No es la primera vez que Adriana Serquis vive un ajuste del sistema científico. Licenciada en Física por la UBA en 1993, trabajaba en su doctorado en el Instituto Balseiro cuando el exministro de Economía Domingo Cavallo mandaba a “lavar los platos” a una científica del Conicet ante sus reclamos salariales. Pero marca una diferencia: el actual cientificidio es “más rápido, más cruento, más brutal”. Por eso, aunque milita desde hace más de una década en espacios vinculados al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y luego a Patria Grande, es la primera vez que se vuelca a la política partidaria, como candidata a diputada nacional de Fuerza Patria por Río Negro.
Tiene 57 años, dos hijos, fue maestra de primaria, hoy es docente y titular de la Secretaría de Investigación, Creación Artística, Desarrollo y Transferencia de Tecnología de la Universidad Nacional de Río Negro. Además, integra la murga patagónica L-Mentales del Humo y cada vez que puede sale a nadar al lago en Bariloche, su lugar en el mundo, el que eligió hace 32 años y le cuesta tanto dejar.
–Como expresidenta (2021-2024) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), ¿cómo ve la política del gobierno sobre el sector?
–Veo que las autoridades actuales no están ni siquiera intentando reclamar o denunciar la baja de presupuesto. La gente renuncia y se va por los bajos salarios, los más bajos del sector científico-tecnológico. El Carem (reactor nuclear) dicen que no lo frenaron, pero no tienen presupuesto y a los trabajadores los empujan a que sean contratados por otras empresas. Yo estaba de licencia pero hace dos semanas renuncié a la institución. Por motivos personales pero también por un destrato hacia mí y hacia el resto de los empleados.
–¿Qué es lo que está en juego en esa gestión?
–Lo que está en riesgo es la soberanía en un sector estratégico. Ponen en riesgo el primer desarrollo real de un reactor de potencia. Cuando uno hace reactores nucleares, hay de investigación y los que generan potencia. El Carem era nuestro primer proyecto de ese estilo, capaz de generar energía eléctrica. Desfinanciar y desmoralizar a los equipos de trabajo hace que sea más difícil de reconstruir.
–¿Cuánto puede llegar a costar retomar su avance?
–Es un proyecto que tiene una inversión de 750 millones de dólares y le faltarían 200 más para terminar. Hay un 65% de proyecto hecho. Cuánto tiempo pase y cuánta gente se vaya es lo que puede llevar retomarlo. Tiene que ver más con la gente que con el edificio. Ya teníamos contratos para que un montón de pequeñas y medianas empresas puedan fabricar sus componentes; había más de mil contratos. Eso es lo difícil de reconstruir. Es grave.
–¿El éxodo es el efecto más grave del cientificidio?
–La gente que se va, que se desmoraliza, que no está ingresando. Nuevos estudiantes de ingeniería y ciencias que no están aplicando. Bajaron a la mitad los postulantes a las diferentes convocatorias de becas. Teníamos una ley de Ciencia y Técnica que suponíamos política de Estado que este año debía implicar un 0,45% del PIB y hoy tenemos sólo el 0,15%, un tercio. Nadie les hace cumplir la ley.
–¿Cómo impacta el veto al financiamiento universitario?
–También afecta porque es donde se forman nuestros profesionales. El propio decreto decía que según el Índice al Consumidor habría que subir los salarios 40 por ciento. Pero como no se puede ir contra el déficit cero, se veta. Es ínfimo lo que afecta al porcentaje del PBI. El «no hay plata» es para lo que ellos quieren destruir.
–¿El contexto requiere más científicos en el Congreso?
–Creo que todo momento necesita que la ciencia esté más representada. Tiene que haber gente con conocimientos específicos, hay muchos saberes que vienen de otros ámbitos. Vengo de Patria Grande, donde están representados sectores populares, jóvenes. Cuando me tuve que ir a Estados Unidos, porque nos mandaban a lavar los platos, me sorprendí de encontrar un libro sobre economía del hidrógeno escrito por un senador. Dije «wow, qué lujo». Lo pensaba como algo muy lejano. Después vi a Roberto Salvarezza (actual presidente de la Comisión de Investigaciones Científicas de PBA) ocupar una banca y ahora estamos varios tratando de sumar nuestro aporte.
–¿Pesa el discurso anticiencia, el ninguneo al Conicet?
–He visto gente con lágrimas en los ojos en el Congreso diciendo «no me merezco, después de todo lo que trabajé y estudié, que me digan que soy ñoqui». Gente contando que por primera vez está buscando un lugar afuera. O que se fue y volvió para pelear por seguir haciendo ciencia en el país, pero se tiene que volver a ir. Duele ver esas cosas. Pega y es parte del cientificidio: que haya una población empujada a pensar que porque sos empleado del Estado sos un ñoqui. Cuando en todo el mundo estos organismos son financiados desde el Estado.
–¿Qué diferencia el proceso actual con el menemismo?
–Lo veo mucho más encarnizado. Mucho más cruel. Se explicitan estas violencias en contra. Está habilitada la violencia. Veo algo de esperanza en gente que se conmueve con el streaming del fondo del mar. Entonces vuelvo a creer que esa curiosidad natural es algo que puede entusiasmar. «
«Que haya una única lucha»
La Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT) impulsa un pedido de tratamiento de la Ley de declaración de emergencia del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Llevan reunidas miles de firmas para reclamar a la Cámara de Diputados que se trate y apruebe en la sesión del 17. Adriana Serquis acompaña el planteo y estuvo reunida por este tema días atrás con Daniel Gollán, presidente de la Comisión de Ciencia de la Cámara Baja.
El próximo miércoles se espera que se aborde también el rechazo al veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario y la Emergencia Pediátrica, algo que estará acompañado por una Marcha Federal masiva, además de la habitual marcha de los jubilados.
Esa unidad de luchas es clave para Adriana Serquis: “Tengo toda la esperanza puesta en eso. Lo decía cada miércoles en Bariloche, al ver a los jubilados en la plaza pasando frío. Tenemos que juntarnos y pensar que es el pueblo todo el afectado. Salud, universidades, tiene que haber una única lucha para frenar esto que se nos viene encima”.