En la Argentina, chicas y chicos de ámbitos urbanos tardan, en promedio, 10 minutos en llegar a pie a su escuela primaria y 12 minutos a la secundaria. En espacios rurales, el promedio es más de ocho veces mayor: 87 minutos en nivel primario y 138 en secundario. La diferencia grafica el acceso desigual a las escuelas en el país y surge del primer mapa que sistematiza cuánto tardan las y los estudiantes en llegar a su lugar de estudio.
Con la geolocalización de más de 63 mil escuelas y dos millones de trayectos, fue elaborado por el Programa Sembrador, impulsado por las fundaciones Bunge y Born y Perez Companc. “A partir del mapa vimos algo que intuíamos pero ahora lo vemos plasmado: la distancia promedio a una escuela es mucho mayor en ámbitos rurales que urbanos y esto hace que para un alumno o una familia decidir ir a la escuela tenga un costo más elevado de tiempo, a nivel económico y de organización familiar”, remarcó Clara Gonzales Chaves, analista de proyectos en Educación. En diálogo con Tiempo, contó que el mapeo “es parte de un proyecto más grande que tiene que ver con el acceso al nivel secundario en ámbitos rurales”.
“Nos pusimos a analizar esto porque en secundaria la tasa de cobertura o el acceso que hay es mucho menor que en zonas urbanas. Si bien en primaria la cobertura es casi universal, así como sucede en ámbito urbano, al pasar a nivel secundario cae mucho la matrícula. Los últimos datos a nivel censal son de 2010 pero tenemos aproximaciones más actuales y hay casi un 70% de cobertura (del nivel secundario rural). Hay muchos que en el paso de primaria ya secundaria o durante la secundaria abandonan. En el ámbito urbano no es tan grande la diferencia”, contrastó la analista. “No necesariamente ese abandono tiene que ver solo con la distancia, pero probablemente esté incidiendo”, planteó.
El mapa es abierto y se puede consultar, con la idea además de que pueda ser utilizado para la elaboración de políticas públicas específicas. Se armó en base a información pública pero hasta ahora no sistematizada. Para cada punto de partida, ubica la escuela más cercana de acuerdo a cada categoría (según su nivel, tipo de gestión, etc.) y establece el trayecto existente más corto a pie (u otro modo) a través de la red vial argentina.
El trabajo expuso que en todo el país hay 159.675 personas que viven en radios de índole rural y no tienen acceso a escuelas primarias o secundarias. “Esas casi 160 mil personas no tienen acceso a una escuela. Porque los radios censales no tienen caminos oficiales para acceder. Probablemente haya sendas o caminos a campo traviesa. Pero que no haya caminos oficiales hace que el acceso sea más difícil”, indicó Gonzales Chaves.
Las mayores distancias en el ámbito rural para los establecimientos primarios se deben recorrer en las provincias de Salta (168 minutos a pie), La Pampa (173 minutos) y Santa Cruz (272 minutos). Para los establecimientos secundarios, los alumnos que más distancia deben recorrer se encuentran en Salta (290 minutos a pie), Formosa (419 minutos) y Santa Cruz (428 minutos).
“Hicimos el cálculo de la distancia a pie, aunque muchas veces no van de ese modo”, aclaró Gonzales Chaves sobre el parámetro de medición, y agregó que de todos modos la distancia incide: “Si una familia tiene que pagar la nafta, es muy costoso si la distancia es tan extensa”. Además “entran mucho más en juego las cuestiones climáticas y la infraestructura, el tipo de camino. Tanto para alumnos como para docentes”.
La desigualdad que mostró el mapa no sólo se da entre ámbitos urbanos y rurales. También entre los distintos niveles de un mismo ámbito. “Tanto en primaria como en secundaria la distancia es más grande (en lo rural), pero en secundaria casi se duplica el tiempo que tardan en ir entre primaria y secundaria: 87 minutos promedio versus casi 140 minutos”.
Luego del mapeo, el trabajo tendrá una segunda etapa: profundizar en determinadas zonas para conocer “la intencionalidad de los alumnos (que no estudian o abandonan), las otras barreras de acceso, si son cuestiones económicas, si tienen que trabajar para ayudar a sus familias”. También pueden incidir otros aspectos, como el tipo de establecimiento disponible en el radio de acceso: “Al hablar con docentes vemos que si la segundaria más cercana está en la ciudad o en un pueblo, es muy grande el cambio que tienen que enfrentar los alumnos” que vienen del ámbito rural. La pregunta es, allí donde hay escuelas, por qué no van: “Si es que necesitan una ayuda económica o un transporte o si es que eligen no ir por alguna cuestión de ideología, o descubrir cuál es la razón real por la que no van”.
Si bien la pandemia no fue una variable de análisis en este estudio, Gonzales Chaves apuntó que “este año de pandemia nos enseñó que tal vez se pueden pensar otras alternativas de oferta educativa. Hasta ahora era en el aula con un docente al frente. Tal vez hoy estamos entrando en un ciclo, una etapa, donde podemos imaginar otras alternativas. El mapa puede traer esto: decir que hay lugares donde se puede pensar otra opción”. Ya lo dijo el pedagogo Francesco Tonucci en su reciente entrevista con este medio: “Sea presencial o virtual, hay que pensar otra escuela”.