrich. La instalación en el espectro mediático y político que logró en dos cortas semanas el cordobés lo deja en una posición notablemente superior de la que tenía cuando inició su travesía electoral. Por eso, para el equipo de Schiaretti, sea cual sea el resultado de este domingo, él ya ganó.  «