Apatía y enojo. Esta es la combinación predominante en el humor social sobre el proceso político. Un estado de ánimo paradojal: quien está enojado no es tan apático. Es un clima propicio para producir sorpresas y no necesariamente agradables: una fiesta inesperada el día del cumpleaños de alguien que no quería celebrar.

Hay encuestas en las que Javier Milei aparece en segundo puesto y Juntos por el Cambio tercero. Los datos surgen en algunos distritos del Gran Buenos Aires y en provincias como Tucumán y Río Negro. No puede afirmarse que representen una tendencia nacional. Solo son señales.

El Frente de Todos aparece en primer lugar pero no de una manera vigorosa, algo que resulta casi inevitable en un contexto de inflación que la Argentina no vivía hace décadas. Mide alrededor de 35 puntos, el piso del peronismo.

Los consultores que hicieron las mediciones-y que pidieron reserva total-toman distancia de sus propios números. Reconocen que algunas de las metodologías que usan están en crisis. Así que el análisis hay que hacerlo tomando esas precauciones. 

En los distritos en los que la extrema derecha aparece en segundo lugar los números son los siguientes: 35 para el FdT, 20 para Milei, 18 para JxC. Si este fuera el escenario en toda la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, la victoria del peronismo en el principal distrito del país estaría casi asegurada. Incluso si el segundo y tercer lugar se dieran vuelta.

La ausencia de un balotaje para la elección de gobernador funciona como una bendición. Las PASO,  sin embargo, pueden tener un efecto ordenador y que el voto antiperonista se junte para la elección general. No es imposible que se produzca esa migración entre agosto y octubre. 

Estas cifras le darían la razón a Mauricio Macri. Desde el año 2021, el expresidente insiste con incorporar a Milei a JxC. Tiene dos motivos: el economista terminaría aliado con el PRO dentro de la interna y garantizaría la derrota del radicalismo en las primarias. Y además terminaría la fuga de una buena porción de la base electoral de la principal coalición opositora.

Los sondeos tienen malas noticias para el autodenominado “peronismo de centro”. Juan Schiaretti no llega ni al tres por ciento a nivel nacional. Está lejos de lo que el “Gallego” Juan Manuel De la Sota, padre del cordobesismo, logró en 2015, cuando consiguió cerca de siete puntos en las primarias en las que compitió contra Sergio Massa dentro del frente UNA.

El cordobesismo sirvió para alambrar Córdoba y construir una hegemonía política que ya lleva 25 años. Pero ese alambrado tuvo como efecto no deseado que también impidió salir y construir fuera del terruño.

En medio de un contexto tan desfavorable para el oficialismo, con la inflación carcomiendo día tras día los ingresos populares y por lo tanto el caudal político del FdT, estas cifras electorales son un respiro. Un rayo de sol se cuela en el horizonte nublado del peronismo. Milei captura votos centralmente del bloque antiperonista. Y la expresión peronista de centro-derecha, armada en un acuerdo con el sector de establishment que quiere destruir al kirchnerismo, por ahora no prende.

El escenario deja como única apuesta realista para el oficialismo a nivel nacional ganar por puntos en primera vuelta, como en una pelea de box en la que no hay chances para el nocaut. Superar el 40%, aunque sea por milésimas, y cruzar los dedos para que Milei le saque a JxC lo suficiente como para que la distancia entre el primero y el segundo sea superior al 10 por ciento. Son las exigencias del singular sistema electoral que nació con la reforma constitucional de 1994.

Por supuesto que si la relación de precios y salarios mejorase, la ecuación cambiaría. Hace pocos días se difundió la inflación de febrero. Fue de 6,6% y anualizada superó los tres dígitos. Los nubarrones se volvieron más espesos. En la interna del FdT no hay sorpresas. CFK tiene diez veces-no 10 puntos sino 10 veces-más intención de voto que los otros posibles precandidatos si se realizara una PASO.