La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, hizo la rendición de cuentas de sus cuatro años de gestión en la última semana de mandato antes de entregar el poder a Axel Kicillof. Con un acto en el distrito de Vicente López, junto a ministros y dirigentes provinciales de Cambiemos, anunció la reactualización del Fondo del Conurbano y dejó datos oficiales sobre la deuda y el déficit de la Provincia de Buenos Aires. También habló de obras, salud y educación, en una exposición que buscó instalar que su gestión fue el cimiento para el crecimiento de la gestión siguiente.  

Vidal encabezó el acto en un distrito propio, donde gobierna Jorge Macri –primo del presidente y referencia de los intendentes bonaerenses de Cambiemos- y el primer tema que abordó fue el de la situación económica del Estado Bonaerense. Comenzó con lo que presentó como su mayor logro: la actualización del Fondo del Conurbano.

“Fue una pelea que nadie había dado antes”, aclaró. Toda su exposición estuvo montada en esa idea de presentarse como una pionera, de que nunca nadie había hecho nada antes de su llegada a la provincia y que de ahora en más solo resta crecer.

Según los datos que presentó, la provincia recuperó a través de la firma de un consenso fiscal en 2017 la provincia recuperó “21 mil millones de pesos para 2018, 44 mil millones de pesos 2019, y a partir del 2020 estas sumas se van actualizar por la inflación automáticamente».

Y anunció que gracias a un acuerdo con el gobierno nacional se logró la actualización del fondo que había comenzado a reclamar el año pasado. «Esto le va a permitir al gobierno que viene, y a cada bonaerense, estar mejor el año que viene», completó.

Luego abordó la situación de la caja de la Provincia  (“La plata con la que se va a encontrar el gobernador cuando asuma”, explicó) y dijo que dejará 25.000 millones de pesos mientras que cuando asumió se encontró–actualizados a la inflación- con 700 millones. Y apuntó que ese dinero le permitirá al próximo gobierno pagar “aguinaldos, sueldos, de planes sociales, insumos para hospitales del mes de diciembre”.

En esa línea también dijo que el déficit de 25 mil millones de pesos que dejaba -que es toda la plata que hay en la caja- es menor al que recibió.

El peso de la deuda

Este martes se conoció que el gobernador electo Axel Kicillof asumirá el 11 de diciembre, un día después de lo previsto. Durante su campaña, el ex ministro de economía de Cristina Fernández de Kirchner, apuntó al peso de la toma de deuda indiscriminada y en su primera conferencia como gobernador electo dijo que la provincia era “tierra arrasada”. Ese ítem fue uno de los que la gobernadora saliente buscó desmarcarse.

«La deuda que encontramos en diciembre de 2015 era de 11.200 millones. La deuda que vamos a dejar al 10 de diciembre es de 11 mil millones de dólares, 200 millones de dólares menos», aseguró Vidal. Y dijo que su gestión tomó empréstitos para hacer obras:  “se puede ver, están en la cloacas, en las rutas, en las calles, en las 2.400 obras que empezamos y terminamos en los 135 municipios”, aseguró.  

También defendió su gestión en el Banco Provincia -otro de los temas que preocupan a Kicillof- que, aseguró, aumentó su patrimonio en 250 millones de dólares, lo que permitió los descuentos en supermercados que impulsó ante la caída de los sueldos por los tarifazos y la inflación, y que terminó utilizando como estrategia de campaña hasta octubre pasado.

La intención de Vidal fue instalar la idea de que su gestión dejó sentadas las bases para el crecimiento del país a partir del año que viene, al mismo tiempo que se atajó de los juicios lapidarios que realizará la gestión entrante respecto al estado en que encontrarán la Provincia. En su primera conferencia tras la elección de octubre Kicillof se ocupó de marcar los serios problemas económicos, financieros, de crecimiento y el endeudamiento de Buenos Aires.

En su acto de despedida, Vidal destacó entre sus logros la ley de paridad de género, la ley de límites a la reelección indefinida y la ley que rige el sistema con que se elige y juzga a los jueces. Hizo apología del «honestismo» al recordar que por su separación con el saliente intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro, en lugar de una casa y un auto tiene hoy un departamento, y repitió que después de tomarse vacaciones comenzará a trabajar en marzo.

“Con la misma convicción con que acabo de rendir cuentas, es honesto reconocer que hay lugares a los que no llegamos, situaciones que no atendimos, problemas que no resolvimos”, agregó. Y pidió que la gestión siguiente continúe con lo que ella empezó, pero solo enumeró tres ítems, entre ellos el boleto estudiantil, que ya había sido aprobado cuando ella asumió y que aplicó de forma restrictiva.

La gobernadora saliente estuvo ladeada por su vice Daniel Salvador y su jefe de gabinete, Federico Salvai. Atrás estaba Christian Ritondo y el resto de la primera plana de su gabinete. Como a lo largo de todo su gobierno, la escenificación fue precisa para situarla en el centro de las miradas: ella con saco rojo, fue un punto de color en un cuadro de trajes grises y negros.

Pero eligió mostrarse modesta ante la consulta de si disputará la conducción de Cambiemos. En cambio, habló de “liderazgos generosos” y ponderó a Mauricio Macri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz, como los dirigentes originales de la fuerza de centro derecha que conduce el país hasta la semana que viene.

“Cambiemos desde su inicio fue la suma de liderazgos generosos. Tenemos que volver a ser una alternativa nacional y provincial y eso es más importante que definir un liderazgo único”, dijo. Y se incluyó en ese armado cuyo objetivo será, aclaró, “representar el 40% que nos votó”. Pero adelantó que su estrategia política para volver será la de visitar los barrios pobres.