La historia criminal reciente de la Argentina registra el 27 de octubre de 2002 como una bisagra. Aquella tarde, fue encontrada sin vida María Marta García Belsunce en el baño de su casa en el country El Carmel, en Pilar. Y lo que parecía un simple accidente doméstico, se convirtió en uno de los crímenes más resonantes y misteriosos de todos los tiempos, que concitó el gran interés de la opinión pública y le quitó el sueño a investigadores, policías y, por supuesto, a los propios familiares de la víctima que se convirtieron durante años en los principales sospechosos para la justicia, aunque después terminaron todos sobreseídos.

Previo a morir de cinco balazos en la cabeza (un sexto rozó el cuero cabelludo), la víctima, de 50 años, se defendió del agresor o los atacantes con todas sus fuerzas. Se cree que la mujer intentó guarecerse en el baño y fue tal la resistencia que impuso, que la puerta se salió de escuadra. Antes de ejecutarla, el asesino o la asesina le dio una trompada que la desestabilizó y cayó entre el bidet y la bañera.

Minutos antes, cerca de las 18:15 la lluvia había interrumpido el habitual partido de tenis que la socióloga jugaba todos los domingos y, de acuerdo a los testigos que se la cruzaron, volvió en bicicleta hasta su casa. En tanto, en la vivienda de su cuñado Guillermo Bártoli estaba el resto de la familia, su hermana, Irene Hurtig, un matrimonio amigo y su esposo, Carlos Carrascosa. Todos miraban el clásico River – Boca. Casualmente, los mismos testigos que vieron pasar a María Marta, en ese entonces adolescentes de 14 años, también se habían topado unos dos minutos atrás, con Nicolás Pachelo que trotaba por el lugar.

A las 18.54, arribó al country la masajista Beatriz Michelini para atender a María Marta en su casa. Desde la guardia de ingreso al barrio privado llamaron varias veces a la vivienda pero nadie respondió. Un minuto antes de las 19, Pachelo se fue de El Carmel, según quedo registrado en las cámaras de seguridad.

De acuerdo a la reconstrucción del caso que se está llevando adelante por estos días ante el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Isidro, cuyo debate comenzó a mediados de julio, los fiscales sostienen que Pachelo actuó en connivencia con los vigiladores José Ortíz y Norberto Glennon. Es que enmarcan el crimen en medio de una ola de robos en esa zona del country cuya banda operaba casualmente los domingos.

Esta hipótesis coincide con la versión de la familia de la víctima que sostienen que el viudo Carrascosa lejos de haber asesinado a su mujer, fue quien encontró el cuerpo y creyó que se trató de un accidente en la bañera.

El cadáver fue exhumado unos 36 días después y la autopsia reveló que la socióloga había sido ejecutada. En diciembre el caso se hizo público y la familia plantea la posibilidad de que el autor haya sido Pachelo quien, vale decir que tanto antes como después del crimen, está sospechado de cometer varios robos en barrios privados.

Sin embargo, el fiscal Diego Molina Pico, que incluso había estado en la casa donde velaban los restos de María Marta, comenzó a apuntar al entorno íntimo de la mujer y en abril del año siguiente el viudo fue detenido. A mediados de 2007, en el primer juicio, Carrascosa fue absuelto por el asesinado, aunque fue condenado a cinco años y medio por encubrimiento. La investigación de Molina Pico daba cuenta que todo había ocurrido en medio de una discusión por cuestiones financieras poco claras.

Dos años más tarde, Casación Penal bonaerense condenó a Carrascosa a prisión perpetua como “coautor del delito de homicidio agravado por el vínculo”. Siguiendo con esta línea investigativa, a fines de 2011, el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de San Isidro condenó por encubrimiento a 5 años de prisión a Guillermo Bártoli; 4 para Horacio García Belsunce; 3 y medio para Juan Hurtig; y otros 3 para el médico Juan Gauvry Gordon y para Sergio Binello, un vecino y amigo de la víctima.

A fines de 2014, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó una “revisión amplia” de la condena a Carrascosa y dos años después Casación anuló el fallo. Tras la absolución y ante la inminencia de que la causa prescribiera, la Fiscalía General de San Isidro redireccionó el caso hacia Pachelo.