Las elecciones en Rosario trazaron un camino de esperanza. Ya a las 22:00 del domingo, los bocas de urna advertían la tendencia que se confirmó con los resultados oficiales al día siguiente: Juan Monteverde, un pibe militante del barrio popular Nuevo Alberdi, cuya lucha es histórica en la ciudad, junto a la recuperación del Tambo “La Resistencia”, ganó la interna. ¿Qué significa esto? ¿Cuál es el fuego que enciende esta victoria en Rosario?

A Juan lo conocemos hace tiempo. Al igual que a Caren, concejala en la ciudad. A Anabel Amarillo, vecina del barrio popular Las Flores y trabajadora de la economía popular, que fue como concejala dentro de la lista, también. Cada uno de ellos lleva en su sangre una fuerza indescriptible para cambiar la realidad injusta que se vive en la ciudad, que siempre estuvo cerca, pero hoy lo está más que nunca.

El triunfo de Juan en Rosario no puede leerse de manera aislada. Ganó una nueva generación política que está dispuesta a torcer el destino. Frente al odio y al miedo, ganó el profundo amor a la patria y la esperanza. ¿Y qué nos dicen estos números a nivel nacional? Nos hablan de que hay una alternativa, nos dicen que hay que correr los límites de lo posible, que llegan los que se la juegan, tarde o temprano, los que construyen desde abajo hacia arriba, de cara al pueblo, sin caretas.

En una ciudad profundamente desigual, golpeada por problemas estructurales que muchos no se animan ni siquiera a pensar en cambiar, estos resultados nos plantean la certeza de que el escenario que venimos viendo es real. El hartazgo que generan los slogans y las frases vacías, las promesas sobre arenas movedizas, llegó a su límite. El tiempo de las propuestas políticas para transformar realmente la realidad y no para administrar es ahora.

Otro aspecto para analizar, es el alto grado de ausentismo en las PASO -rozando el 40%-, que no deja de ser una oportunidad. Estoy seguro de que nos muestra este mismo diagnóstico y que, sin lugar a dudas, puede revertirse en las generales de octubre. En este sentido, hay un gran número de nuestra sociedad que está descreída, cansada, abatida y a quienes tenemos que conquistar con propuestas, con políticas y, sobre todo, con verdad.

No hay dudas de que la construcción de una Argentina Humana, como plantea Juan Grabois a nivel nacional, se lleva adelante con valentía, pisando fuerte en los barrios, sin miedo a enfrentar los intereses de los poderes concentrados, sin complicidades suicidas para nuestro pueblo con el círculo rojo, respaldados por nuestras convicciones, que no las vendemos al mejor postor ni las cambiamos por los resultados de algún focus group, sino que guían nuestro horizonte.

Es tiempo de la esperanza. Es tiempo de que una nueva generación política -como en Rosario- con el ejemplo de Evita, la determinación de Néstor y Cristina, la abnegación de Dario Santillán y la fortaleza de un proyecto colectivo que supo reconstruirse de sus cenizas una y otra vez, se abra camino en este nuevo proceso electoral.