Desde este domingo, los competidores que se medirán en las PASO del 12 de septiembre podrán transmitir sus spots publicitarios en la televisión, dentro de una campaña electoral que ya comenzó hace dos semanas con la incripción de los precandidatos de cada fuerza. Para Juntos por el Cambio, será una forma de resetear un arranque de campaña accidentado, que hasta ahora estuvo signado por los duros tironeos entre los socios de la alianza opositora y las expresiones misóginas del diputado nacional Fernando Iglesias, que ocupa el cuarto lugar de la lista de aspirantes porteños que encabeza la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

La precandidata anunció este sábado que el expresidente Mauricio Macri volverá «en los próximos días» de Europa, donde se encuentra desde hace casi dos meses por un viaje que se extendió por las restricciones para viajeros en el exterior que dispuso el Gobierno para retrasar el ingreso al país de la variante Delta. Según anticipó Vidal, Macri volverá para acompañarla en la campaña y sumarse a la que encabeza el exvicejefe de Gobierno Diego Santilli como primer precandidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires. Si el anuncio se confirma, el expresidente intervendrá en una campaña proselitista que no lo contaba en el Área Metropolitana, sino en el interior del país, con visitas a Córdoba, Mendoza y Santa Fe, para respaldar a los aspirantes y contener al voto duro en esos distritos.

«Si recurren a Mauricio es porque la campaña no va bien», confió a Tiempo un dirigente macrista que trabaja en la candidatura porteña de Vidal y está enfocado en la compleja competencia interna que tienen con Ricardo López Murphy, de Republicanos Unidos, y Adolfo Rubinstein, de Adelante Ciudad, un sector del radicalismo que no avala la postulación de Vidal y promovió una tercera lista que apunta a ella.

Hace dos semanas, la exgobernadora comenzó a afrontar las consecuencias de su cambio de domicilio calzada en el traje de candidata eterna. Es una desventaja que no tomó a su equipo de campaña por sorpresa. El imprevisto surgió después: Vidal estaba muy poco preparada, como el resto de las precandidatas que la acompañan, para afrontar la incomodidad de compartir la lista con Iglesias desde que es objeto de durísimas críticas por las expresiones misóginas que lanzó por Twitter contra las actrices Florencia Peña, la exmodelo  Sofía Pacchi y la periodista Ursula Vargues, que aparecieron en la lista de visitantes a la residencia de Olivos. Fueron recibidas por el presidente Alberto Fernández en la etapa más dura del aislamiento obligatorio y la revelación le sumó un problema a la campaña del oficialismo.

Pero Iglesias sostuvo que habían ido por motivos sexuales y sacó del centro de la escena las críticas contra el presidente. Así abrió dos frentes de conflicto en plena campaña, aunque lo que más le critican sus pares es ser «absolutamente funcional al kirchnerismo». Las críticas reflejan el poco interés que tienen los socios de la coalición opositora en afrontar el escándalo de Iglesias cuando habían puesto todos sus esfuerzos para bajarle el tono a la pelea interna.

El lunes, la Mesa Nacional de JxC pactó una tregua luego de que fracasara el intento de Bullrich y el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, de impulsar un código de convivencia para controlar las peleas.

En el medio de esos intentos, estallaron los problemas con Iglesias. Peña lo demandó penalmente con el patrocinio del abogado mediático Fernando Burlando, y 15 diputadas del Frente de Todos pidieron que sea sancionado y expulsado de la Cámara por misógino y violento, en una ofensiva que no tiene chances de prosperar. En la querella que firmó, Peña lo acusa de mandar un «un tuit que tenía fotografías de mujeres que realizaron visitas a la quinta presidencial por razones laborales». También apuntaron contra su compañero de bancada Waldo Wolff, que le contestó: «Pero era de rodillas, ¿no?».

Ambas expresiones fueron consideradas como parte de los delitos de «incumplimiento de los deberes de funcionario público por haber cometido graves hechos de violencia psicológica, simbólica, mediatica e institucional contra la mujer».

Wolff se despegó e Iglesias no se retractó. Por el contrario, sostiene que Peña y las diputadas oficialistas que lo quieren expulsar mienten. La ausencia de autocrítica de Iglesias se transformó en un problema para la campaña porteña de Vidal, que no pudo ocultar su incomodidad en los medios por el escándalo que protagoniza su compañero de lista. Hasta ahora, la exgobernadora no volvió a mostrarse con Iglesias, pero en su entorno relativizan que el caso le reste votos.

«Cada candidato cumple su función. Los que votan a Fernando no van a cambiar su voto por esta situación, y para los que no se sienten representados por él, tienen otras propuestas en la misma lista que combinan nuestra oferta», cintureó un colaborador de Vidal para bajarle el tono a la situación, mientras admite que pasaron las últimas dos semanas en una situación defensiva que arrancó con las críticas por el cambio de domicilio y siguió con los tuits de la precandidata Sabrina Ajmechet, que desató otra minicrisis por decir que las Malvinas son británicas. A ese frente se sumaron las expresiones misóginas de Iglesias, que llegó a la lista con el respaldo de la titular del PRO, Patricia Bullrich, y Macri.

Bullrich ha sido la única dirigente que lo defendió y el expresidente no ha dicho una palabra, aunque es posible que lo respalde apenas ponga un pie en Buenos Aires y comience a intervenir en la campaña. El desembarco del expresidente en el marketing político del PRO genera intrigas dentro del partido amarillo. Actualmente, la campaña está en manos del alcalde Horacio Rodríguez Larreta, principal antagonista interno de Macri, que acompaña tanto a Vidal como a Santilli en todos los lugares donde miden bien. «¿Qué puede sumar Mauricio? En el interior es un gran elector, pero si juega en el AMBA es para superar el daño que causó Iglesias porque se trata de un candidato que puso él junto a Patricia», confió una fuente con despacho en el Gobierno porteño. En el PRO aseguran que la demanda penal contra Iglesias puede transformarse en un problema mediático en medio de la campaña, pero no creen que prospere en tribunales, salvo por el poder corrosivo que le pueden imprimir Peña y Burlando. El problema interno ya existe: las críticas contra el diputado fueron unánimes dentro de JxC, pero nadie le pidió que resigne su candidatura.