A pocos meses de cumplirse 46 años de la muerte del obispo de San Nicolás Carlos Ponce de León, finalmente la justicia federal investigará el choque en el que perdió la vida como un crimen de lesa humanidad en el marco del terrorismo de Estado. Una pericia accidentológica fue uno de los puntos clave: a través de una reconstrucción virtual realizada por el perito de parte de la querella Jorge Geretto, se logró descartar las versiones sobre un accidente de autos y apuntalar las sospechas de que se habría tratado de un atentado contra el religioso.

Esa mañana lluviosa de julio de 1977, Ponce de León viajaba por la Ruta 9 rumbo a Buenos Aires en el Renault 4 del obispado cuando, a los pocos kilómetros de salir, chocó con una camioneta F100 cerca de la ciudad de Ramallo. El obispo venía siendo amenazado por su defensa de religiosos que eran perseguidos por la dictadura y era considerado un “enemigo del aparato represivo. La justicia ordinaria cerró el caso rápidamente, no se realizó pericia y se creyó en el relato del conductor de la camioneta, Luis Antonio Martínez, quien resultó condenado en 1978 a seis meses de prisión por homicidio culposo.

¿Cómo se analiza un incidente vial que ocurrió hace tantos años? La investigación original fue muy irregular, no se realizó un peritaje ni hubo testigos del hecho. El expediente tenía algunas fotos de los vehículos y las declaraciones indagatorias de Martínez, el conducto de la camioneta condenado.

“El trabajo mío como perito de parte fue compulsar cada una de las aseveraciones que tenía la causa original. Sobre la base de las indagatorias al conductor Martínez fui verificando si se cumplían sus afirmaciones y ninguno de los dichos que afirmaba se han cumplido. El imputado tenía un relato, que lo fue modificando y ninguno de los tres relatos se verificaba”, explicó en diálogo con Tiempo Geretto, quien es licenciado en Accidentología vial.

Para analizar la información, Geretto colocó todos los datos con los que contaba en el PC Crash, uno de los programas más avanzados para investigar accidentes de tránsito en el mundo, y pudo desarmar uno a uno los puntos del relato construido en el caso.

En todas las versiones que dio Martínez, había un colectivo en la ruta que intentó esquivar y por eso perdió el control de la camioneta. Sin embargo, en el lugar no había marcas de frenada. Geretto reconstruyó todos esos escenarios y en ninguno se podía reproducir el movimiento que hizo la F-100.

Al momento del impacto, el auto de Ponce de León chocó el costado de la camioneta, completamente cruzada sobre la traza de la ruta. “La afirmación del conductor de la camioneta era que el vehículo estaba en movimiento, pero el lateral derecho tenía dos redondeles compatibles con los aros de los focos de iluminación delantera del Renault 4. La distancia de separación entre los aros que dejó la impronta coincide exactamente con la distancia de separación de los focos, esa la primera cuestión que sale: el vehículo no estaba en movimiento porque, si hubiese estado, el rastro deja una estela, se produce una deformación de la impronta y no son perfectos, como los de la foto”, señaló Geretto.

A partir de eso surgió otra cuestión: ¿Había alguien adentro del vehículo? Un impacto lateral como ese generaría graves lesiones, iguales o peores que las que tuvo Ponce de León, sobre todo por la falta de cinturones de seguridad en la época, y este no fue el caso. “Cuando un vehículo es impactado lateralmente, en este caso de derecha a izquierda, se produce un desplazamiento de los cuerpos dentro del vehículo y tienen afectaciones de la columna vertebral porque el impacto transversal es el peor que puede recibir: produce el mayor daño columnario, se producen desplazamientos entre los discos intervertebrales. En este caso, en la causa penal no hay antecedentes de atenciones médicas a los ocupantes del F100, o sea que el vehículo podía haber estado desocupado”.

El último elemento que estudió fue el recorrido que hizo la camioneta. Según el relato del conductor, habían salido de González Catán en la madrugada e iban rumbo a Entre Ríos. Geretto calculó que, en las condiciones de las rutas y el clima del momento, nunca pudieron haber realizado en 3 horas ese recorrido, que incluso hoy, con autopistas en la mayoría del trayecto y con autor más modernos, toma alrededor de 3 horas y media.

El fallo de la Sala B de la Cámara Federal de Rosario tuvo en cuenta la investigación realizada por Geretto para anular la sentencia original que condenó a Martínez por homicidio culposo y reabrir la investigación. Los jueces también destacaron que esa causa judicial de 1978 tenía muchas irregularidades y que Ponce de León se encontraba perseguido por las máximas autoridades militares de la zona.

Todo apunta a la inteligencia

El conductor de la camioneta declaró ser empleado de la empresa Agropolo S.A., a quien además pertenecía el vehículo. Su acompañante, Carlos Sergio Bottini, era directivo de la firma junto a su hermano, Atilio Alejandro Bottini, quien aparece en los registros del Ministerio de Defensa como Personal Civil de Inteligencia del Ejército durante la dictadura.

Bottini fue el único testigo citado a declarar en la causa original. Dijo que no recordar nada por haber sufrido una “epilepsia traumática” a causa de un accidente en el año 1971, aunque eso nunca se acreditó.

Los vínculos con la inteligencia represiva no se terminan ahí, la dirección de Agropolo era Viamonte 1866 de la Ciudad de Buenos Aires, a apenas unos metros de la sede del Batallón 601, como relató Horacio Verbitsky en su libro La Mano Izquierda de Dios.