Ya fue: santas dos palabras. Fuertes, elocuentes, significativas, aliviadoras.

Fue el malestar. Fue el hastío. Fue la angustia. Fue el hartazgo social. Fue el hambre. Fue durísimo mientras duró.

Fueron las pérdidas reiteradas. Fueron los pequeños, medianos y grandes despojos. Fueron los comedores populares, cada vez más llenos. Ahora, los responsables de esa larga lista de exacciones ya fueron.

Fueron las pymes, fue la clase media agravada, fueron maestros, bancarios, aeronáuticos, entre los muchos que todavía nos preguntamos: ¿Qué habíamos hecho para merecer a estos?

Hace unos años, los jóvenes desarrollaron al mango esta expresión funcional, útil para marcar descensos, ausencias y repudios.

– ¿Seguís con Joanna?

– No, loco, eso ya fué.

– ¿Y tú kiosco?

– ¿Cómo? ¿No te enteraste? Tuve que cerrarlo: ya fue.

En la reciente campaña electoral se volvió consigna, numerito musical, coreo de movilización y protesta: “Macri ya fue, Vidal también”. Y, como si fuera poco, Pichetto, Carrió y Durán Barba también.

Ya fue: te quedaste afuera (y arafue, si querés). Fuiste, por no ser lo que dijiste que eras. Pero, primero, nosotros, pobres, fuimos. Por tantas y tan justas razones, él fue.

Fueron cuatro años, de decirnos Fuiste vos, obrero, empleado medio, pequeño empresario, populista. Mucho fue lo que tuvimos que resignar. ¿Querés creer?: hasta las Rhodesia y las Tita.

Somos habitantes de un país que convirtió en clásica prenda de acusación culposa a la natural pregunta ¿Quién fue? Una expresión más utilizada que cómo fué o por qué fue. Fueron ellos. Y también fuimos nosotros. Alpiste. Perdiste. Fuiste.

Un cover o reversión del popular tema Fuiste, a cargo de Los auténticos recalientes(Adrián Stoppelman y Alejandro Sanz) lo enuncia con más gracia: “ Fuiste pobreza/fuiste represión/ fuiste cuatro años de pura inflación…Fuiste unos globos/fuiste un capataz…Todo eso fuiste/Pero perdiste”.